Los derechos y la dignidad de las personas deben ser los ejes centrales sobre los que se construya cualquier sociedad justa, por lo que es fundamental para la militancia comunista conocer y posicionarse en la defensa de aquellas personas cuyo sexo, género, identidad de género u orientación sexual no coinciden con las necesidades de perpetuación del patriarcado al servicio del capital y por esto son discriminadas, marginadas y/o violentadas.

El Sexo es una condición biológica, material, determinada por cromosomas, hormonas y órganos sexuales (internos y externos), al nacer se determina: mujer, hombre, intersexual. El Género son los roles, estereotipos que una sociedad establece y considera apropiados para cada sexo. Comprende rasgos de personalidad, comportamientos, ocupaciones y atributos físicos, diferenciados. Se impone desde la superestructura ideológica a través de la socialización, desde instituciones como la familia, la educación, los medios de comunicación, el Estado… En las sociedades patriarcales, los roles y estereotipos femeninos son considerados inferiores a los masculinos.

La identidad de género es el sentimiento de pertenencia al género femenino, masculino, o a ambos por igual, afecta al modo en que sentimos y expresamos. Cuando el sexo biológico y la identidad de género difieren porque la persona se concibe como perteneciente al otro género, nos encontramos ante una persona transgénero. No necesariamente realizan modificaciones en su cuerpo, sí deciden recurrir a tratamientos e intervenciones médicas para adecuar su físico a su identidad, se trata de personas transexuales.

Orientación sexual es la atracción emocional, sexual, afectiva hacia personas del sexo contrario (heterosexualidad), del mismo sexo (homosexualidad) o de ambos (bisexualidad).

En todos estos aspectos y con bases materiales diferentes, el patriarcado y capitalismo confluyen para oprimir a las mujeres y personas LGTBI, por ello nuestra lucha confluye en muchos aspectos. Nacer mujer, es un factor de opresión estructural, con determinadas salvedades de clase, pero el feminismo que puso el cuerpo femenino en el espacio político, confrontando tabúes, desde cuestiones muy concretas como el conocimiento de la anatomía y fisiología, hasta la reconstrucción de la identidad femenina en tanto sujetos, reivindicando la legitimidad del deseo femenino y afirmando el contenido revolucionario del placer sexual, entiende la importancia de la identidad corporal y sexual y no podemos sino formar parte de la lucha contra cualquier tipo de discriminación por razón de sexo, género o identidad sexual. Como feministas debemos afrontar sin rechazo el debate que las experiencias y reflexiones que las mujeres trans incorporan, desde el reconocimiento que la opresión, la desigualdad y discriminación que sufren es compartida.

Otra cuestión es la elección de género que plantea la Teoría Queer. Sostiene que el género no viene determinado por el sexo sino que constituye un acto performativo, esto es, una actuación, una repetición de actos por los cuales la persona se construye y elige el sexo al cual pertenece. Surgida fundamentalmente a partir de estudios postmodernistas de los grandes relatos y del sujeto, plantea que la verdadera subversión al patriarcado consiste en superar la barrera de los dos géneros hegemónicos que son funcionales al sistema (hombre-mujer) y adoptar una identidad cambiante, fluida, nómada, que no pueda ser encasillada de forma permanente. Cuestiona las identidades “hombre” y “mujer”, que considera hegemónicas y opresivas, y afirma que centrar el debate en el sujeto “mujer” como realidad natural es un error, ya que el dispositivo binario constituye un mecanismo de control.

Como marxistas y feministas de clase confrontamos esta teoría, es antimaterialista y transhistórica, una visión abstracta del patriarcado como mecanismo autónomo de opresión, ignora las relaciones de producción-reproducción que estructuran la sociedad capitalista patriarcal y sustituye la lucha de clases por “la creación de actos performativos" en torno a la “identidad”, proponiendo como vía de cambio la transgresión individual, elevando el género a un “estatus subversivo”. Negar que el sexo constituya una realidad biológica y sea objeto en sí mismo de discriminación, ignora la naturaleza del patriarcado, borrando a la mujer como sujeto colectivo por la emancipación.

Desde el feminismo de clase defendemos, que ni el Patriarcado es un mecanismo de reproducción autónomo, ni el capital solo un conjunto de leyes y reglas económicas, conjuntamente establecen un orden social complejo y articulado, basado en la explotación, dominación, discriminación y alienación.

La lucha de las mujeres contra esta alianza criminal de capitalismo y patriarcado será decisiva, nos va la vida en ello.

Tatiana Delgado

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