Primer desfile de la Victoria, Moscú 1945
Unión Soviética, si juntáramos
toda la sangre derramada en tu lucha,
todo lo que diste como una madre al mundo
para que la libertad agonizante viviera,
tendríamos un nuevo océano
grande como ninguno
viviente como todos los ríos,
activo como el fuego de los volcanes araucanos.
En este mar hunde tu mano
hombre de todas las tierras,
y levántala después para ahogar en él
al que olvidó, al que ultrajó,
al que mintió y al que manchó,
al que unió con cien pequeños canes
del basural de Occidente
para insultar tu sangre,
Madre de los libres...
A la Unión Soviética
Pablo Neruda
LA IMPORTANCIA DECISIVA DE LA UNIÓN SOVIÉTICA EN LA VICTORIA SOBRE EL NAZIFASCISMO
El 2 de mayo de 1945, el Ejército Rojo tomó Berlín. Adolf Hitler se había suicidado en su búnker un par de días antes. La derrota de la Alemania nazi era inevitable desde hacía meses, pero, con la caída de su capital y la desaparición de su líder, era evidente que la rendición total era cuestión de días.
Se abría así la lucha por capitalizar la victoria sobre el nazismo entre los Aliados occidentales, con Estados Unidos a la cabeza (cuyo papel en Europa había sido muy secundario hasta el desembarco de Normandía unos meses antes, en agosto de 1944), y una Unión Soviética que había sufrido los mayores horrores y esfuerzos de la guerra.
El sacrificio soviético fue inmenso: murieron cerca de 27 millones de personas y hubo varias decenas de millones de heridos y mutilados, 28 millones de personas perdieron su hogar, 12 millones tuvieron que huir a otras regiones, algunos estudios cifran de 20 a 25 años lo que tardó la economía soviética en recuperarse del esfuerzo y destrucción de la guerra…
Bandera de la Victoria que ondeó en el Reichstag el 1 de mayo de 1945. Su lema dice:
150º DIVISIÓN DE FUSILEROS (INFANTERÍA)
ORDEN DE KUTUZOV DE 2ª CLASE
DIVISIÓN 'IDRITSKAYA'
79º CUERPO DE FUSILEROS - 3r EJÉRCITO DE CHOQUE - 1r FRENTE BIELORRUSO
Que la URSS fue la pieza clave para la derrota nazi-fascista en Europa es indiscutible. La resistencia de Leningrado y Moscú, la aplastante victoria en Stalingrado o la batalla de Kursk son los ejemplos más conocidos de ese papel decisivo de la URSS. Algunos estudios han calculado que en el frente oriental se produjeron alrededor del 73% de todas las bajas del ejército alemán y que los alemanes perdieron en la URSS el 70% de sus aviones, el 75% de sus tanques y el 74% de su artillería. Por comparar los datos de los frentes oriental y occidental, se calcula que el Ejército Rojo derrotó a 678 divisiones alemanas (o aliadas de los alemanes), mientras que el frente norteafricano (muy destacado por los británicos) participaron sólo entre 9 y 20 divisiones alemanas; en el frente italiano entre 7 y 26 divisiones; y en el frente occidental tras el Desembarco de Normandía entre 56 y 75 divisiones.
LA GUERRA IDEOLÓGICA POR APROPIARSE DE LA VICTORIA SOBRE EL NAZISMO
Ya antes de acabar la guerra era obvio que de la derrota nazi saldrían dos grandes superpotencias mundiales: EEUU y la URSS. Y no se trataba de una pugna entre dos estados por el dominio del mundo, como pudiera ser una lucha entre dos potencias imperialistas. El enfrentamiento entre EEUU y URSS era entre dos sistemas opuestos, dos conceptos de la política, dos modelos económicos, dos cosmovisiones e ideologías, en resumen, entre dos modos de vida, el capitalista y el socialista.
Por ello, para Estados Unidos y sus aliados era aún más importante que en una guerra convencional apropiarse de la victoria, convertirse en los paladines de la libertad y la democracia frente al totalitarismo nazi. Y toda (o casi toda) la maquinaria de propaganda yanqui, con sus altavoces mediáticos en prensa, radio, televisión, cine, etc, se puso al servicio de esos intereses ya desde antes del final de la guerra (y, por supuesto, dura hasta hoy). El enorme prestigio adquirido por la Unión Soviética en toda Europa y el importante papel de los partidos comunistas en la resistencia guerrillera en los países ocupados exigían que el aparato de propaganda funcionara a máxima potencia.
