En los días previos a su próximo combate, Young Sánchez, Paco para los amigos, atraviesa distintos estados de ánimo cuya descripción, construida por medio de voces e imágenes de la vida cotidiana en un barrio obrero de Madrid, constituye una de las mejores muestras de la novela española de los años 50’. Escrito por Ignacio Aldecoa, este relato comprime en solo treinta páginas un compendio de las aspiraciones y los sueños de ascenso social de miles y miles de seres humanos desprovistos de cualquier horizonte vital.

Para que este triunfo se produzca, para dejar atrás de una vez por todas los interminables horarios de trabajo mal pagado, las estrecheces cotidianas y ese regusto de obligado silencio - porque se trata de hablar de los vencidos a los que no se les reconoce derecho a nada - Paco debe hacerse un nombre entre los boxeadores del momento. Solo así, a golpes, su victoria será compartida a través de conversaciones de taberna, en corros de vecinas o en las páginas del Marca hasta alzarse como el grito alborozado de los que, les guste o no, son como él; porque si Paco gana el próximo combate, y el próximo, y otro más, y los que hagan falta, habrá ganado uno de los nuestros.

En ningún momento Paco expresa sentimiento alguno. El lector sabe que se avergüenza del entorno familiar al que pertenece, que el miedo al contrario se manifiesta en pequeños y dolorosos detalles, que, si pudiera, saldría corriendo, no para escapar del sudor y la violencia del ring…, para escapar de todo. Y ese es su drama, su interminable frustración, su incapacidad de percibir que antes de que suene el gong, Young Sánchez ya ha sido derrotado porque nadie se ha molestado en enseñarle que el individuo, por sí solo, es incapaz de vencer al monstruo.

A. Batlen

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