El nombramiento de Feijóo como Presidente del PP, cuando la silla de Casado estaba todavía caliente, tenía captada toda nuestra atención, porque no me negarán ustedes que el PP en los últimos tiempos se había convertido en antro de depravación y vicio necesitaba la mano sanadora de un líder, un gurú, un servidor del orden que pusiera los puntos sobre las “iesgriegas”.

Y... Sevilla tuvo que ser, con su lunita plateada, testigo de la elevación a la dignidad de Presidente del gallego, que después de las primeras tinieblas, sin llevar nada escrito y preparado, despejó dudas: “somos el partido de siempre, el que gana y quiere ganar para después gobernar” ¡Así se habla, con claridad y nitidez pa que no se descarríe nadie!

Trece años al frente de la Xunta avalan su trayectoria. Fue un contable muy austero para invertir y muy generoso para recortar: 25% de los gallegos viven por debajo del umbral de la pobreza, recortes en la atención primaria, privatizaciones y cierres de colegios públicos, autorizar universidades privadas, favorecer a ENCE, dos cajas de ahorros vendidas a Bancos venezolanos, juventud gallega que busca el futuro fuera de su tierra, en fin, la gestión de un hombre moderado y sensato, un conservador como mandan los cánones. Pocas diferencias con Ayuso, si no fuera porque ella, a quien se le tributa culto por las mismas gestas, añade a su carisma una verborrea descocada y rabanera que mantiene subyugada a la Comunidad de Madrid.

Han de saber ustedes que Núñez Feijóo, para cerrar las heridas de tanta puñalá, se hace acompañar de una buena cuadrilla; unos importados de Galicia y a otros los fue apañando por ahí; Martínez Almeída que estuvo amagao cuando el asunto del espionaje, Enrique Núñez criado a los pechos de Ana Botella, Manuel Cobo, que había sido imputado en la operación Lezo, Alfonso Serrano que se entiende de maravilla con Miguel Ángel Rodríguez, Ana Pastor exministra, un concejal de Parla y de Galicia se trajo a Manuel Tellado, su doberman. Todos ellos, además de estar empapaditos de una enorme e inexplicable admiración por el nuevo Presidente tienen una radical convicción; a su derecha no quieren a nadie más y a la izquierda del PSOE tampoco.

Oye ¡qué magnífica idea! Volver a aquellos tiempos de la Alianza Popular en la que Fraga proclamaba con aquella voz que salía atropellada y gozosa de aquel cuerpo de orangután cuando ejercía una inolvidable represión política: “la calle es mía”

En Castilla y León los de Feijóo ya han empezado a comer pan duro, el Presidente ha aleccionado a su banda “eu quero votos e non vetos”. ¿Habrá mejor receta para hermanar a la derechita cobarde y a la derechona camorrista? Siendo todos hijos del mismo padre, urge indeclinablemente poner fin a esa división infructuosa y testaruda, “arrejuntarse” y pelitos a la mar...

Una vez resueltas las justas venganzas en Génova, la derecha “moderadita” de Feijóo engullirá a la ultraderecha sin reacción atípica alguna, sin que se le remueva el aparato digestivo y volverá a ser la “una, grande, ancha, desgarbada y muy libre” derechona de siempre.

Telva Mieres

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