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Editorial Marzo 2021

Marcada por un año de pandemia en el que la agudización de todos y cada uno de los datos que reflejan la gravedad de la crisis estructural de capitalismo es un hecho irrefutable, la conmemoración de este 8 de marzo impone revisar algunos datos y sacar conclusiones de ellos

A modo de ejemplo

  • El 74% de los contratos parciales son de mujeres.
  • A enero de 2021 hay 600.000 mujeres paradas más que hombres.
  • Las mujeres afiliadas a la Seguridad Social son 1.269.705 menos que los hombres.
  • Las mujeres cobran 424 € menos de pensión de media que los hombres.
  • Dedican un 60 % más de tiempo a las tareas de cuidados y reproducción.
  • 9 de cada 10 personas dedicadas a las labores del hogar son mujeres.
  • Según la asociación profesional de inspectores de Hacienda Ghesta, la brecha salarial anual entre hombre y mujeres es de 4.915 €.

Efectivamente, estos datos del INE que se dan en un contexto general para toda la clase obrera, de desvalorización acelerada de la fuerza de trabajo en el que abundan los salarios de miseria, son solo una pequeña recopilación estadística que refleja la doble esclavitud que padecen las mujeres en nuestro país, pero no por ello dejan de señalar con suficiente solvencia la existencia de una agravada realidad de explotación y opresión de las mujeres trabajadoras. Frente a esta evidencia, ya no vale seguir girando la cara y mirar a otra parte. Cualquier actitud diletante o comprensiva al respecto convierte al sujeto –individual o colectivo- que la aplica, en cómplice o responsable de la misma. 

No decimos nada nuevo, ya nuestros clásicos, hombres y mujeres, situaron la necesidad imperiosa de “reaccionar” frente a todos los abusos, frente a toda manifestación de arbitrariedad y opresión, de violencia e imposición, cualquiera que sea la clase afectada…sectores y grupos de población” (1) 

¿Podemos afirmar que la posición política de campo revolucionario ha sido siempre coherente con ese mandato leninista? Sin duda no. Han sido muchas las veces en las que se ha impuesto una absoluta incomprensión teórica y práctica de la totalidad de contradicciones y opresiones que se expresan en la sociedad y que el materialismo histórico nos permite interpretar correctamente si lo usamos acertadamente y no como un manual esclerótico. Esta carencia, propia del seudomarxismo antidialéctico que tan negativamente ha condicionado al campo revolucionario, abriendo la puerta a todo tipo de desviacionismos simplistas de “izquierdas” y derechas, no solo nos ha impedido armar una amplia convocatoria anticapitalista de masas y alinear al conjunto de “sectores” y “grupos de población” con la clase obrera revolucionaria, sino que, sin duda, ha sido un factor ideológico que siempre ha acompañado a la contrarrevolución en los procesos revolucionarios triunfantes, expresándose como propicia cuña de la superviviente ideología burguesa que tan bien convive con cualquier espacio de opresión social que persista en la Nueva sociedad.

Igualmente el PCPE denuncia y se mantiene absolutamente al margen de cualquier debate que, desde posiciones cargadas de ideología burguesa, trata de enfrentar dos realidades de opresión como si fueran antagónicas.

En 2021, como también lo fue en 1917 para los y las bolcheviques que nunca dejaron de tenerlo en cuenta, es imposible construir un proyecto realmente emancipatorio sin comprometerse con la necesidad de superar las condiciones materiales e ideológicas de la doble esclavitud de las mujeres trabajadoras. De qué libertad podríamos hablar, si obviamos el papel proletario de las mujeres en el espacio de reproducción de la fuerza de trabajo (2)  y hacemos una “revolución” en la que el 50 % de la población sigue siendo oprimida por la otra mitad, que se beneficia de su trabajo reproductivo y de cuidados.
Por eso, volvemos a afirmar con absoluta rotundidad que SIN LIBERACIÓN DE LAS MUJERES, NO HAY REVOLUCIÓN.

