Zinaida Portnova, más conocida como Zina Portnova, nació en Leningrado el 20 de febrero de 1926 en el seno de una familia de clase trabajadora. Su condición de clase y el abuso que la Alemania nazi protagonizaba contra su pueblo, hicieron saltar la chispa de Zina y en 1942 decidió ser parte del Komsomol.
Participó duramente distribuyendo panfletos en la Bielorrusia ocupada, recogiendo y ocultando armas para los soldados soviéticos e informando sobre los movimientos de las tropas alemanas. Después de aprender a usar armas y explosivos, Portnova participó en acciones de sabotaje sobre un surtidor, una central eléctrica y una fábrica de ladrillos. Se estima que, como consecuencia de estos actos, se abatieron más de 100 soldados alemanes.
En 1943, Portnova fue contratada como ayudante de cocina en Óbol. En agosto de ese año, envenenó los alimentos destinados a la guarnición nazi allí estacionada, consiguiendo otro centenar de bajas. Rápidamente fue sospechosa del envenenamiento y la valiente Zina comió parte de la comida envenenada para auto exculparse. Al ver que no enfermó al momento fue liberada, aunque más tarde padecería las consecuencias del envenenamiento, de los cuales se recuperó.
Más tarde, ingresó como exploradora en una unidad de partisanos nombrada Kliment Voroshílov y se unió definitivamente al Konsomol.
En diciembre de 1943 fue enviada de nuevo a Óbol para infiltrarse en la guarnición y reunificar fuerzas. Pronto fue capturada y hay diversas hipótesis sobre lo que ocurrió tras su captura. Parece ser que consiguió robar la pistola del investigador de la Gestapo que la interrogaba, disparándole, así como a los soldados que acudieron tras el disparo, consiguiendo escapar del complejo, aunque fue capturada posteriormente. Tras varios días de tortura fue ejecutada el 15 de enero de 1944, tenía tan solo 17 años.
El 1 de julio de 1958, Portnova fue declarada a título póstumo Héroe de la Unión Soviética por el Presídium del Sóviet Supremo. También recibió la Orden de Lenin. En 1969, el pueblo de Zuya la homenajeó con una placa conmemorativa. Numerosos grupos de Jóvenes Pioneros fueron nombrados en su honor.
Otro ejemplo más de una mujer luchadora, que sacrificó su joven vida por la defensa de su pueblo y sobre todo por la defensa de sus ideales. Una mujer que no sale en los libros de historia burguesa pero que desde luego, se merece todo nuestro reconocimiento. Reconocimiento que sin duda honraremos continuando la lucha contra el fascismo y por la construcción de una sociedad socialista.
Alba AK