Canarias, a lo largo de su historia económica, desde que fue incorporada por la violencia armada al mercado mundial, en un proceso que sirvió de preámbulo al ocurrido con la conquista de América, ha vinculado el proceso de acumulación y reproducción de capitales al mercado exterior dentro de la división internacional del trabajo que a lo largo de la historia del ciclo de acumulación de capitales internacionales se ha desarrollado. La explotación de recursos naturales vinculada en régimen de monocultivo hacia el mercado metropolitano ha sido la fórmula colonial de explotación de Canarias. La renta del suelo ha servido a la burguesía canaria para, en las distintas etapas de su historia productiva,  acumular beneficios que le han permitido jugar el papel de intermediaria con el capital internacional. Esta situación se modifica con el desarrollo económico vinculado a la industria turística que cambia la exportación de productos agrícolas, principalmente plátanos y tomates, por la explotación monopolística del turismo de masas. La renta del suelo sigue siendo el factor fundamental que permite a la burguesía canaria dar continuidad a su proceso de acumulación y reproducción de capital, transformando la propiedad del suelo agrícola en suelo urbanizable para la industria turística, iniciando, de este modo, un modelo acumulativo depredador del medio natural en la medida que dicho modelo está basado en un proceso creciente y especulativo de extracción de la renta del suelo a través de su venta o alquiler a los capitales transnacionales. Su papel de intermediario sigue intacto y su vinculación con el capital internacional se incrementa.

Lo que hay que tener en cuenta de este modelo es que es esencialmente depredador del medio natural en un proceso que, además de irreversible, es creciente sin que esta rueda especulativa y destructiva pueda ser detenida en su proceso lógico de reproducción creciente de beneficios y ganancias. Este modelo basado en la renta del suelo se acompaña del desarrollo de la industria del ocio y hotelera vinculado al turismo masivo; basado a su vez en la sobreexplotación de la fuerza de trabajo, de la precariedad laboral, y de la pérdida de la calidad del producto en detrimento de la cantidad y masividad de su consumo. Todo ello vinculado al turismo masivo de una parte de la clase obrera europea que es el consumidor principal del producto turístico de las islas. Esto ha originado el establecimiento de un modelo económico y social en donde una ínfima fracción de la burguesía canaria ejerce de rentista y comisionista del capital transnacional con toda un red clientelar en torno al aparato administrativo y gubernamental que sirve de reserva de capital público con el que subvencionar, apoyar y desarrollar toda la infraestructura necesaria para el negocio de esta burguesía rentista y especuladora. A su vez, dicho modelo, al generar ganancias extraordinarias que no dependen de la tasa media de beneficios, permite la sobreexplotación de una mano de obra siempre demandante, cuya explotación y generación de plusvalía se reparten los capitales nacionales e internacionales que operan en Canarias.

Este modelo de acumulación es antagónico al desarrollo sostenible y viable de Canarias como territorio y sociedad archipiélagicosa, siendo totalmente válido el lema de que Canarias no aguanta más este modelo. La conciencia de esta situación se ha ido desarrollando a lo largo del tiempo en amplios sectores populares que han tenido su expresión en las diversas luchas que en torno a la defensa del territorio se ha venido desarrollando en Canarias: la lucha contra la construcción de un puerto comercial en Granadilla,  la lucha contra la instalación de torres de tensión eléctrica en zonas de monte en Tenerife, contra la construcción de un puerto deportivo en la zona de reserva de fauna marina en Fonsalía, etc. Todas estas luchas se manifiestan objetivamente contra este modelo depredador, especulativo y explotador que basa su ciclo económico en la explotación de los recursos naturales y en la clase obrera de las islas. Suponen objetivamente atacar el núcleo de dicho proceso y, a partir de su comprensión, autoorganización y desarrollo autónomo, enfrentarse a la burguesía parásita y sus instituciones. Un buen modelo de ese proceso acumulativo del pueblo canario fue la constitución de Asamblea por Tenerife y la Coordinadora de Pueblo y Barrios que enfrentó en una fusión de la praxis y la teoría el modelo capitalista de Canarias.

Hoy esa lucha continúa y tiene su expresión en la acción decidida y valiente de las y los activistas que se enfrentan a las palas en el sur de Tenerife, en Cuna del Alma, en el Puertito de Adeje. Dicho proyecto consiste en construir un macroproyecto turístico de lujo que pretende ocupar 650.000 metros cuadrados en una de las pocas zonas sin construir que quedan en el sur de Tenerife. La obra, paralizada por el momento gracias a la acción de este grupo de personas que ha instalado una acampada de protesta en dicha zona, cuenta con una inversión inicial de 350 millones de euros de dos familias belgas y pretende edificar 420 chalets de lujo. Hasta el momento, hay cuatro tipos de alojamientos disponibles. El primero de ellos es un conjunto de apartamentos “en primera línea y con piscina privada”. Los de una sola habitación cuestan 591.932 euros. Los de tres, 1.952.500 euros. Las casas independientes con piscina privada tienen un precio de entre 485.255 y 731.880 euros. Las villas de menor tamaño con piscina cuestan 1.271.800 euros. Por último, las villas residenciales, que también tienen piscina, alcanzan los tres millones de euros. Esta destrucción es la que llevó a miles de personas a salir a la calle el pasado 11 de junio bajo el lema “Salvar Tenerife”. Después de paralizar el hotel de La Tejita y el puerto comercial de Fonsalía, que amenazaba el único santuario de ballenas de Europa, científicos y activistas insisten en el impacto ambiental del proyecto Cuna del Alma. Esta obra se realizará entre una Zona de Especial Conservación (ZEC) y un Sitio de Interés Científico (SIC). Algunas de las especies que habitan esta zona son las tortugas verdes y las tortugas bobas. Esta lucha que se está dando en torno al proyecto depredador de Cuna del Alma es, de momento, el último, pero seguro que no parará aquí. La rueda destructiva del capital seguirá su curso sobre la vida de la clase trabajadora y sobre el medio natural de las islas. La actitud decidida y valiente de este grupo de activistas debe ser ampliada, reforzada y organizada con la constitución y desarrollo de un amplio movimiento popular que cuestione y ataque decididamente al núcleo del proceso de acumulación de capitales en Canarias y que enfrente a la tríada destructiva que representa la conjunción de intereses entre la burguesía canaria, las instituciones públicas canarias con sus gestores políticos y el gran capital transnacional.

 

Alexis Dorta

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