El desarrollo del capitalismo como sistema social siempre ha estado ligado a la guerra y a la industria militar como factor económico principal en el proceso de acumulación y producción del capital. Desde su origen el desarrollo capitalista estuvo íntimamente ligado a la expansión colonial e imperialista, teniendo a las guerras de conquista como factor esencial en ese desarrollo. Un ejemplo característico de este proceso es la creación y desarrollo del Imperio Británico como impulsor del capitalismo inglés, dominante en buena parte de la historia de la industria mundial.
La industria militar y la guerra en sí misma está ligada al proceso de acumulación de capitales a través de dos procesos básicos: el primero es el propio mecanismo de impulso de la plusvalía relativa como factor principal de reproducción del capital, en la medida que dicho impulso se basa en un proceso acelerado de desarrollo de las fuerzas productivas, teniendo a la ciencia como el elemento fundamental de dicho proceso. La aplicación de la ciencia al aparato productivo, a través de avances, inventos y nuevas máquinas que aceleran y elevan la productividad, permite un avance en el proceso de acumulación y una elevación de la producción de plusvalía. Ese estímulo científico en el capitalismo tiene en la industria militar el principal campo de operaciones que luego es trasladado a la industria civil. Un claro ejemplo de este proceso histórico es EE.UU. Los EE.UU. salieron de la II Guerra Mundial como la potencia hegemónica en la economía mundial. La guerra había sacado de la Gran Depresión a la economía estadounidense al suministrarle la demanda efectiva necesaria a través de un sinnúmero de pedidos de armas y tropas.
El producto real creció un 65% entre 1940 y 1945, y la producción industrial se disparó un 90%. Inmediatamente después de la guerra, y a causa de la destrucción de las economías europeas y japonesa, los EE.UU. representaban más del 60% del producto manufacturado mundial. Al terminar la guerra, se palpaba manifiestamente en la cúspide de la vida social el miedo a un regreso a la situación de preguerra, con una demanda interna insuficiente que, incapaz de absorber el enorme potencial de excedente económico generado por el sistema productivo, provocara una recaída en el estancamiento y aun en la depresión económica. A partir de ahí, se instauró en EE.UU. una conexión estable y permanente entre el complejo militar industrial y el aparato productivo de Estados Unidos, de tal manera que los planificadores de posguerra en la industria privada y en el sector público se movieron rápido para estabilizar el sistema mediante la promoción masiva de un esfuerzo de ventas que cobró la forma de una revolución granempresarial en el marketing y mediante la creación de un estado bélico permanente orientado al control imperial de los mercados mundiales y al combate de la Guerra Fría (con cuartel general en el Pentágono). El esfuerzo de ventas y el complejo militar-industrial constituyeron los dos mecanismos principales de absorción del excedente (además del consumo y la inversión capitalistas) en la economía estadounidense durante el primer cuarto de siglo tras la conclusión de la II Guerra Mundial. Luego de la crisis de los 70, apareció un tercer mecanismo de absorción del excedente, la financiarización, revitalizando el sistema de acumulación cuando los efectos de los esfuerzos de ventas y del militarismo perdían capacidad de tracción. Por distintas vías, cada uno de estos tres mecanismos de absorción del excedente vino a impulsar la revolución de las comunicaciones ligada al desarrollo de computadores, tecnología digital e Internet. Porque cada uno de ellos precisaba de nuevas formas de vigilancia y control. El resultado fue una universalización de la vigilancia vinculada a las tres áreas: 1) militarismo/imperialismo/seguridad; 2) marketing granempresarial y el sistema de medios de comunicación; y 3) mundo de las finanzas.
En este proceso histórico EE.UU. Se ha convertido en un estado belicista dando lugar a un elemento crucial de la economía ligando, de manera orgánica, el complejo industrial militar con la política interior y exterior del Estado. Este proceso adquiere las características de una forma general de desarrollo del capitalismo, en donde la guerra responde a un mecanismo económico y político de autorregulación del proceso de acumulación en momentos de crisis como elemento para remontar las mismas con la destrucción masiva de fuerzas productivas, que en una etapa determinada del proceso, se convierte en freno de la expansión del capital a través de una crisis de sobreproducción.
El capitalismo es guerra y la guerra es capitalismo en la medida que ésta actúa como el principal mecanismo de superación parcial de las crisis de capital y en elemento principal de desarrollo de la plusvalía relativa constituyéndose la industria militar, y los gastos derivados de ella, como el mecanismo fundamental de expansión capitalista.
Alexis Dorta