Arden las calles de Irán, la chispa que encendió la llama en esta ocasión fue la muerte de la joven Jina (Mahsa) Amini, tras ser detenida por la policía moral de la República Islámica, por llevar el velo mal colocado; tras conocerse la noticia las calles se llenaron de mujeres y posteriormente hombres también, cuyas demandas han ido más allá del rechazo al velo obligatorio y tienen como objetivo denunciar tanto las condiciones de vida como las diversas opresiones que sufre el pueblo de Irán.

No es la primera vez que las mujeres se rebelan contra la imposición del velo, desde que la poetisa Tahereh Gorratolein, arrancara su velo en unas jornadas poéticas en 1848 y es por ello secuestrada y lanzada a un pozo, pasando por  la formación en 1921 de la primera organización feminista iraní, promovida por las mujeres marxistas y la gran manifestación en marzo 1978, que tras la llegada al poder del Jomeinismo, auspiciado por EEUU y Francia, más de 200.000 mujeres cantaron en las calles de Teherán, «No hemos hecho la revolución para volver atrás», hasta nuestros días ha habido multitud de actos de resistencia política y social.

Jomeini apenas llegado al poder, impone el uso obligatorio del velo islámico a las mujeres, acto que  caracterizará su gobierno y que no sólo significa quitarle derechos fundamentales a un sector de la población, sino dejar claro quién tiene la autoridad y crear un ambiente de miedo y represión que posibilite el cumplimiento de todos los demás objetivos de dominio de la República Islámica. El gobierno de los Ayatolás, desde sus inicios mostró su talante reaccionario, entre 1980 y 1988, ilegaliza a todos los partidos, sindicatos y también a las organizaciones feministas, entre ellas la más veterana, la Organización Democrática de la Mujer (1943) para luego detener, torturar y ejecutar a decenas de miles de mujeres y hombres, en su gran mayoría de izquierda. Además, expulsa a decenas de miles de trabajadoras de las empresas públicas y privadas, recluyéndolas al ámbito privado,  prohíben llevar falda, medias transparentes, uñas pintadas, maquillaje, perfume, ropas de colores, amar sin permiso, etc., y para ello ha utilizado coerción generalizada (ceremonias públicas de lapidación, latigazos, ejecuciones callejeras, lanzamiento de los homosexuales desde las azoteas, etc.).

La imposición del velo sirve para ocultar la violencia integral contra la mujer y la despolitiza: el estatus islámico de la mujer afirma que carece de autonomía por su discapacidad mental. Por lo que desde nacer hasta morir necesitará de un tutor varón, que le autorice estudiar, trabajar, amar, casarse, divorciarse, hospedar en un hotel, ingresarse en urgencias ella y sus hijos, viajar dentro y fuera del país, hasta salir de casa.  Esta esclavitud también es sexual: el hombre tiene derecho a no pagar la manutención de la esposa cuando ella incumpla los "deberes maritales" y no padezca de "jaqueca", golpearle hasta morir.

No deja de ser sorprendente como una prenda que ha tenido una utilidad climática o de distinción de clase o de etnia, se ha convertido por la impronta del fundamentalismo religioso y el patriarcado en un elemento represor de los derechos y demandas legítimas de las mujeres y por ende de todos los sectores populares, cuestión que no fue entendida y se sacrificaron, una vez más, los derechos de las mujeres en pos de un interés superior,  una lucha más importante, como la consolidación del proceso de revolución del 78 contra el Sha, proceso traicionado por los Ayatolas que nunca ha tenido carácter de clase y ha patrocinado un sistema capitalista en el que las movilizaciones y huelgas obreras han sido reprimidas sistemáticamente.

Históricamente la oposición al gobierno ha sido tachada de servir a intereses extranjeros, agentes al servicio del imperialismo, la misma justificación que ahora, desacreditándolos y  posibilitando por  "seguridad nacional" el control y represión. Esto no quiere decir que no existan intereses externos o “lideres” interesados, ni que creamos que  al imperialismo le interesan lo más mínimo los derechos de las mujeres o el colectivo LGTBI, más bien los usa de excusa para hacer campañas de descredito, desalojar o imponer gobiernos y justificar agresiones a los pueblos que no se pliegan a sus intereses, de los regímenes feudales de los emires árabes que practican las mismas aberraciones no se escucha ni una palabra o lamento.

Cabría preguntarse por qué occidente difunde, magnifica y apoya la revuelta,  defiende a las mujeres iraníes, y está claro que lo que están promoviendo es que, en el caso que las movilizaciones lleven a un proceso de cambio, sea hacia un gobierno que garantice los intereses imperialistas y las políticas del Banco Mundial y así apropiarse de Irán, un país estratégico tanto por sus recursos como por posición geográfica. En ese sentido, es importante considerar el papel que ejerce Irán en apoyo al pueblo palestino y de contrapeso históricamente a los planes de expansión y violencia en Oriente por parte del estado sionista israelí y su aliado EEUU, así como las alianzas político-económicas que Irán desarrolla con otros estados asiáticos que pretenden construir un proyecto autónomo e independiente de los planes del bloque imperialista occidental (EEUU-Israel-Unión Europea).

Por esta razón, todos los esfuerzos de los medios de comunicación se centran en limitar la lucha al tema del velo obligatorio, y no acerca de la multitud de demandas en todos los ámbitos sociales y económicos de la clase trabajadora y sectores populares iraníes, si hacen que crean que el único problema es el velo, pueden conseguir lo mismo que 1979 un cambio de régimen sin que haya una transformación social profunda.

Tatiana Delgado

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