En 1947, Stalin, dentro del contexto de la inmediata postguerra, apoyó la “recomendación” de crear un Estado de Israel.  También se habían lanzado proyectos para que los judíos soviéticos tuvieran autonomía dentro de la URSS.

Pero, sobre todo, desde la lucha antiimperialista, se apoyó la creación de un Estado israelí que quebraría el colonialismo inglés que, paradojas de la historia, era apoyado por casi todos los países árabes. La ONU, con su “maravilloso” papel en la autodeterminación de los pueblos (véase el tema del Sáhara Occidental) no organiza ningún referéndum, sino que le adjudica al nuevo estado el 55% del territorio de Palestina.

Dos años después de su creación, el sionismo tomó las riendas del poder y se alió con EE. UU.

Lejos de la religión propiamente dicha, el sionismo es un movimiento político que abogaba originariamente por la creación de un Estado judío y que, una vez conseguido el propósito, se ha basado en la guerra continua de ocupación y aniquilación de cualquier  oposición musulmana y cristiana  (antes de 1947 suponían el 95% de la población de esa zona).  De hecho, Israel no declara sus fronteras oficiales, entre otras cosas porque supondría reconocer que ha ocupado mucho más territorio que ese 55% que se recomendó por la ONU, incluyendo territorio sirio.

La eliminación de personas por su origen o religión fue uno de los bastiones del nazismo, así que al Estado de Israel, o a aquel sector que ostenta el poder, se le pueden aplicar calificativos muy chocantes con su historia.

EE. UU., por su parte, ha encontrado un aliado fundamental, con capacidad nuclear, desde donde frenar cualquier avance de los países árabes moderados (básicamente aquellos que en su momento pertenecían al Movimiento de No Alineados: Irak, Libia, Siria, Egipto).

No deja de ser una paradoja que la entidad sionista no se enfrente con ninguna de las monarquías del Golfo,

ni que Al Qaeda ni el ISIS atacaran a esa entidad, ni que éstas, tan musulmanas ellas, apoyen a Palestina, que, al igual que el Sáhara Occidental, se ha quedado con el apoyo de países con larga experiencia contra los “civilizados europeos”, como es el caso de Argelia.

La detención arbitraria de no combatientes (ancianos, mujeres, niños…), los asesinatos selectivos, las torturas, la ocupación de tierras, la destrucción  de todo el Estado palestino que lucha por su reconocimiento, lleva al sionismo israelí a ser un reflejo del nazismo. El mismo nazismo que hoy se vitorea en Europa y que hace frágil la memoria. Casos llamativos individualmente como el asesinato de Rachel Corrie, la detención de activistas extranjeros, el ataque a buques con bandera de otros países que llevan ayuda, el ametrallamiento de niños que jugaban a fútbol en la playa, bombardeo de hospitales, atropellos con vehículos, asesinato de periodistas. Todo aquello por lo que “la comunidad internacional” se rasga las vestiduras cuando se produce en otros países, se tapa en Palestina. No hablemos ya de periodistas, youtubers, tik tokers y demás expertos en volcanes, cambio de clima o conflictos europeos. A ninguno  se le oye.

Y es que ser aliado de EE. UU.  es tener carta blanca para cometer tropelías de todo tipo. Y en eso llevamos desde los años 60 del pasado siglo. Los palestinos están siendo masacrados por el ejército israelí y, a veces, por los propios colonos israelíes, que actúan como aquellas famosas camisas pardas (la historia se repite, como dijera Marx, primero como tragedia, después como farsa).

La entidad sionista de Israel ha incumplido 26 resoluciones de la ONU, Cuba ninguna, Venezuela ninguna, pero Borrell y todo su aparato mediático atacaron a estos y ni pío contra Israel.

Bueno, y nos vamos a la chita callando, más callando que otra cosa, puesto que el Pleno del Congreso ha aprobado el pasado 4 de octubre  la toma en consideración de una proposición de ley impulsada por el PP en la Asamblea de Madrid para impedir que empresas y asociaciones sospechosas de antisemitismo puedan recibir dinero público, sea por contratos o por subvenciones.

Otra paradoja más de nuestra historia, que PP y Vox (aquellos correligionarios de Isabel la Católica, que expulsó a los judíos de España) se rasguen ahora las vestiduras por defender a los judíos, excepto claro está que ahora se trata de la defensa de su rama sionista y criminal.

P.D.: El PCPE no es antisemita, ni antimusulmán, ni anticristiano, como partido comunista marxista leninista estamos en contra de la explotación del hombre por el hombre, en contra de la rama armada del capitalismo: el fascismo, se vista de ucraniano o se vista de colono israelí.

El PCPE defiende y apoya un estado Palestino, laico, del agua al agua y con capital en Jerusalén.

