Ana Carmona Ruiz, Nina, nació en Málaga el 16 de mayo de 1908. Hija de un estibador del puerto malagueño, creció viendo a los marineros ingleses jugar al fútbol en las explanadas portuarias. Ello levantó una pasión que la llevaría a romper barreras.

Ya en la edad de juvenil hizo todo lo posible y empezó a jugar al futbol en el Sporting Club de Málaga. Obviamente, en esa época el deporte de masas por excelencia estaba reservado para los hombres exclusivamente, por lo que Nina tuvo que hacerse pasar por uno de ellos y así poder disfrutar de su mayor pasión.

Jugaba cubriéndose el cabello, usando ropa ancha y se vendaba el pecho. Veleta la apodaban, afirmando sus compañeros que llegaba como mujer y saltaba al campo como “futbolista”. Llegó a ser una jugadora fundamental en los dos equipos en los que jugó, destacando sobre muchos de sus compañeros. Entrenaba a escondidas durante horas, frente a la pared y se ponía las botas que podía en cuanto veía oportunidad, a diferencia de sus compañeros de equipo, de los cuales, la mayoría, no entrenaba entre partidos. Aún así, cuando cierta afición o las autoridades se percataban de su condición, sufría numerosas humillaciones: hasta el punto de que le raparon el pelo, la apedrearon o pasó por arresto domiciliario por alteración del orden público.

Un claro ejemplo de mujer luchadora, que no permitió que las patriarcales limitaciones le impidiesen hacer lo que más le gustaba. Una de tantas mujeres que no se conformó con el “no puedes” y que dedicó su vida a su pasión, a pesar de todas las dificultades.

Gracias a Nina, y otras tantas que no se conformaron, hoy tenemos algún derecho más que ellas. Aún así, por desgracia, vemos que nos queda mucho recorrido. Conocemos la situación precaria de las futbolistas de ligas en las que los hombres cobran millonadas y ellas no cobran ni para cubrir gastos.

Por desgracia, nuestra futbolista falleció a la edad de 32 años, víctima de tifus y su historia fue silenciada, siendo incluso un tabú hasta que hace pocos años un periodista logró hilar unas pruebas que condujeron a esta ejemplar historia que hoy debemos contar. Porque somos parte de la historia, incluso del futbol, que sí, también tiene nombre de mujer.

Alba AK

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