A pocas horas de la clausura del XI Congreso del PCPE, transcurridos casi cuarenta años desde su  fundación y sus preámbulos (que también es patrimonio histórico del Partido), repasaba algunos aspectos que van desde la experiencia personal a la vida colectiva de la militancia que ha hecho posible llegar hasta aquí.  

Probablemente habrá quien piense que el trayecto superado es aún demasiado corto:  

Recuperar la militancia comunista y reconstruir el Partido, con el marxismo-leninismo como principio único, en un sólo partido, fuerte y capaz de armar el tejido político y social para organizar la revolución socialista - comunista junto a la clase obrera del Estado Español y del mundo. 

Efectivamente, el recorrido es muy insuficiente hasta llegar al objetivo estratégico pero, sin eludir los errores propios, no deben olvidarse los terribles avatares que la organización, su militancia y el propio movimiento comunista, tanto estatal como internacional ha tenido que enfrentar. Nadie dijo nunca que ese camino iba a ser fácil, pero sí que debía realizarse.  

Cada congreso comunista, en cualquier momento o lugar del mundo, es siempre, un acontecimiento extraordinario, pero hay hechos que se dan en momentos, lugares y circunstancias  tan especiales, que marcan su paso por la historia.  

El XI Congreso del PCPE, se da en un momento de grave crisis del sistema y sus instituciones y el auge de su violencia, en un mundo, intervenido por el imperialismo y sus guerras.  

Extraordinaria es la necesidad de situar al partido en una fase de mayor confrontación con los enemigos de la clase obrera y de avanzar en la reunificación definitiva de todos/as los/as comunistas en un sólo partido.  

Pero quizá lo más destacado del proceso congresual, es que se ha celebrado en plena pandemia del covid-19, con los territorios en crisis de movilidad. El sistema telemático, con 27 enclaves repartidos por todo el Estado con el que la dirección central saliente y la militancia ha enfrentado con éxito, la celebración del XI Congreso, no pasará desapercibida.  

Finalmente, también es destacable el cambio generacional, tanto del Comité Central, como de la Secretaría General. En el 7º Congreso celebrado en 2002, Carmelo Suárez es elegido nuevo  secretario General. Dieciocho años más tarde, le ha sucedido Julio Díaz. Sin duda, dos grandes cuadros, valiosísimos para el Partido y la revolución. Les conozco personalmente, y he tenido el privilegio de tratarlos lo suficiente como para aseverarlo. 

A Julio Díaz comencé a conocerlo en las reuniones que celebrábamos en Alicante allá por 1982 en una plataforma para la recuperación y unificación de los comunistas (PRUC).  

La primera imagen que recuerdo es la de un niño de unos 15-16 años que mostraba un gran interés. Durante todo ese tiempo hasta ahora, siempre hemos seguido militando juntos (él en Alicante y yo en Ibi - Alcoi), primero en los hoy malogrados CJC, después en el PCPE, participando incluso en órganos de dirección. Fue dirigente juvenil de masas, Responsable Político de Alicante y  del Comité Central de los CJC hasta el final del tiempo político. En el Partido, miembro del Comité Central,  Responsable Político de Alicante, de la provincia y del País Valenciá. No cabe duda de su capacidad y recorrido para esta nueva etapa como Secretario General.  

La primera vez que traté a Carmelo Suárez fue en la Fiesta de Nuevo Rumbo celebrada en el Mercado Central de Valencia en 1988. Buscaban un voluntario que condujera un furgón para recoger lechugas y otros productos para el stand central. Me ofrecí y me presentaron a un acompañante para hacer juntos el trabajo (un camarada de las Palmas de nombre Carmelo).  

Diez años más tarde, de nuevo en Valencia, en un momento delicado para el partido, entre el  6º y 7º congreso, el Comité Central convocó un acto estatal, donde Carmelo habló en nombre del Partido, llamando a la firmeza de la militancia y anunciando la preparación de un congreso extraordinario. A partir de ese congreso Carmelo ha sido Secretario General hasta el XI, tarea asumida con una gran capacidad y sacrificio.  

Pero la dirección central, no son solo Julio y Carmelo, sus miembros, nuevos algunos, veteranos otros, son destacados/as militantes con recorrido, capacidad y compromiso avalados  por su trabajo en los frentes de lucha de sus territorios. Una acertada selección que fusiona la  experiencia y las capacidades.  

Llegados hasta aquí, una vez engrasada la maquinaria, hay que seguir haciendo historia;  luchar; luchar hasta vencer, luchar hasta llevar la clase obrera al poder.  

Onofre Mirón 

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