Para construir ese relato de que la victoria se debía a la intervención estadounidense (y a los británicos y franceses en menor medida) se ensalzó de forma exagerada la importancia del Desembarco de Normandía, ocultando o minimizando, por el contrario, el papel soviético. Y, para reforzar esa ficción de que la guerra se había decidido en el frente occidental, los Aliados intentaron firmar el 7 de mayo de 1945 con el alto mando del ejército alemán (que prefería rendirse a estadounidenses y británicos antes que a los soviéticos) su rendición incondicional en la ciudad francesa de Reims. Según ese acuerdo, el ejército alemán cesaría todo combate y resistencia al día siguiente 8 de mayo. Ese es el motivo por el que en diversos países de Europa occidental se celebra el “Día de la Victoria en Europa” el día 8 de mayo y no el 9.
La Unión Soviética no aceptó como válido tal acuerdo de rendición, que había sido urdido a sus espaldas y pretendía conceder el protagonismo a EEUU y Reino Unido, por lo que exigió otro acto de rendición del Ejército alemán en Berlín, ante el alto mando del Ejército Rojo. Esa rendición se firmó al día siguiente a las 22:43 horas, hora de Berlín. En Moscú, con dos horas de diferencia, ya era día 9 de mayo y esa fue la fecha elegida para conmemorar no sólo la victoria sino también el enorme sacrificio del pueblo soviético.
LA LUCHA POR EL DÍA DE LA VICTORIA EN LA ACTUALIDAD
Si en 1945 EEUU y Reino Unido intentaron apropiarse de la victoria sobre Hitler y el nazismo, en la actualidad se desarrolla otro combate ideológico por la apropiación simbólica de la victoria de 1945. Ese combate es en realidad doble:
Por un lado, la campaña política, historiográfica y mediática para desprestigiar a la Unión Soviética e incluso equipararla al nazismo bajo la denominación de “totalitarismos”, cuando fue precisamente el esfuerzo soviético el que libró a Europa y al mundo del nazismo. Por ello, es fundamental que los comunistas, revolucionarios y antifascistas de todos los países combatamos ese falso discurso recordando y conmemorando cada 9 de mayo el Día de la Victoria, como reconocimiento al papel decisivo de la URSS y expresión de nuestro recuerdo y agradecimiento al pueblo soviético.
Pero, por otro lado, hay, especialmente desde 2005, un intento del nacionalismo ruso, encabezado por Vladimir Putin, de apropiarse en clave patriótica de una victoria gloriosa que no sólo le corresponde al pueblo ruso, sino al conjunto de pueblos soviéticos. Esta reconstrucción pretende unir la “Gran Guerra Patria” (como se denominó en la URSS a la Segunda Guerra Mundial) con otras victorias rusas desde la Edad Media, despojándola de su carácter antifascista, revolucionario e internacionalista. Fruto de esa campaña, la simbología soviética es relegada a un segundo plano en desfiles y conmemoraciones (las hoces y martillos son casi inexistentes, no tanto las estrellas de cinco puntas que son menos asociadas con el comunismo) y se ha potenciado la Cinta de San Jorge, una condecoración militar que se utilizó durante la guerra contra el nazismo con el nombre de Cinta de la Guardia, pero que, con el nombre de San Jorge, remite al patrón de Rusia (donde la Iglesia Ortodoxa ha recuperado mucho de su poder) y a una Orden militar de la época imperial rusa. Aunque la lucha contra esta apropiación nacionalista corresponda fundamental a los camaradas rusos, es importante que desde otros países no asumamos el discurso de un nacionalismo burgués en muchos casos igual de reaccionario y chovinista que otros.
9 DE MAYO, DÍA DE LA VICTORIA, NO OLVIDAMOS
GLORIA ETERNA AL PUEBLO SOVIÉTICO Y LOS PARTISANOS ANTIFASCISTAS
Eloy Baro