Encender la televisión o visitar cualquier medio de información, o mejor dicho de desinformación, es una verdadera pesadilla. Pero la verdad es que la realidad es eso, una sucesión de situaciones de  opresión, que si eres mujer de clase trabajadora ya convierte tu cotidianidad en una carrera de obstáculos marcados por el capital y su explotación.

Hablemos, por ejemplo, de la nueva moda entre los varones durante el ocio nocturno, pinchar a mujeres. Aún no se sabe exactamente por qué ni para qué. Los casos que ha habido, que por desgracia no son pocos, no han implicado agresiones sexuales pero el hecho en sí mismo es una violencia de género,  el miedo se consolida y extiende. Continuamos sin poder salir tranquilas, ni solas ni acompañadas. Seguimos siendo presa de depredadores, hijos del patriarcado y de la depravación del capitalismo en su máximo esplendor.

Pero seguimos con otra de las noticias de la temporada, la crisis de inflación, la subida de precios. Una persona puede pensar que este no es un tema que debe tratar el feminismo, ¿no? Total, los precios suben para todo el mundo. Efectivamente, así es, los precios suben igual, pero las consecuencias de esta inflación también tienen nombre de mujer. Esta nueva crisis inflacionaria ha sido bautizada como She-flaction y no porque nos hayamos comido otra vez la manzana del pecado y esta crisis sea culpa nuestra, sino porque somos nosotras las que padecemos en mayor medida su alcance.

Como todas las crisis de este sistema en el que por desgracia vivimos, afecta más a quien menos tiene y las mujeres estamos muy bien representadas dentro de los colectivos más vulnerables a nivel económico y social. Por ejemplo, según datos del INE, una de cada cuatro mujeres cobra menos del salario mínimo interprofesional; cobramos, de media, un 19% menos que nuestros compañeros; seguimos engrosando las filas del trabajo sin dar de alta; el 84% de las familias monoparentales las encabezan mujeres, etc., etc. Así pues, efectivamente, seremos otra vez, las más golpeadas por esta nueva crisis (si es que la clase trabajadora ha salido alguna vez de la anterior).

Y continuamos por nuestra particular pesadilla informativa. Es septiembre, el mes señalado para la lucha por la libertad sexual y reproductiva y sí, tenemos que seguir luchando por ella, increíblemente. Ya hemos abordado en numerosas ocasiones las limitaciones que encontramos en nuestro país para poder finalizar un embarazo, las carencias de la constante vapuleada seguridad social o la casi inexistente educación afectivo sexual, y así seguimos. Pero por desgracia, como hemos dicho, las noticias no dejan de sorprendernos. En Estado Unidos, el país de libertad y de las oportunidades, una reciente sentencia del Tribunal Supremo  anula el derecho al aborto como derecho a proteger federalmente; cincuenta años de lucha desaparecen a manos de la derecha reaccionaria mayoritaria en el poder judicial yanqui. Aunque no es una prohibición directa, serán los estados quienes legislen, una vez más  los gobernantes y sus lacayos judiciales, deciden sobre nuestro cuerpo.

Lo cierto es que este tipo de artículos, que aborda las noticias relacionadas la violencia de género, el machismo y sus aberraciones, dan para mucho y podríamos llenar cientos de páginas con ejemplos de agresiones de todo tipo. Pero es fácil concluir, mientras el patriarcado siga en pie las mujeres seremos denostadas, agredidas, vejadas, condenadas a la pobreza y así seguiremos mientras no lo tumbemos. En ello estamos.

Alba AK

uyl_logo40a.png