La población civil en Bucha, principal víctima del fascismo en la guerra en Ucrania. Foto: TELESUR
Algunas agencias de prensa y otros grandes medios occidentales se ceban con las informaciones que se producen, aunque estén manchadas de sangre –o que nunca se producen, sino que se inventan– sobre la confrontación bélica en Ucrania.
Los ejemplos diarios de noticias falsas, más que todo, quitan crédito a los medios que las publican, y a los periodistas que las escriben.
Pero también nutren a los líderes occidentales que las esperan, en su afán por desprestigiar a Rusia y justificar el alargamiento de un conflicto que ya debió terminar, en paz y con garantías mutuas, sin intromisiones ni juegos políticos para cercar a Moscú.
La comunidad internacional debe oponerse, «de verdad», a la codicia del complejo militar de Estados Unidos que vende armas, no importa el uso que se les dé, lo mismo para que sus ciudadanos se maten entre sí que para atizar guerras allende los mares, como ocurre hoy en Ucrania o en otras naciones del Oriente Medio.
Son demasiadas las acciones de los gobiernos de EE. UU., desde el surgimiento mismo de ese país y durante su instauración como imperio, causantes de millones de muertes, mutilaciones y heridas, destrucción de Estados, torturas, sanciones económicas como ultimátum para asfixiar a poblaciones enteras, entre otras acciones.
Por ello resulta repudiable que el inquilino de la Casa Blanca, Joe Biden, aparezca ante la televisión tildando de criminal al presidente ruso, Vladímir Putin, porque este se haya propuesto contrarrestar los planes de cercar a su nación, utilizando como punta de lanza a la OTAN y como campo de batalla y confrontación a Ucrania.
Además, éticamente hablando, eso de calificar de «terrorista» a un líder político, elegido democráticamente por su pueblo para guiar los destinos de la nación, no parece cosa de un mandatario al que se le pueda dar crédito alguno.
El último de estos ejemplos se construyó mediáticamente en la ciudad ucraniana de Bucha, donde, en dos minutos de filmación, se concentra la mentira, el odio, el desprecio por los seres humanos, todo en función de desvirtuar la realidad y brindar al mundo una versión nada real de lo sucedido, luego del abandono de las tropas rusas de ese entorno cercano a Kiev, la capital ucraniana.
Una vez que las imágenes surcaron el éter y desinformaron al planeta, los grandes medios occidentales se sumaron al ejercicio del infundio contra Rusia, y mandatarios como el de Gran Bretaña, EE. UU. y otros, fabricaron su «verdad» y volvieron a arremeter contra Moscú y su Presidente, caldo para nuevas sanciones o como para la decisión de expulsar a Rusia del Consejo de Derechos Humanos de la ONU.
Poco se divulgó en esa prensa, y para nada lo tuvieron en cuenta los citados líderes de Occidente, que los militares rusos habían abandonado Bucha el 30 de marzo, y que no fue hasta cuatro días después que se divulgaron aquellas imágenes.
¿Dónde estuvieron guardadas durante las 96 horas transcurridas desde que el último militar ruso salió de esa zona? ¿Qué cadáveres son esos, sin señal alguna de descomposición? ¿Por qué esa supuesta verdad no se expuso antes? ¿Qué se quería ocultar?
Todo el montaje mediático se hizo más evidente cuando Rusia pidió convocar al Consejo de Seguridad de la ONU para analizar lo ocurrido o «fabricado» en Bucha, y no se produjo tal reunión, dada la oposición de Gran Bretaña, país que lo preside.
¿Qué quieren esconder Estados Unidos, Reino Unido y otros gobiernos de Occidente, metidos hasta el tuétano en lo que sucede en Ucrania, y responsables de la manipulación que ha llevado a ese país a una confrontación que ya cuenta por miles los muertos y heridos?
El jefe adjunto del Consejo del Banco Nacional de Ucrania, Vasili Furman, ha reconocido que su nación ya ha recibido más de 3 000 millones de dólares en armas desde Estados Unidos y otros países occidentales. ¿Para qué tanto dinero y tantas armas?
En tanto, Rusia, a través de la portavoz de su Cancillería, María Zajárova, al comentar la petición del Presidente de EE. UU., de crear un tribunal sobre los acontecimientos en Ucrania, le aconsejó a Washington por dónde empezar los procedimientos: «Biden pide un juicio por crímenes de guerra. ¡Gran idea! Que empiecen por juzgar a los responsables de los bombardeos a Yugoslavia y de la ocupación de Irak, que causó cientos de miles de muertos y mutilados».
Lo de la ciudad ucraniana de Bucha es una mentira fabricada que, lamentablemente, de tanto repetirla, envenena a la comunidad internacional contra Rusia, y afianza el plan de Washington de alargar la guerra para vender más armas y obtener jugosas sumas de dinero.
Publicado el 6 de abril de 2022 en www.granma.cu