Nuestra prioridad es doble. Por un lado, levantar estructuras del FEMINISMO DE CLASE con una amplia penetración de masas y por otro, naturalizar el compromiso con la liberación de las mujeres, en el conjunto de estructuras obreras y populares destinadas a constituirse en la base organizativa y política del Frente Obrero y Popular por el Socialismo. En absoluto se trata de una etiqueta más que permita resolver nada por el mero hecho de utilizarla; muy al contrario, es la única conclusión práctica coherente con la complejidad del feminismo interpretado desde las categorías científicas del marxismo-leninismo. Por eso, la planificación y puesta en marcha real de estos espacios que, en la práctica, puedan disputarle la hegemonía a las diversas expresiones del feminismo burgués, requiere del firme compromiso del conjunto del Partido a todos los niveles.

LIBERTAD PARA PABLO HASSEL. ASÍ ES LA DICTADURA DEL CAPITAL.

Frente a la ambigüedad o el silencio de quienes con sus hechos definen con claridad al servicio de quien están, para el conjunto de la militancia revolucionaria no hay duda (3); pese a las diferencias que puedan existir, cuando nos tocan a uno/a, nos tocan a todos/as.

Por ello, todo nuestro apoyo al compañero Pablo Hasél y a las luchas por su libertad y la del resto de presos políticos que padecen la represión del estado español, monárquico y burgués. Desde la pluralidad, pero impulsando espacios de trabajo unitario, la proyección de masas de esta lucha por la libertad y contra la represión, debe ayudar a romper algunos de los consensos sociales que, en la práctica, expresan la hegemonía ideológica del capitalismo en nuestro país. Pese a enmascararse bajo formalidades democráticas cada vez más débiles, en la que juegan un papel creciente elementos ideológicos fascistizantes como el chovinismo, la xenofobia, el militarismo o el machismo, e individuos directamente fascistas como son una parte mayoritaria del ejército, los cuerpos represivos y la judicatura, erraríamos si negásemos la existencia aun de derechos y formalidades democrático burguesas en España, pese a ser cada días más formales y verse dificultada su práctica por leyes y reglamentos que bajo la excusa de la seguridad los reducen en la práctica y preparan el escenario legal de próximas ofensivas contra la clase obrera. No hay ninguna duda que la realidad de la dominación de clase burguesa; el ejercciio diario de la dictadura del capital, se expresa como solo puede hacerlo el poder de una exigua minoría que se impone a una inmensa mayoría: con extrema violencia.

Pero no por ello blanqueemos la realidad del capitalismo minusvalorando su capacidad represiva y adjetivándola de fascista por el mero hecho de perseguir, criminalizar y encarcelar a la disidencia y a las organizaciones revolucionarias. ¿Acaso el capitalismo ha dejado en algún momento histórico de reprimir al movimiento obrero y popular cuando éste ha dado el paso de organizarse “para sí” y ha adquirido conciencia de sus verdaderos intereses y necesidades? Para la burguesía la mejor forma de ejercer su brutal y sanguinaria represión de clase, es bajo el aspecto de la democracia burguesa y, por eso, solo cuando ve tambalear su poder por el empuje de las organizaciones obreras y revolucionarias, cambia la forma de su dominación a las propias del fascismo y rompe cualquier formalidad democrático-burguesa. En España eso aún no es así, pero para nada significa ni que su capacidad represiva pueda seguir creciendo, ni que en las bambalinas de las cloacas del Estado (4) se esté preparando el escenario para ello.

 


(1)¿Qué hacer? Lenin

(2) “la familia nuclear moderna se basa en la esclavitud doméstica, abierta o disimulada de la mujer” “el varón es el burgués, mientras que la mujer representa al proletariado” - Engels.

(3) Es clamoroso y de un alto significado político el silencio de algunas organizaciones llamadas “comunistas” en relación a la detención de Pablo Hasél.

(4) Aprovechamos este Editorial para celebrar con nuestros lectores/as el reciente fallecimiento del laureado torturador y General de la Guardia Civil, Enrique Rodríguez Galindo y exigir la prisión inmediata de todos los torturadores indultados por la Ley de Amnistía y los distintos gobiernos del PSOE y el PP.

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