El pasado 3 de agosto se filtraba el vídeo de una lancha de la Guardia Civil hundiendo una barca con 11 personas (algunas de ellas menores) en Melilla. Una imagen, que, por desgracia, ya nos tiene acostumbrados la Guardia Civil en los últimos años, con un largo historial de vulneración de los derechos humanos.
No tardaron en salir algunos defensores patrios a señalar que había sido la barcaza de trabajadores y trabajadoras migrantes la que había chocado con la lancha de la Guardia Civil. Son los mismos voceros que salieron en defensa del Guardia Civil lesionado en el codo por repartir palos contra decenas de personas que buscaban un futuro mejor en el estado español.
Se ha normalizado la violencia y el asesinato de miles de personas en esa fosa común que son nuestras fronteras, se necesita legitimar esa violencia con argumentos falaces como el “efecto llamada”, las mafias o la islamización de la sociedad española para que la población no estalle contra cada uno de esos ataques que sufren las y los trabajadores migrantes en el Mediterráneo y en las vallas de Ceuta y Melilla. Daría para otro artículo ver como parte de la “izquierda” se suma a ese argumentario y presume de mirar por “los trabajadores primero” al asegurar que la llegada de migrantes beneficia a la patronal al rebajar el salario de los “trabajadores españoles”. El tiempo pondrá a cada cual en su lugar y ahí estaremos la militancia del PCPE y de la JCPE para combatir ese falso internacionalismo con la solidaridad entre los pueblos que nos caracteriza a las y los revolucionarios.
Se sitúa un ejemplo concreto de violencia reciente, pero que son cientos los que se producen cada año. Algo tiene que ver con esa violencia sistémica la Unión Europea y el Frontex, la Agencia Europea de la Guardia de Fronteras y Costas, creado en 2004 para ayudar a los Estados miembros de la UE y a los países asociados a Schengen a proteger las fronteras exteriores del espacio de libre circulación de la UE.
El Frontex ha estado en el foco en los últimos tiempos por la investigación de la Oficina Antifraude de la UE que llevó a la dimisión de su anterior director (Frabrice Leggeri) por el descubrimiento de malos tratos y devoluciones en caliente. Sin embargo, su presupuesto no ha parado de crecer desde su creación en 2004 (6 millones de euros) hasta los 758 millones de euros en el 2022.
Mientras muchos de los países de la Unión Europea saquean los recursos del continente africano, generan terrorismo, destituyen gobiernos legítimos con golpes de estado en pro del sacro santo beneficio empresarial, destinan cada año más presupuesto (presupuesto que sale de nuestros impuestos) en militarizar nuestras fronteras y asesinar a nuestros hermanos y hermanas de clase que no emigran por capricho sino por necesidad. Necesidad generada por el expolio europeo desde hace siglos, que ha impedido el desarrollo del continente y ha creado flujos migratorios imposibles de gestionar.
La política migratoria tiene un marcado carácter de clase, al pobre palo y al rico papeles para invertir. La Ley de Extranjería es un claro ejemplo de ello, seguimos denunciando su carácter reaccionario y la necesidad de derogarla.
Nunca estaremos del lado de quienes justifican las agresiones imperialistas, por un lado, y la defensa de las fronteras por el otro. Nuestra posición siempre estará del lado de la clase obrera, nativa o extranjera, defendiendo el derecho a migrar y en la defensa de los derechos humanos.
Javi Ortega