Notas desde un lugar del mundo, en los tiempos donde la vida no vale nada

Escribo desde el aislamiento social, desde algún lugar de la sala, la cocina o el comedor, lugares que han sido cotidianos las últimas semanas. Desde que se declaró pandemia mundial y el “quédate en casa” parece ser la única esperanza que tenemos de vida los seres humanos en el mundo; aunque no tengamos que comer al siguiente día, ni que beber, ni como pagar las cuentas, la luz, el gas, la despensa, la renta, los créditos hipotecarios, los créditos personales, las tarjetas de crédito y departamentales, todo se fue al carajo.

Este 2020 ha modificado la cotidianidad de las personas a nivel mundial, lo que sabemos es que un virus ataca el sistema inmunológico de las personas, les provoca tos, resequedad en la garganta, temperatura, pero sobre todo problemas respiratorios severos, donde la gran mayoría necesita ser asistidos por ventiladores.

Todos los medios locales, nacionales e internacionales se concentran en dar la nota, sobre todo de los infectados y muertos que hasta el día de hoy asciende a 1 millón 804 mil 333 y más de 111 mil muertos en todo el mundo, siendo los Estados Unidos los de mayor tasa con 530 mil 830 infectados y más de 20 mil 600 muertes.

Hemos decidido fervientemente vivir, ahora en estos tiempos donde dicha palabra se convierte en una consigna política y de lucha. Sí el derecho a vivir no sólo en paz como dice la canción de Victor Jara, sino también el derecho a vivir en mejores condiciones laborales, donde hasta ahora, cientos de miles de trabajadores tienen que ir a arriesgar sus vidas todos los días, para ingresar a sus bolsillos ínfimos salarios. No se pueden enfermar porque no cuentan con prestaciones de acceso a la salud, ya que su ciudad “moderna” y primermundista sólo se puede acceder pagando grandes cantidades de dinero al hospital. Les dicen que se “pongan la camiseta” hoy más que nunca, aunque eso cueste la vida. Según estimaciones de la Organización Internacional del Trabajo OIT, cerca de 1 mil 250 millones de trabajadores en el mundo de un total de 3 mil 500 millones en el mundo quedarán sin empleo o se verán afectados de manera directa. Los otros tantos, no “importan” para los medios ni las organizaciones mundiales, porque son trabajadores ocasionales, entre los millones se encuentran mujeres, niños y ancianos, precarizados totalmente que trabajan donde sea y en lo que sea.

Entre tanto, el país de las “libertades” ahora tiene un enemigo interno que lo está dejando de rodillas, al igual que países que abrazaron el neoliberalismo y dieron “catedra” al mundo de ser economías abiertas, donde los recortes presupuestarios al sector salud (véase el caso de Italia donde recortó en 2013 y 2014 un total de 21 mil 500 millones de euros al sector salud) ahora se ve colapsado y totalmente rebasado los hospitales y los muertos se cuentan por miles.

Pero los muertos tienen raza, etnia y clase. En el caso de los Estados Unidos son los hispanos y la comunidad afroamericana la que pone tras de sí los muertos por delante. Según las estadísticas de los medios norteamericanos las muertes de latinos representan el 34% y la de la comunidad negra de un 28% del total de las defunciones.

Lo que estamos viendo es una de las caras del neoliberalismo y el capitalismo, la muerte como fenómeno social, económico y político. Ésta se puede emplear como una especie de darwinismo social donde no sólo el más fuerte sobrevive, sino el que más capital y medios a sus alcance tiene, estamos hablando de estabilidad en el empleo, buenos ingresos, seguridad social, una casa propia, etc. Pero que en el caso de las empresas, el gobierno y la banca privada esperan la llegada del rescate revestido de deuda privada donde los pagadores será el público aterrado y enfermo. Sí, no estoy diciendo nada que no se conozca ya en otras épocas como en 2008, pero pasará.

El gobierno de los Estados Unidos ya ha realizado una maniobra de inversión de 2 billones de dólares para apalear la crisis económica que significa el virus actualmente. Éstos se suman a la Deuda Global que supera los 253 billones de dólares, según lo indica el último trimestre del año 2019.

Que pasará entonces, los estados se seguirán endeudando e hipotecando los recursos naturales, la mano de obra barata y las garantías fiscales para la inversión Extranjera Directa, vendrán con mayor vehemencia a deforestar, a arrebatar el agua, y perforar la tierra. Nos dirán que es por nuestro bien.

Pero hemos decidido decir basta. La humanidad saldrá de esto, pero dialécticamente distinta y transformada. Se impondrá la solidaridad ante el individualismo y el consumo esquizofrénico, triunfará la colectividad, la hermandad entre los pueblos y naciones, entre los trabajadores. Pero, ¿este virus llamado capitalismo, caerá solo? Ante ello, decimos no, los pueblos del mundo debemos de salir con una propuesta programática, necesaria y urgente. La construcción del socialismo como un modelo justo, solidario, humano, que respete el medio ambiente y la vida en todas sus formas y que de manera urgente se ponga en la palestra del debate político como la única alternativa que tenemos para no desaparecer como especie de la faz de la tierra.

Mención aparte tiene la participación de la Revolución cubana ante tal pandemia mundial. Un país bloqueado económicamente, manda brigadas internacionales de médicos, especialistas y enfermeras al epicentro de Italia y otros países para combatir y atender de forma solidaria y humana la crisis de salud. Un ejemplo de que el socialismo es para hoy en nuestros países.

Camaradas, mantenerse a salvo y con vida, que lo mejor está por venir. Sabemos que tenemos la razón y con la bandera de la justicia saldremos a las plazas, las universidades y los centros de trabajo a organizar a nuestro pueblo para dar una batalla decisiva contra el capital y la muerte.

Diego Hernández. Miembro del Comité Central del Partido de los Comunistas (México)

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