Los resultados de estas elecciones se habían anunciado durante mucho tiempo en las encuestas y son el resultado de procesos de larga data.

La primera estadística es la de la abstención: la participación fue del 63,9 por ciento, diez puntos menos que en las elecciones de 2018 y veinte puntos menos que en las elecciones de 2006. Entre los abstencionistas, muchos provienen de las clases trabajadoras.

Ganó Fratelli d'Italia, un partido que es el heredero directo del fascismo, pero que en los últimos años se ha alineado perfectamente con los dictados de la UE, la OTAN y las grandes empresas.

Ciertamente el autoritarismo en la gestión del conflicto social, en el área de los derechos civiles y los derechos de las mujeres, contra los migrantes y las segundas generaciones será la bandera de este gobierno, y muchas medidas ya en marcha, lanzadas por gobiernos de centro "izquierda", se exacerbarán aún más.

Pero lo principal es que Meloni impulsará la agenda de Draghi, el neoliberalismo más feroz, el posicionamiento proatlántico de Italia, la guerra en Ucrania y en Italia la guerra contra los pobres y entre los pobres.

Por lo tanto, el gobierno liderado por Meloni se está preparando para gobernar bajo la bandera de la continuidad de las políticas dictadas por la Comisión Europea, tanto en el frente de la política exterior y la financiación del rearme de la OTAN, como en el frente de la política económica.

Las declaraciones de Von der Leyen sobre las elecciones italianas, antes de los resultados, fueron muy claras: "Si las cosas van en una dirección difícil, tenemos las herramientas para actuar".

Un gobierno que tendrá que hacer frente a una situación económica que será cada vez más dramática: una inflación del 10% que está provocando un aumento generalizado del coste de la vida, salarios y pensiones que en lugar de aumentar están disminuyendo, lo que lleva a un malestar social persistente, una pandemia que aún no ha sido derrotada, y sanciones contra Rusia que están teniendo un efecto boomerang en nuestra economía, con cientos de miles de despidos en las empresas más intensivas en energía.

La gran cuestión de los salarios, el aumento de los precios y las facturas será, por lo tanto, la próxima prueba del gobierno.

Una vez que termine la resaca electoral, la realidad volverá con todos los graves problemas enumerados, y el gobierno de derecha encontrará nuestra organización sindical en camino.

La USB ya ha proclamado una huelga general para el 2 de diciembre. Todavía no sabemos cómo se compondrá el próximo gobierno o qué decisiones concretas tomará, pero a partir de su programa y de la campaña electoral que acaba de terminar, se traza la línea de marcha, y será fuertemente antipopular. Por eso es necesario construir la mayor movilización posible. 

La lucha es el único camino para cambiar

Más allá de las armas: aumentar los salarios.

Unione Sindacale di Base

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