José Martí, en su carta inacabada a Manuel Mercado, expresaba su intención de:”… impedir a tiempo con la independencia de Cuba que se extiendan por las Antillas los Estados Unidos y caigan, con esa fuerza más, sobre nuestras tierras de América”.

Hoy, en un momento histórico más complejo de desarrollo del imperialismo, podríamos parafrasear a Martí diciendo: La heroica resistencia de Cuba al criminal bloqueo yanki, durante más de sesenta años, impide que la, hasta ahora, primera potencia mundial se abalance sobre el resto de los pueblos del mundo con total impunidad.

La demostración práctica de que es posible resistir a las más criminales acciones del imperialismo, y vencerlas con el apoyo del pueblo, manteniendo el proyecto soberano y emancipador de Cuba, es determinante en las actuales luchas de clases. 

La revolución no solo resiste, sino que también se desarrolla. En las condiciones más difíciles de desabastecimiento, con desfavorables fenómenos meteorológicos que se dan periódicamente, la revolución busca caminos para perfeccionar su tarea y para, al mismo tiempo, mantener el protagonismo del pueblo en el proceso de construcción del socialismo.  

COVID-19

Así, en el año 2022, concluyó la elaboración y aprobación del Código de las familias. Un proceso que tiene un intenso protagonismo de la sociedad cubana, en las más diversas instancias. Miles de asambleas sociales, la participación de 6 840 000 personas, sucesivos redactados al hilo de esos debates, la aprobación por la Asamblea Nacional y, finalmente, su ratificación en referéndum, dieron como resultado un texto de enorme riqueza para la vida en Cuba y situado a la vanguardia de todos los ordenamientos jurídicos en esta materia a nivel mundial. La responsabilidad parental sustituye a la antigua patria potestad, como ejemplo singular de los grandes cambios introducidos.

La dictadura de Washington, en momentos de intenso brote de la COVID-19, no solo no hizo ninguna concesión en la dura aplicación del bloqueo, sino que aprovechó para añadir aún más presión con sus impedimentos para que Cuba adquiriera respiradores y otros medicamentos necesarios para el tratamiento de la población. A pesar de toda esta actitud bárbara, Cuba demostró la superioridad de su sistema socialista, y, finalmente, obtuvo unos resultados manifiestamente superiores a los que se dieron en los EE. UU. en el tratamiento de la pandemia. 

El sufrimiento que el pueblo cubano soporta en estos años, a consecuencia de la acumulación de nuevas medidas que refuerzan el criminal bloqueo, es una demostración de su firmeza y heroísmo en la defensa de su independencia y de sus conquistas sociales en las condiciones más difíciles. 

RECONCENTRACIÓN

Este sufrimiento trae al recuerdo la criminal política aplicada por España, en tiempos de la colonia, cuando, desesperada por sus fracasos en sofocar la heroica lucha independentista de los mambises y bajo la dirección feroz de Valeriano Weyler, impuso la “reconcentración”, sometiendo al pueblo cubano a un auténtico genocidio. No le sirvió de nada a la potencia colonial, pues pocos años después Cuba venció en la guerra por la independencia.

Hoy el pueblo cubano es una sólida construcción social, forjada en un proceso que se entronca con las luchas mambises, con Martí, con Fidel y la dirección revolucionaria, y hoy con Díaz Canel. Esa construcción social solo ha sido posible en las condiciones históricas concretas de las luchas por la soberanía, la independencia y el socialismo. 

Vivimos tiempos de profundos cambios geopolíticos en la compleja escena mundial y también en estas condiciones cambiantes Cuba busca nuevos caminos para organizar su defensa. Los acuerdos con China, con algunos países de América y, ahora más recientemente, con Rusia, se convierten en valiosos intercambios económicos y políticos para tratar de amortiguar algunas de las consecuencias más extremas del bloqueo.

Hoy sin la figura de Fidel Castro, cuyo liderazgo fue durante décadas un firme bastión de la confianza del pueblo, la revolución sigue adelante enfrentando la criminal acción extraterritorial imperialista que se aplica no solo por los EE. UU., sino por todos los países que se arrodillan ante esa potencia, como es el caso de España.

BUENA FE

Un ejemplo reciente son los miserables ataques de la ultraderecha contra las actuaciones de Buena Fe en su gira por nuestro país. Este grupo es un ejemplo de la calidad artística, intelectual y cultural, que es capaz de producir ese proceso revolucionario. Ante la constatación de esa realidad se levanta el odio de los cerebros idiotizados por el capital, corrompidos hasta sus entrañas y que actúan como alimañas sedientas de sangre a las órdenes de sus amos sentados en Wall Street. 

El reconocimiento internacional de la revolución cubana, su prestigio y su valor referencial para quienes luchamos por la libertad son los elementos más peligrosos para el imperialismo yanki. La política criminal del bloqueo tiene como objetivo principal no tanto someter al pueblo cubano a un protectorado yanki, sino que el objetivo principal es el de destruir el alto valor orientador que la revolución cubana tiene para las luchas de emancipación a lo largo y ancho de todo el planeta. En un contexto de profunda crisis sistémica del capitalismo, a Cuba se le considera un ejemplo peligroso de lo que los pueblos pueden hacer cuando defienden su soberanía y construyen su unidad en torno a un proyecto alternativo al del actual sistema de dominación.  

SOLIDARIDAD

Esta firmeza del pueblo cubano y su dirección revolucionaria, emplaza a que de forma consecuente la solidaridad internacionalista responda e intervenga en apoyo y auxilio del pueblo y de su revolución.

Esta solidaridad tiene un plano material y tiene un plano político. El plano político es el principal, y la solidaridad material tiene que orientarse a hacer crecer la solidaridad política, nunca puede ser simple cooperación. Eso no le haría a Cuba ningún favor. 

Una consigna recurrente: “La mejor solidaridad con Cuba es hacer la revolución aquí”. No obstante, mientras llega ese momento decisivo, lo que toca es solidaridad política concreta, sin límites. La defensa de Cuba revolucionaria tiene que ser una práctica consustancial a toda intervención política transformadora de masas.

Hay una llamada “izquierda” que elude el tema o lo trata con la boca chica. No sirve, no vale. Eso termina, antes o después, siendo complicidad con los enemigos de la revolución, y fallando en los momentos más decisivos de la confrontación con el enemigo.

Las causas grandes exigen posiciones grandes, sin condiciones. Y es grande la causa de la defensa de la revolución cubana.

Un amplio y combativo frente de solidaridad antiimperialista, con la Cuba de Fidel, de Haydée, de Camilo, Ché, de Raúl y de Díaz Canel. Esas son las exigencias del momento. 

Mambises y Baraguá, eso es lo que hoy se precisa.

*Letra de “Valientes”, de Buena Fe

C. Suárez

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