El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, le otorgó rango de ley al acuerdo aprobado por el Congreso que restringe mínimamente el acceso a las armas.
Al estampar su firma en el documento, Biden dio un paso considerado por muchos estadounidenses como necesario, pero insuficiente, en el camino para poner fin a las masacres provocadas por la promoción de la violencia y la venta y uso indiscriminado de las armas de fuego.
Es importante señalar, por lo contradictorio que resulta, que la aprobación en el Congreso, el 23 de junio, de este acuerdo, estuvo precedida por un dictamen del Tribunal Supremo de Estados Unidos, que amplía el derecho a portar armas.
La Corte Suprema dictaminó anular una ley de tenencia de armas en el estado de Nueva York, promulgada hace más de un siglo, que establecía restricciones sobre la portación de armas de fuego en público.
Esta decisión puede tener implicaciones en otros siete estados con leyes similares: California, Delaware, Hawái, Maryland, Massachusetts, Nueva Jersey y Rhode Island.
La gobernadora de Nueva York, Kathy Hochul, consideró «indignante» e «imprudente» el fallo del Supremo, según CNN.
Vale significar que en la nación norteña hay circulando alrededor de 310 millones de armas. Con una población de 319 millones de habitantes, eso significa que casi cada estadounidense tiene un arma, independientemente de su edad.
A pocas horas de la masacre de Uvalde, considerada –después del tiroteo en la escuela primaria Sandy Hook, en Newtown, Connecticut– como la más mortífera en la historia de EE. UU., la Asociación Nacional del Rifle (NRA) celebró su convención anual, a la que asistieron, entre otros, el expresidente Donald Trump y el senador Ted Cruz.
En los discursos de ambos políticos, sumamente comprometidos con la NRA, ideológicamente, por asuntos de negocio y, sobre todo, de política, criticaron la propuesta de los demócratas de impulsar legislaciones de armas más estrictas.
Ted Cruz llegó a proponer el aumento de la seguridad en las escuelas, colocando guardias armados para enfrentar los tiroteos.
Muchos intereses se mueven detrás del apoyo de los políticos a la NRA. De las arcas de la poderosa asociación fluyen los dineros que financian campañas electorales, proyectos de ley y vetos contra todo el que intente limitar el negocio.
Cuando las armas dejen de ser un filón rentable que financia carreras y compra conciencias, comenzará a despejarse el camino, cesarán los cantos de muerte y el himno macabro de los disparos.
FESTEJAN LOS CONSERVADORES
La Corte Suprema de Estados Unidos también revocó el histórico fallo de 1973, conocido como Roe versus Wade, que determinaba que el derecho al aborto era una garantía constitucional en el país.
Terminar con este derecho constitucional es el resultado de una vieja campaña de los sectores más retrógrados de la nación, sobre todo de los cristianos conservadores.
Luego de confirmada, Trump calificó la decisión como «la mayor victoria para la vida en una generación»; en tanto, el ex vicepresidente Mike Pence expresó: «No debemos descansar y no debemos ceder hasta que la santidad de la vida sea restaurada en el centro de la ley estadounidense en cada estado del país».
Del otro lado, el presidente Joe Biden, aprovechando las circunstancias, en un discurso a la nación, señaló que la única forma en que los estadounidenses pueden proteger el derecho al aborto es votando por los demócratas en las elecciones de mitad de periodo de noviembre, reseñó BBC, y la líder de la mayoría demócrata en la Cámara Baja, Nancy Pelosi, calificó de «insulto» a las mujeres, el fallo de la Corte Suprema.
La asociación sin fines de lucro, Planned Parenthood, calificó de «peligrosa» e «inaudita» la decisión de anular Roe vs. Wade, ya que dejará desprotegidas a 36 millones de mujeres en edad reproductiva, detalla La Opinión.
Antes de la decisión, el acceso a este derecho ya estaba fuera del alcance de muchas mujeres en Estados Unidos.
«Eso contrasta con muchos países, entre ellos los de Europa occidental, que ofrecen acceso a servicios de aborto subsidiados, totalmente financiados, atención médica universal, anticoncepción y programas sociales más amplios», señaló Risa Kaufman, directora de Derechos Humanos en Estados Unidos en el Centro de Derechos Reproductivos.
Es preciso aclarar que eso no solo pasa en Europa. Más cerca, en Cuba, la isla caribeña tachada de «dictadura» por Washington, fue el primer país de América Latina y el Caribe en despenalizar el aborto. En la Mayor de las Antillas es libre y legal desde 1961, y en 1965 se creó la base jurídica para que pudiera realizarse en el marco del Sistema Nacional de Salud.
EN TELA DE JUICIO LA IMPARCIALIDAD DE LA CORTE
Otro fallo de la Corte Suprema de EE. UU. demuestra la parcialidad y el fuero ultraconservador que imperan en sus decisiones.
El 27 de junio, el Tribunal reconoció el derecho del profesor Joseph Kennedy, entrenador de fútbol americano en una escuela del distrito escolar de Bremerton, Washington, a rezar con sus alumnos en el centro del campo después del partido.
La Corte Suprema dictaminó contra el Distrito Escolar y a favor de Kennedy, quien exigió el derecho a orar con sus jugadores después de los juegos, en la yarda 50. La decisión erosiona, significativamente, la separación de la iglesia y el Estado en las escuelas públicas.
La escuela había determinado que la práctica de Kennedy violaba los derechos de libertad religiosa de los estudiantes, y también creaba un riesgo de seguridad en los juegos, porque el profesor había orquestado un espectáculo público al invitar a los medios de comunicación y a los políticos locales a asistir; mientras Kennedy afirmaba que las acciones de la escuela violaron sus derechos de libre expresión y libre ejercicio.
La Unión Estadounidense por las Libertades Civiles de Washington presentó un informe al Tribunal, argumentando que las oraciones de Kennedy no están protegidas por la Cláusula de Libertad de Expresión.
Los estudiantes manifestaron que fueron obligados a orar y un jugador explicó que participó en contra de sus propias creencias, por temor a perder tiempo de juego si se negaba.
Nos referimos al país que tardó siglos en calificar los linchamientos como delito de odio federal. Durante años se intentó penar, sin resultados, los asesinatos cometidos por multitudes, de los que fueron principales víctimas los afrodescendientes y otras minorías.
Más de 4 400 afroestadounidenses fueron ejecutados en Estados Unidos a merced de esta práctica, solo entre 1877 y 1950, según documentó la Iniciativa para una Justicia Igualitaria.
Los crímenes se cometían con impunidad, con frecuencia en lugares públicos y a plena luz del día, y afectaron, además, aunque en menor medida, a otras minorías como la nativa, la asiática o los migrantes mexicanos.
La división dentro de EE. UU. se acentúa cada vez más; algunos hablan, incluso, de cisma, de polarización insalvable, de posible balcanización. Lo cierto es que las fronteras entre unos y otros se distinguen con mucha nitidez.
Quien se detenga solo un instante a echar una ojeada al panorama de la sociedad estadounidense de estos tiempos, descubrirá la profundidad y la extensión que ha alcanzado el pensamiento más ultraconservador y retrógrado.
Escuchará, en medio de la parafernalia de los showmans políticos y los disparos de las armas de fuego, el bramido ensordecedor de los dinosaurios que se niegan a desaparecer.
Publicado el 3 de julio en https://www.granma.cu/