 

Juan Luis Corbacho

En 1947, Stalin, dentro del contexto de la inmediata postguerra, apoyó la “recomendación” de crear un Estado de Israel.  También se habían lanzado proyectos para que los judíos soviéticos tuvieran autonomía dentro de la URSS.

Pero, sobre todo, desde la lucha antiimperialista, se apoyó la creación de un Estado israelí que quebraría el colonialismo inglés que, paradojas de la historia, era apoyado por casi todos los países árabes. La ONU, con su “maravilloso” papel en la autodeterminación de los pueblos (véase el tema del Sáhara Occidental) no organiza ningún referéndum, sino que le adjudica al nuevo estado el 55% del territorio de Palestina.

Dos años después de su creación, el sionismo tomó las riendas del poder y se alió con EE. UU.

Lejos de la religión propiamente dicha, el sionismo es un movimiento político que abogaba originariamente por la creación de un Estado judío y que, una vez conseguido el propósito, se ha basado en la guerra continua de ocupación y aniquilación de cualquier  oposición musulmana y cristiana  (antes de 1947 suponían el 95% de la población de esa zona).  De hecho, Israel no declara sus fronteras oficiales, entre otras cosas porque supondría reconocer que ha ocupado mucho más territorio que ese 55% que se recomendó por la ONU, incluyendo territorio sirio.

La eliminación de personas por su origen o religión fue uno de los bastiones del nazismo, así que al Estado de Israel, o a aquel sector que ostenta el poder, se le pueden aplicar calificativos muy chocantes con su historia.

EE. UU., por su parte, ha encontrado un aliado fundamental, con capacidad nuclear, desde donde frenar cualquier avance de los países árabes moderados (básicamente aquellos que en su momento pertenecían al Movimiento de No Alineados: Irak, Libia, Siria, Egipto).

No deja de ser una paradoja que la entidad sionista no se enfrente con ninguna de las monarquías del Golfo, ni que Al Qaeda ni el ISIS atacaran a esa entidad, ni que éstas, tan musulmanas ellas, apoyen a Palestina, que, al igual que el Sáhara Occidental, se ha quedado con el apoyo de países con larga experiencia contra los “civilizados europeos”, como es el caso de Argelia.

La detención arbitraria de no combatientes (ancianos, mujeres, niños…), los asesinatos selectivos, las torturas, la ocupación de tierras, la destrucción  de todo el Estado palestino que lucha por su reconocimiento, lleva al sionismo israelí a ser un reflejo del nazismo. El mismo nazismo que hoy se vitorea en Europa y que hace frágil la memoria. Casos llamativos individualmente como el asesinato de Rachel Corrie, la detención de activistas extranjeros, el ataque a buques con bandera de otros países que llevan ayuda, el ametrallamiento de niños que jugaban a fútbol en la playa, bombardeo de hospitales, atropellos con vehículos, asesinato de periodistas. Todo aquello por lo que “la comunidad internacional” se rasga las vestiduras cuando se produce en otros países, se tapa en Palestina. No hablemos ya de periodistas, youtubers, tik tokers y demás expertos en volcanes, cambio de clima o conflictos europeos. A ninguno  se le oye.

Y es que ser aliado de EE. UU.  es tener carta blanca para cometer tropelías de todo tipo. Y en eso llevamos desde los años 60 del pasado siglo. Los palestinos están siendo masacrados por el ejército israelí y, a veces, por los propios colonos israelíes, que actúan como aquellas famosas camisas pardas (la historia se repite, como dijera Marx, primero como tragedia, después como farsa).

La entidad sionista de Israel ha incumplido 26 resoluciones de la ONU, Cuba ninguna, Venezuela ninguna, pero Borrell y todo su aparato mediático atacaron a estos y ni pío contra Israel.

Bueno, y nos vamos a la chita callando, más callando que otra cosa, puesto que el Pleno del Congreso ha aprobado el pasado 4 de octubre  la toma en consideración de una proposición de ley impulsada por el PP en la Asamblea de Madrid para impedir que empresas y asociaciones sospechosas de antisemitismo puedan recibir dinero público, sea por contratos o por subvenciones.

Otra paradoja más de nuestra historia, que PP y Vox (aquellos correligionarios de Isabel la Católica, que expulsó a los judíos de España) se rasguen ahora las vestiduras por defender a los judíos, excepto claro está que ahora se trata de la defensa de su rama sionista y criminal.

P.D.: El PCPE no es antisemita, ni antimusulmán, ni anticristiano, como partido comunista marxista leninista estamos en contra de la explotación del hombre por el hombre, en contra de la rama armada del capitalismo: el fascismo, se vista de ucraniano o se vista de colono israelí.

El PCPE defiende y apoya un estado Palestino, laico, del agua al agua y con capital en Jerusalén.

