Foto de Carlos Tenor

El pasado domingo 13 de julio ocurrió un suceso horrible en el Puerto de Mazarrón, Murcia. Younes Bilal y sus amigos estaban en una cafetería del paseo marítimo, tras toda la tarde aguantando insultos y comentarios racistas Younes se acercó a la mesa de este hombre -el exmilitar Carlos Patricio B. M.- y le pidió que les respetase; ante esto el hombre se fue, volvió 40 minutos después pistola en mano y al grito “¡moro de mierda!” le propinó tres disparos al joven causándole la muerte. Younes era un hombre de 37 años que se ganaba la vida de pintor y vivía felizmente con su mujer y sus tres hijos. Este asesinato racista ha escandalizado y sorprendido a la mayoría de la población, pero no debería sorprendernos debido a que a pesar de que la Región de Murcia es la tercera comunidad con más población extranjera según datos del INE (2019) no dejan de sucederse situaciones de abuso que reflejan la actitud racista y el desprecio de parte de la sociedad murciana con esta población, una actitud amparada y justificada por parte de los partidos políticos burgueses que vertebran su acción política en un discurso de odio racista, machista y lgtbifóbico. Ante la situación de crisis en la que se ve envuelto el sistema capitalista este se vale de los discursos más reaccionarios perpetrados por la extrema derecha y los partidos con tendencias fascistas que se sientan en la Asamblea Regional.

Algunas de estas situaciones de abuso que se han sucedido en la Región de Murcia y que no han tenido eco en la prensa burguesa son, por ejemplo, la explotación de los migrantes en el campo, agresiones sexuales de 20 temporeras en Cartagena por parte de su encargado, ataques a la mezquita de San Javier con pintadas de “Muerte al islam” y la puerta calcinada, la colocación de un artefacto explosivo en un centro de menores de Alhama en el que se encontraban menores no acompañados o las manifestaciones en contra de un centro cultural islámico.

El pasado miércoles 16 tuvo lugar otra agresión violenta a una mujer migrante que estaba haciendo cola en un punto de recogida de alimentos cuando otra mujer le propinó una puñalada al grito de “los inmigrantes nos quitáis la comida”.

Todos y todas debemos trabajar diariamente para superar los estereotipos negativos que afectan al conjunto de la población y esforzarnos en crear barrio, desarrollar un sentimiento de pertenencia a una comunidad; promover la educación transformadora a través del cambio de actitudes entre los y las vecinas, potenciar la solidaridad e interculturalidad, en resumen, defender la alegría, pues como dijo el Che “la solidaridad es la ternura de los pueblos”.

Los y las comunistas debemos enfrentar y luchar contra estos discursos de odio que humillan, deshumanizan y violentan a las personas migrantes pertenecientes a la clase trabajadora, porque no olvidemos que este odio no se dirige a las personas migrantes europeas por ejemplo. Debemos trabajar para que la gente que nos rodea sea capaz de identificar al verdadero enemigo pues esta, como todas, es una lucha de clases, no es una lucha entre religiones, ni una lucha entre “razas”; es una lucha entre ricos y pobres, entre explotadores y explotados y este es el mensaje que tenemos la obligación de transmitir e inculcar al conjunto de la clase trabajadora.

En nuestros barrios no caben el racismo y el odio, construyamos conjuntamente espacios de encuentro, solidaridad y apoyo mutuo. Al racismo no se le discute, se le combate.

Nadie nace odiando a otra persona por el color de su piel. La gente aprende a odiar. También se le puede enseñar a amar. El amor llega más naturalmente al corazón humano que lo contrario” (Nelson Mandela).

Blanca Madrid

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