Recientemente, el presidente de la Asociación de Centros y Empresas de Hospitalización Privada de Madrid, Isidro Díaz de Bustamante, se rasgaba las vestiduras a través de un artículo en un vocero digital de la sanidad privada. En dichas líneas, tildaba de forma bastante pomposa, de “maniobra de agitación y propaganda falaz que perturbará la convivencia” a la tramitación ante el Congreso de los Diputados de la Iniciativa Legislativa Popular (ILP) por una Sanidad Pública, por parte de la Coordinadora Antiprivatización de la Sanidad (CAS).

Si no fuera por ser quien es, bien pudiera encajar en la sección de humor, o confundirse como noticia sarcástica de “El Mundo Today”, por la sonora tomadura de pelo que supone la argumentación, bajo la que se pretende justificar el saqueo al sistema público de salud por parte de la patronal de la sanidad privada.

Unos días antes los dos partidos del llamado “gobierno más progresista de la historia” (PSOE y U. Podemos) junto con PP y Vox, sumaban fuerzas en la Mesa del Congreso, impidiendo que se aceptara a trámite esta ILP, con la que se pretende recoger firmas para blindar nuestra sanidad pública.

Y es que, a pesar de todos los aspavientos propagandísticos de la socialdemocracia y sus tiras y aflojas con la derechona de este país, en última instancia, de lo que se trata es de “no perturbar la convivencia”, como señala el señor Díaz en su artículo. O hablando sin ambages, de garantizar la ganancia del capital a toda costa. Y en esto siempre se ponen de acuerdo.

Las movilizaciones organizadas por parte de la CAS estos meses atrás a lo largo de todo el estado, ponen el dedo en la llaga: acabar con los conciertos y la gestión privada en la sanidad pública, a través de la derogación de la Ley 15/97 y del Art. 90 de la Ley General de la Sanidad, entre otras urgentes medidas. Luchar por una sanidad 100 % pública y de calidad para acabar con el negocio con nuestra salud. Y esto a la patronal no le gusta.

Sus beneficios se han venido engrosando desde hace décadas a costa del dinero público, con el avance de las formas de introducción del mercado en el sistema público de salud. Privatización de la limpieza, mantenimiento, lavandería y demás servicios, gestión privada de hospitales públicos, derivación para pruebas diagnósticas,... mientras crecen como la espuma los seguros privados, al calor de las interminables listas de espera de unos hospitales públicos infrautilizados.

La COVID-19 mostró las graves contradicciones que afectan a nuestra sanidad. Urgencias colapsadas y triaje de guerra, el criterio de no dar soporte de ventilación mecánica (los famosos respiradores) a mayores de 60-65 años, mientras la sanidad privada recurría a los ERTE, pagados con dinero público, y las residencias de personas mayores eran convertidas en morgues, por la desastrosa gestión privada.

Ahora, para mas inri, aspiran a recibir parte de los fondos de recuperación europea, porque, en boca de ASPE, patronal del sector, han tenido un “fuerte compromiso y cooperación con la sociedad durante la pandemia”. Por supuesto, el gobierno de coalición lo hará a pies juntillas sin ponerse colorado (paradójica expresión puesto que de rojo tienen poco). Por algo es el gobierno de turno por el que apuesta la burguesía...

A los y las comunistas nos tendrán enfrente, junto con el resto de compañeros y compañeras de lucha, en la movilización, en los centros sanitarios, junto a la clase trabajadora. Sin dudarlo ni un momento, perturbemos su convivencia, luchemos por una sanidad pública y de calidad, libre de las garras del mercado.

Francisco Valverde – Enfermero del Servicio Murciano de Salud

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