 

Juan Luis Corbacho

En 1947, Stalin, dentro del contexto de la inmediata postguerra, apoyó la “recomendación” de crear un Estado de Israel.  También se habían lanzado proyectos para que los judíos soviéticos tuvieran autonomía dentro de la URSS.

Pero, sobre todo, desde la lucha antiimperialista, se apoyó la creación de un Estado israelí que quebraría el colonialismo inglés que, paradojas de la historia, era apoyado por casi todos los países árabes. La ONU, con su “maravilloso” papel en la autodeterminación de los pueblos (véase el tema del Sáhara Occidental) no organiza ningún referéndum, sino que le adjudica al nuevo estado el 55% del territorio de Palestina.

Dos años después de su creación, el sionismo tomó las riendas del poder y se alió con EE. UU.

Lejos de la religión propiamente dicha, el sionismo es un movimiento político que abogaba originariamente por la creación de un Estado judío y que, una vez conseguido el propósito, se ha basado en la guerra continua de ocupación y aniquilación de cualquier  oposición musulmana y cristiana  (antes de 1947 suponían el 95% de la población de esa zona).  De hecho, Israel no declara sus fronteras oficiales, entre otras cosas porque supondría reconocer que ha ocupado mucho más territorio que ese 55% que se recomendó por la ONU, incluyendo territorio sirio.

La eliminación de personas por su origen o religión fue uno de los bastiones del nazismo, así que al Estado de Israel, o a aquel sector que ostenta el poder, se le pueden aplicar calificativos muy chocantes con su historia.

EE. UU., por su parte, ha encontrado un aliado fundamental, con capacidad nuclear, desde donde frenar cualquier avance de los países árabes moderados (básicamente aquellos que en su momento pertenecían al Movimiento de No Alineados: Irak, Libia, Siria, Egipto).

No deja de ser una paradoja que la entidad sionista no se enfrente con ninguna de las monarquías del Golfo, ni que Al Qaeda ni el ISIS atacaran a esa entidad, ni que éstas, tan musulmanas ellas, apoyen a Palestina, que, al igual que el Sáhara Occidental, se ha quedado con el apoyo de países con larga experiencia contra los “civilizados europeos”, como es el caso de Argelia.

La detención arbitraria de no combatientes (ancianos, mujeres, niños…), los asesinatos selectivos, las torturas, la ocupación de tierras, la destrucción  de todo el Estado palestino que lucha por su reconocimiento, lleva al sionismo israelí a ser un reflejo del nazismo. El mismo nazismo que hoy se vitorea en Europa y que hace frágil la memoria. Casos llamativos individualmente como el asesinato de Rachel Corrie, la detención de activistas extranjeros, el ataque a buques con bandera de otros países que llevan ayuda, el ametrallamiento de niños que jugaban a fútbol en la playa, bombardeo de hospitales, atropellos con vehículos, asesinato de periodistas. Todo aquello por lo que “la comunidad internacional” se rasga las vestiduras cuando se produce en otros países, se tapa en Palestina. No hablemos ya de periodistas, youtubers, tik tokers y demás expertos en volcanes, cambio de clima o conflictos europeos. A ninguno  se le oye.

Y es que ser aliado de EE. UU.  es tener carta blanca para cometer tropelías de todo tipo. Y en eso llevamos desde los años 60 del pasado siglo. Los palestinos están siendo masacrados por el ejército israelí y, a veces, por los propios colonos israelíes, que actúan como aquellas famosas camisas pardas (la historia se repite, como dijera Marx, primero como tragedia, después como farsa).

La entidad sionista de Israel ha incumplido 26 resoluciones de la ONU, Cuba ninguna, Venezuela ninguna, pero Borrell y todo su aparato mediático atacaron a estos y ni pío contra Israel.

Bueno, y nos vamos a la chita callando, más callando que otra cosa, puesto que el Pleno del Congreso ha aprobado el pasado 4 de octubre  la toma en consideración de una proposición de ley impulsada por el PP en la Asamblea de Madrid para impedir que empresas y asociaciones sospechosas de antisemitismo puedan recibir dinero público, sea por contratos o por subvenciones.

Otra paradoja más de nuestra historia, que PP y Vox (aquellos correligionarios de Isabel la Católica, que expulsó a los judíos de España) se rasguen ahora las vestiduras por defender a los judíos, excepto claro está que ahora se trata de la defensa de su rama sionista y criminal.

P.D.: El PCPE no es antisemita, ni antimusulmán, ni anticristiano, como partido comunista marxista leninista estamos en contra de la explotación del hombre por el hombre, en contra de la rama armada del capitalismo: el fascismo, se vista de ucraniano o se vista de colono israelí.

El PCPE defiende y apoya un estado Palestino, laico, del agua al agua y con capital en Jerusalén.

Juan Luis Corbacho

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