Cualquier persona que esté por la superación revolucionaria de la actual dictadura del capital y se exprese en términos tales como: "El pueblo tiene lo que se merece", "aquí no se mueve nadie", o "la clase obrera está tonta" y otras opiniones parecidas, lo que está demostrando es su ceguera ante el desarrollo dialéctico que, de forma incesante, se da en la lucha de clases en nuestro país. Por tanto, su incomprensión de las coordenadas más elementales de la lucha revolucionaria.
Al mismo tiempo, con esa actitud, también deja constancia de: un escaso conocimiento de la dialéctica, un escaso conocimiento de la realidad de las luchas, un sometimiento a la agenda de propaganda de las estructuras de dominación capitalista, y una falta de confianza en la clase obrera y en el pueblo, entre otras cosas.
Hoy cae “una lluvia fina de luchas obreras”, que se extienden por toda la geografía y por muy diferentes sectores de la producción, tanto en pequeñas empresas como en las grandes, y en diversos departamentos de la función pública, en la sanidad de una forma especial.
Una diversidad de organizaciones sindicales participan dando impulso a estas luchas, y no hay un patrón que excluya a unas u otras organizaciones. Las que en un lugar actúan traicionando a la clase obrera con las peores prácticas sindicales, en otras protagonizan luchas consecuentes y alcanzan victorias destacadas.
EL LASTRE DEL PACTO SOCIAL
Las luchas obreras sí que está fuertemente condicionadas por la alta responsabilidad que tienen CC.OO. y UGT en el mantenimiento de la paz social, desde sus estructuras centrales. Lo que facilita una alta estabilidad al capitalismo español para mantener su sistema de dominación-explotación. Acentúa la ventaja de la patronal y hace más difíciles las luchas en cada empresa y en cada sector, que tienen que bregar con este condicionante, pero ello no impide que se den miles de luchas obreras, unas tras otras.
Las organizaciones sindicales, por su propia naturaleza, (en tanto que su objetivo central es la mejora inmediata de las condiciones de trabajo/salario), son organizaciones reformistas, no revolucionarias. Solo la intervención del Partido de la clase, con su incidencia directa en los escenarios concretos de la lucha de clases, puede llevar a las organizaciones sindicales a una práctica consecuente en la defensa de los intereses de la clase obrera, más allá de los objetivos reformistas inmediatos y concretos.
Como este factor, el de la intervención del Partido proletario, no tiene hoy el desarrollo necesario, la situación general de la clase obrera es de retroceso generalizado. Se da una progresiva y cuantiosa pérdida de poder adquisitivo de los salarios, que se extiende en una fase larga desde el inicio de la crisis del 2008. En concreto, hoy, la negociación colectiva no llega al 3% en la revisión salarial, cuando la cesta de la compra sube un 16 %. Millones de pobres tienen empleo con salarios de miseria.
Esta pérdida del poder adquisitivo es resultado de la combinación de dos factores. Uno, el ya mencionado de falta de cobertura política revolucionaria. Y otro, el mismo proceso de desvalorización de la fuerza de trabajo, producto del desarrollo creciente de la crisis estructural del sistema capitalista y de la competencia mundial por el trabajo.
Hay que llevar a la clase obrera a la clara y absoluta conciencia de que, dentro del capitalismo, esta tendencia de pérdida de salarios y derechos es la natural, y que revertir esta pérdida progresiva de derechos requiere de una acción política claramente anticapitalista y revolucionaria. Acción política obrera bajo conducción revolucionaria.
Ante estas condiciones concretas en la relación capital-trabajo, decir que no hay lucha de clases es una estupidez, por decirlo de una forma tajante.
HAY LUCHA DE CLASES
Podríamos citar una gran cantidad de luchas obreras, pero utilicemos algunos de los ejemplos más conocidos o cercanos. Es el caso de las dependientas de Inditex en Galicia, con una importante victoria (CIG). La huelga del metal en Puerto Real (Coordinadora Sindical de la Bahía de Cádiz, varios sindicatos), con resultados limitados. Huelgas y movilizaciones por la Sanidad Pública en varias autonomías (varios sindicatos). Huelga de la fábrica de helados Kalise, finalizada con importantes victorias frente los despidos de la empresa, con la readmisión de todos (USO). Huelga contra la privatización del Banco de Sangre en Canarias, finalizada con una contundente victoria (CC.OO.). Huelga de las limpiadoras de la ULPGC, victoria contundente (Intersindical Canaria).
Es necesario destacar la ausencia de luchas importantes contra la carestía de la vida, y también contra la guerra imperialista y el gasto militar. En ambas cuestiones, las organizaciones sindicales no están muy lejos de las necesidades del momento. Esto es expresión de los factores políticos e ideológicos mencionados más arriba. La Huelga General no es una reivindicación que tenga hoy arraigo amplio.
En este análisis hay que valorar las experiencias positivas de unidad obrera, aunque todavía éstas se manifiesten con clara insuficiencia. En determinadas situaciones, el PCPE ha tenido la capacidad de intervenir haciendo valer los principios que rigen la concepción de los Comités para la Unidad Obrera (CUO). La articulación de la unidad obrera por encima de las siglas, y sobre el principio de la soberanía absoluta de la asamblea, cuenta ya con experiencias concretas en las que se han obtenido avances y resultados positivos. No son muchos los casos, pero donde se ha dado, se está marcando un camino a seguir.
LA NECESIDAD DEL PARTIDO
Este desarrollo actual de la lucha de clases no sufrirá un cambio significativo, y no se expresará en toda la potencialidad que se está acumulando, si no avanza la intervención del Partido de vanguardia en las luchas de las masas obreras. Es más, si el avance del Partido no se da con urgencia, puede ocurrir que este movimiento ascendente general termine diluyéndose sin más trascendencia. Ya sea porque se agota por falta de horizonte político, ya sea porque avanza a una fase de mayor radicalidad sin capacidad de resistir los embates de la dura respuesta represiva del capital.
Por tanto, la responsabilidad que tiene el PCPE en esta coyuntura es de dimensiones históricas. La elevación del compromiso y de las capacidades del PCPE es una necesidad vital para que esta "lluvia fina de luchas obreras" no termine de nuevo en sequía, sino en intenso aguacero transformador y en avance de posiciones. La intervención de la militancia en cualquier conflicto obrero, junto a las organizaciones sindicales y sociales cercanas a cada lucha, es un factor insustituible para avanzar hacia un cambio de ciclo, y que las luchas de la clase obrera suban a un nivel superior de conciencia y de combatividad.
C. Suárez