Por obra y gracia de unos golpistas fascistas, este país tiene un Concordato con la Santa Sede que nos hace alimentar a la Iglesia católica y todas sus ramas. No es alpiste precisamente lo que se le da: 11 mil millones de euros al año (según datos de Europa Laica: 4.920 millones son a través de aportaciones para financiar centros de enseñanzas y profesores de religión, 2.000 millones para obra social y asistencial y otros 2.000 millones a través de exenciones y bonificaciones tributarias como el ahorro del pago del IBI (impuesto de bienes inmuebles) entre otras, y si no nos equivocamos, porque puede ser que entre ongs, orgs, plataformas, convenciones y negocios miles, la subvención a quienes nada producen sea aún mayor. Aún más sangrante si se compara con las cantidades con las que se subvenciona a partidos políticos y agentes sociales (alrededor de 300 millones anuales), incluidos los de Vox, quienes, que sepamos no han devuelto nada de esas subvenciones

Todo esto no sería posible sin el colaboracionismo de los gobiernos pijo progres o no, que siguen besando las manos papales, que son republicanos pero monárquicos, obreros pero de la patronal, pro pensionistas, pero privados, pro sanidad pero privada…en fin, por el capitalismo tradicional o digital.

Centrándonos en la educación concertada. Es poco menos que vergonzoso como la falta de inversión pública transforma la educación en un negocio rentable. Que su hijo se quedó sin plaza en un colegio público…no se preocupe, la privada o la concertada le harán un hueco: los negocios son los negocios.

Teóricamente, no hay que pagar nada en un colegio concertado, pero, de entrada, ya hay horario partido, lo que según aprieten en el tiempo de asueto entre jornada, conlleva que los padres dejen a su prole en el comedor. Primera ostia (no sé si con h o sin h, porque las dos duelen igual y suelen ir juntas). Del colegio público gratuito al pago de comedor, por supuesto, subcontratado y al que hay que sacarle beneficio. También hay extra escolares de pago paguísimo y “aportaciones voluntarias” al arzobispado y cosas por el estilo.

Segunda hostia: según en qué comunidad o población, todos los colegios concertados se conciertan entre ellos (valga la doble acepción del vocablo) para exigir uniforme. No sólo es el uniforme escolar, normalmente lleva aparejado, chándal y hasta patucos….

Tercera hostia u ostia: La peor de todas. Revisando muchos colegios concertados nos encontramos con infraestructuras de hace 2 siglos, reconversiones de conventos, cuyo aspecto no está muy lejano de una cárcel. Con poco o ningún espacio para actividades deportivas o lúdicas. La letra con sangre entra sigue estando detrás de esta concepción de la educación aunque la disimulen con planes de enseñanza de inglés desde los 3 años. Al fin y al cabo, el inglés como lengua oficial del imperio viene a sustituir al latín.

Otros aspectos a tratar son el curriculum escolar, las asignaturas, que aunque vigiladas por una inspección de educación, dejan manuales “ligeramente” tendenciosos. Y, por supuesto, el profesorado que en estos casos no tienen que aprobar oposiciones sino procesos de selección propios. Tampoco tienen que hacer el CAP. En resumen, que seguro que habrá algún caso, pero no veo a estos negocios de la enseñanza contratando a comunistas. Todo atado y bien atado. Al final acabarán enseñándoles la historia del Caudillo y de cómo Santiago Apóstol arrojó a los moros (y a los rojos, por supuesto) de España.

Frente a este negocio sólo cabe la opción de una enseñanza pública de calidad, laica y gratuita. Sólo el pueblo organizado salva al pueblo.

Juan Luis Corbacho

uyl_logo40a.png