Sirva el título de este artículo para situar los tres requisitos imprescindibles para desconfinar la lucha obrera y popular, marcando su propia agenda y con garantía de éxito.

Entramos en una nueva etapa que, aun estando condicionada por posibles escenarios de vuelta a picos de la tasa de contagios y el incremento de muertes y hospitalizaciones, marca ya con claridad la realidad en la que nos quiere instalar definitivamente el poder burgués.   La fórmula ideológica del sistema: individualismo para sobrevivir en una sociedad crecientemente competitiva en la que la pobreza y la exclusión social se generalizan de mano de la precariedad laboral, el paro y el desmantelamiento de los servicios sociales.

Nos quieren divididos y padeciendo en silencio el fracaso social como propio.  La sociedad está enferma, no ofrece alternativas, solo existe la certeza de un futuro aún peor y, sin embargo, sigue siendo capaz de mantener amplios consensos sociales en torno a que es el único mundo posible.  

La base material responsable  de esta realidad, que se difumina con la individualización y la creciente pérdida de conciencia y valores de la clase trabajadora, necesita del antídoto de lo colectivo, de la experiencia compartida y del conflicto que haga emerger  las evidencias que, a vista de los y las protagonistas de la lucha de clases, desmonten las mentiras en las que sostienen su dominación ideológica.   Resumiendo con las palabras de la camarada Rosa Luxemburgo, “quien no se mueve, no oye el ruido de sus cadenas”.

Por eso, la propuesta que como comunistas lanzamos al conjunto de la clase obrera y el pueblo,  pasa irremediablemente por la organización, la lucha y la unidad en un escenario en el que el individualismo, la desmovilización y la división solo favorecen a nuestro enemigo de clase y a sus más diversos gestores políticos y sociales/sindicales.

Nos sobran los motivos.

Nadie puede excusar la desmovilización escudándola en la dificultad de encontrar causas para iniciar la lucha.   En el terreno laboral, pero no menos en el ámbito social, son tantas las grietas de un sistema incapaz de contener sin convulsiones,  las múltiples contradicciones que se derivan de la existente entre el carácter cada vez más social de la producción y la propiedad privada de los medios de producción, que solo desde la complicidad o la más absoluta alienación e incultura política, se puede justificar la desmovilización.

En consecuencia, la necesidad de poner en la agenda la denuncia de las incapacidades del sistema para ofrecer justicia social, requiere necesariamente una propuesta de organización y movilización para hacerle frente.  

Es el sistema.

Aprendamos de la experiencia y reconozcamos en la parcialización de las luchas una de las causas de la derrota padecida por la amplia movilización iniciada en 2008.  No fue la única, ni mucho menos, pero el corporativismo estéril de las especialización de colores que representaron las llamadas mareas, dificultó avanzar en la conciencia de una responsabilidad global del sistema en todo el proceso de recortes sociales, laborales y civiles.

La unidad del movimiento obrero y popular.

Nada puede sustituir la lucha obrera.  Debe ser la guía de la movilización popular, y la Huelga General seguir siendo el gran hito referencial de la lucha de la clase obrera y el pueblo en defensa de sus intereses y necesidades.  

A la vuelta del verano, cuando las empresas transformen masivamente los ERTEs en EREs y la lluvia de millones de los Fondos de Recuperación de la UE llenen la cuenta de resultados de las grandes empresas a cambio de profundísimos ajustes que afectarán a nuestros derechos y bolsillos, se impone recuperar aquellos lejanos “otoños calientes” que hicieron temblar a la patronal y a sus gobiernos.  

No contaremos con ninguno de los actores que sostienen al gobierno de coalición, al contrario, los tendremos enfrente con su discurso del pacto social y el mal menor, y su cansino  cuento del lobo. Pero enfrente tendrán la realidad, a quienes ya no se creen sus mentiras  y a una  militancia comunista interviniendo y comprometida en alcanzar una creciente capacidad de dirección política de masas.

Julio Díaz

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