Hemos ido al encuentro con trabajadoras/es migrantes que son sobreexplotados por la patronal agrícola de Huelva, hemos querido conocer su realidad en primera persona en aquellos lugares en los que malviven hacinados en la mayoría de las ocasiones.

En Palos de la Frontera malvive Amin. Vino de Almería hace dos meses a echar la temporada y sólo ha trabajado cinco días. Amin nos cuenta que hasta ahora sólo ha venido un hombre ofreciendo trabajar el fin de semana: “Luego nos paga 30 o poco más”. El argumento del patrón agrícola es siempre el mismo, sea cual sea la verdadera situación de los precios del producto en origen, éste siempre usará el “no te puedo dar más, la temporada está muy mala”. Así de esta manera, se les roba lo que falta hasta los 48,54 euros que marca el convenio. Claro, los fines de semana y festivos no hay inspecciones en los campos de la zona fresera. La realidad, contraria a las falacias institucionales, es que no los hay nunca.

En Lepe malvive Hassan, el cual huyó de Guinea Conakri. Nos explica, entre otras reivindicaciones, ésta: “queremos una vivienda digna, no gratis”. Vive, o malvive, en un edificio abandonado con otros compañeros, todos subsaharianos, que se organizan como pueden en esta improvisada “residencia”. Los primeros no tienen luz ni agua, los segundos sólo disponen de un grifo de agua en el patio que hace de plazoleta. Entre ellos hoy se revive el mundo de nuestra infancia de explotación y abusos, y ahora racismo. Todo ante la indiferencia de la población local, a la que la burguesía intenta alienar ideológicamente para que se posicione en contra de los intereses de clase; haciéndoles creer que la culpa de los problemas de desempleo o precariedad de éste la tiene la presencia de los inmigrantes. Salvo alguna presencia temporal de SAT y CGT, no hay organización sindical que, desde posiciones de clase, eleve la conciencia de las/os jornaleras/os, que les haga entender que nativa o extranjera son la misma clase obrera. Los sindicatos que firman los convenios (CCOO y UGT, en la mayoría de las ocasiones) ni están, ni nadie sabe nada de ellos.

El incendio del campamento del cementerio en Lepe fue provocado por la mano asesina de la reacción fascista, como otros incendios que se ocasionaron en asentamientos vecinos. Sobre el terreno todavía se ve la zona quemada del penúltimo, donde murió un joven marroquí de poco más de 20 años.

Después de estos incendios, algunos de los residentes en los campamentos se congregaron en la plaza del Ayuntamiento exigiendo una solución. La respuesta fue el desalojo de todos ellos por la fuerza de represión al servicio del patrón; mientras el solar del campamento quemado fue allanado y alambrado, para que no quedara dudas de la resolución de las autoridades locales; importándoles un pimiento la suerte de estos trabajadores.

Así transcurre la vida de estos compañeros y compañeras inmigrantes: sufriendo la explotación más descarada, obligados a trabajar más horas de las que les pagan, con trabajos a destajo, aunque esté prohibido (caso del trabajo en los agrios), sin seguridad en el trabajo; soportando incluso abusos sexuales (casos como el de las trabajadoras marroquíes denunciados hace unos meses).

El PCPA no cesará en la denuncia de la explotación y sobreexplotación que aplica esta patronal de viejos y nuevos ricos, los que en aplicación de la lógica inherente al capital no dudarán en llevar hasta el límite de las capacidades físicas y, si es necesario hasta la muerte, a millones de obreras/os con el objetivo de elevar sus beneficios.

Llamamos a todas/os las/os trabajadoras/es del campo a organizarse en la defensa de sus derechos laborales y a ingresar en las filas del PCPA, Partido Comunista del Pueblo Andaluz, para conseguir una sociedad mejor, libre de explotación, una sociedad socialista.

Domingo López

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