En un escenario, como el actual, con un sistema capitalista sumido en una profunda e irreversible crisis que no solo afecta a la propia estructura del sistema sino que abarca a todas las superestructuras del mismo y que no ve otra salida que embarcarse en una espiral de violencia belicista que afecta a todo el planeta, a la clase obrera no le queda otra que agrupar fuerzas y unirse para presentar un frente lo más sólido posible que le permita inclinar la correlación de fuerzas existente en la lucha de clases a su favor.

En reiteradas ocasiones ya hemos expresado que abordar el tema de la unidad sindical no resulta tarea fácil. Sin embargo, ante las agresiones constantes del capital, resulta más necesario que nunca que la clase obrera aglutine el mayor número de fuerzas que le permitan situar en el escenario de la lucha de clases una correlación de fuerza que le sea favorable. Y esto solo puede ser posible, en un primer momento, mediante la “unidad de acción sindical”. No se trata de conseguir, a corto y medio plazo, una unidad orgánica que agrupe a obreras y obreros en una sola organización sindical, o unas pocas en todo caso. Se trata, de acuerdo con la realidad objetiva existente, de trabajar en el seno de las organizaciones sindicales existentes para crear el necesario nivel de conciencia entre los compañeros y compañeras que permita que, ante un problema o situación determinada, la respuesta sea lo más unitaria posible entre los sindicatos que existan en la zona. Naturalmente, este trabajo va a resultar más o menos complicado dependiendo de las características de cada organización sindical, pero es una tarea que se ha de acometer sin demora y sin posicionamientos sectarios.

Ahora bien, no toda “unidad” nos vale. Desde posicionamientos pequeño-burgueses o de la aristocracia obrera, por ejemplo, nos pueden llegar llamamientos a que unamos fuerzas, incluso con la patronal, al objeto de obtener unas supuestas mejoras o reivindicaciones, pero no nos dejemos engañar. Estas llamadas son realizadas para alcanzar una colaboración entre clases -como si ello fuese posible en el capitalismo- dejando de lado la lucha de clases, sustituyendo la lucha del movimiento obrero por el nefasto pacto social y donde, al final, la única que pierde es la clase obrera.

La unidad que se necesita es la unidad de acción proveniente de la acción consciente de la vanguardia del proletariado, con los y las comunistas a la cabeza que, dejando de lado las distintas siglas sindicales, optan por unificar el escenario de las luchas, agrupando fuerzas y pasando de las reivindicaciones más inmediatas a aquellas que traspasan el limitado marco laboral para convertirse en reivindicaciones políticas de clase.

Para ello, la firmeza en los principios y la flexibilidad en las cuestiones tácticas, se convierten en elementos indispensables para el logro de esa deseada unidad de acción, agrupando las dispersas fuerzas de la clase obrera en un único frente que incline, como antes decíamos, la relación de fuerza entre burguesía y proletariado a favor de estos últimos.

Junto con el trabajo militante en las distintas organizaciones sindicales, los Comités para la Unidad Obrera (CUO), juegan un papel crucial en lo relativo a la unidad sindical. Estos comités pueden adoptar variadas formas, dependiendo de las circunstancias concretas del lugar donde se pueden implantar. Es necesario que sepamos, los y las comunistas, reconocer este tipo de organización allí donde se debe intervenir directamente en ellas.

Sin unidad de acción en el frente sindical, la fuerza de la clase obrera queda dispersa en mil frentes y pierde la mayor parte de su potencial frente a las agresiones del capital, que en estos momentos arrecia de forma exponencial. Sólo la más decidida apuesta por unificar luchas en un solo frente puede asegurar la victoria del proletariado, pues cuando el proletariado se agrupa, aunque sea temporalmente, a la patronal no le llega la camisa al cuerpo. Por algo será.

F.J. Ferrer

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