La energía ocupa un lugar de primer orden en las capacidades que necesita el capitalismo para la producción de mercancías, con el objetivo fundamental de la obtención de la ganancia. Las fuentes de energía, y su desarrollo técnico, determinan de forma absoluta la totalidad del sistema socioeconómico.

El capitalismo empieza su desarrollo usando como fuentes de energía el carbón y la electricidad. Luego, el petróleo supuso un salto cualitativo. En paralelo, el desarrollo técnico pasa por la máquina de vapor, el motor de explosión y la maquinaria alimentada por electricidad. Todo ello lleva a los pasos siguientes, en los que se introduce la energía atómica, o nuclear, la eólica, la mareomotriz (que no ha tenido todavía un desarrollo significativo), y, ahora, el sistema anda con la fotovoltaica, que está de moda, y también con el láser.

Estas energías han ido incrementando las capacidades industriales, con la creación de máquinas con enormes capacidades para transformar la naturaleza. También, asociado a ello, resuelven muchas necesidades para el bienestar humano.

La energía nuclear ha llevado a la fabricación de una nueva generación de armamentos, de alta letalidad. Lo mismo ocurre ahora con el láser y con nuevos combustibles perfeccionados, que hacen posibles las armas hipersónicas y la supercavitación (navegación submarina y torpedos). Existe un arsenal mundial con capacidad para destruir varias veces el planeta, con la consiguiente desaparición de la especie humana.

También estos cambios energéticos han llevado consigo una impactante intervención en la naturaleza. Al tiempo que generan enormes conflictos violentos entre países que pugnan por su control.

Producto de este proceso histórico, la ciencia ha tenido que recurrir a un nuevo término –antropoceno- para definir la época actual. Es decir, para hacer referencia a una etapa en la que la humanidad ha alcanzado una muy alta capacidad para alterar las condiciones de la naturaleza, en prácticamente todos sus aspectos y componentes.

Para definir el grado de violencia que conlleva la lucha por el control de las fuentes de energía hay un hecho de rabiosa actualidad: el ejército yanki robando petróleo en Siria, en medio de una guerra de ocupación/agresión, donde también se implica directamente el sionismo internacional.

Las fuerzas de ocupación estadounidenses, y sus mercenarios, las Fuerzas Democráticas Sirias (SDF), "roban hasta 66 mil barriles cada día de los campos ocupados en la región oriental siria", lo que equivale a alrededor del 83 % de la producción diaria de petróleo del país.

El fracking, la minería a cielo abierto, la contaminación de Fukushima, las guerras por el coltán, los bloqueos y los golpes de Estado por el control del litio, etc., son hechos que expresan una destrucción continuada del nicho ecológico humano, que acentúa la crisis climática, y una agresión a la soberanía de las naciones, a las libertades, y a los pueblos.

LAS ISLAS CANARIAS

Estas líneas generales sirven para enmarcar lo que en estos años está ocurriendo en las islas Canarias.

Intento de prospecciones petrolíferas en el mismo centro de uno de los bancos pesqueros de mayor riqueza piscícola, contaminación atmosférica por las centrales térmicas para producción de electricidad, destrucción de suelos agrícolas para la implantación de nuevos sistemas de producción eléctrica (molinos y paneles fotovoltaicos), además de la iniciación de la eólica marina que amenaza con llenar de molinos los mares situados al sureste de cada isla, con la destrucción de importantes recursos naturales como el barranco de Aguineguín (Salto de Chira-Soria).

Todas estas actuaciones, que en Canarias se viven como una cuestión particularmente cercana, se enmarcan en ese contexto del capitalismo internacional que no tiene límites cuando trata de garantizarse fuentes de energía que le faciliten la producción de mercancías y obtención de la ganancia.

El ministro de Industria, J. M. Soria, fue un empleado de Repsol que obstaculizó otras fuentes de energía que no repercutían en su cuenta corriente. Pero el actual Gobierno de Canarias, los Cabildos y los Ayuntamientos, todos ellos, actúan igualmente sometidos a esa lógica antisocial y destructora de las condiciones naturales de las islas Canarias. Cuando llegue el momento del telurio y el coltán, bajo el mar, las furias se desatarán en todas las islas.

Por lo dicho, en Canarias las luchas contra las agresiones ambientales, derivadas de las políticas energéticas, tienen que ser, necesariamente, luchas anticapitalistas, soberanistas, y por la construcción de la sociedad socialista.

C. Suárez

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