Más allá de la necesaria diferenciación de los intereses que representan las diversas clases y sectores sociales del sector primario que se movilizan estos días en Europa,- incluido el Estado español desde hace unos días-, el objetivo de esta Declaración del CE del PCPE , es situar las que, a nuestro criterio, deberían ser las reflexiones que, con perspectiva de futuro y sin cortoplacismos,  deberían  desarrollar la clase trabajadora y los sectores populares, incluidos los pequeños propietarios agrícolas.   Independientemente de los protagonistas directos de las movilizaciones y sus reivindicaciones puntuales, hay valoraciones que deben situarse desde una perspectiva de clase,  absolutamente independiente y desligado del discurso hegemónico que, en relación al sector agrícola, pesquero y ganadero,  determina el grupo social más desarrollado y oligárquico del complejo entramado de la agroindustria (propietarios, inversionistas, productores de semillas y planteles, fitosanitarios, maquinaria, mataderos, transporte, comercializadoras, almacenistas…) que pone a su servicio la legislación de la UE y la del conjunto de estados que la conforman.

Unas consideraciones para ayudar a identificar los enemigos reales del pueblo trabajador y, a la vez,  avanzar en la progresiva definición de las necesidades populares.  Un paso rápido, si se quiere, pero necesario, en la imprescindible clarificación para dejar de combatir, bajo pabellón ajeno, a los molinos de viento, porque el relato de los medios de comunicación evita situar las movilizaciones en el contexto de la lucha de clases y de la crisis general del capitalismo para conocer dónde están de verdad los gigantes.

  • Hemos llegado hasta aquí de la mano de la UE y todas sus políticas de división internacional del trabajo, entre las que se encuentra la Política Agraria Común.

Hablar de la PAC, sin entenderla en el contexto del proceso de desindustrialización y terciarización de la economía española, ha sido y es la pretensión para desenfocar el problema estructural.

Por ello, más allá de las subvenciones que reparte la PAC y que, al menos en España, se concentran en los grandes propietarios[1], su propósito siempre ha sido orientar la producción agrícola y ganadera hacia un proceso de creciente concentración y capitalización que, en la práctica,  ha arruinado a un alto porcentaje de campesinos.  Igualmente, denunciamos que  este modelo, alejado totalmente de los usos y prácticas agrícolas sostenibles propias de la cultura del campesinado, se ha orientado exclusivamente hacia un modelo productivo  intensivo y de exportación[2] que nada tiene que ver con las necesidades alimentarias reales.  Incluso se han entregado subvenciones para no cosechar ni producir cultivos, con lo que se ha generado un grupo de propietarios acomodados a unas condiciones agraciadas por su pasividad.

En coherencia con lo expuesto, afirmamos sin ambages de ningún tipo, que para que exista un proyecto de futuro viable para el conjunto del campesinado, es imprescindible la ruptura con la UE y sus políticas agrarias.  Exigir la salida de la UE es la única posición coherente con un planeamiento de sostenibilidad social, económica y medioambiental de la agricultura.

  • Junto a la PAC, es preciso denunciar los acuerdos preferentes y los tratados de libre comercio de la UE que se han estado gestando en la FAO y la OMC. Todos ellos, responden a los intereses del gran capital mundial y, por ende, europeo y van en contra del campesinado europeo, y alguno de ellos como el suscrito con la entidad sionista de Israel, opera en el ámbito político.  Con ellos se priorizan las exportaciones de capital europeo y se le abre las puertas a las importaciones de productos primarios que, en muchos de los casos, son cultivados por empresas europeas en África o América Latina.  El caso de las hortalizas y los cítricos marroquís,  producidos en fincas propiedad de empresarios españoles, es paradigmático de lo que situamos y muestra la hipocresía y el cinismo con el que actúan algunos de los actores del sector primario
  • La consideración de todos los elementos que conforman la agricultura, pesca y ganadería como valores de cambio en manos privadas, es absolutamente indefendible e insostenible.  Fundamentalmente la tierra, el aire y el agua, pero también la energía, los fertilizantes y las semillas, son recursos limitados que hay que cuidar y que no pueden ponerse al servicio del interés privado.  El límite biológico de su uso, exige que se priorice su disposición y se sitúe, exclusivamente, a favor del interés general.

Si hablamos de agricultura, pesca  y ganadería, su desarrollo debería orientarse  de forma absolutamente prioritaria a la SOBERANÍA ALIMENTARIA.  La producción irracional de mercancías destinadas casi en exclusiva a la exportación, sin más consideración que el beneficio empresarial, es inaceptable.

La extensión constante de regadíos que colapsan acuíferos y el agotamiento de tierras fértiles por una producción intensiva absolutamente irracional, es inaceptable.

Se equivocan los pequeños y medianos campesinos que apuestan por este modelo, pues nada tienen que hacer frente a las grandes empresas y los monopolios. 

No saber identificar correctamente al enemigo, trae graves consecuencias.

  • Poco se habla de las más de 1.250.000 personas que forman el proletariado agrícola y que nada tienen que ganar con estas movilizaciones. Sobreexplotados por una patronal que, con la excusa de la baja rentabilidad, no respeta ni los mínimos marcados por las ya lesivas leyes laborales, una parte importante padece el racismo y la indefensión que provoca la Ley de Extranjería.  Ningún trabajador/a es ilegal. No al prestamismo laboral, no a las ETTs.
  • Una Ley de la Cadena Alimentaria que proteja al consumidor y al pequeño productor es absolutamente inviable en el capitalismo. Igualmente, denunciamos la hipocresía de las pretendidas medidas medioambientales que se sitúan desde la UE y que tienen como único objetivo facilitar la posición dominante de las grandes empresas del sector.   Cada día es más evidente que la defensa del medio ambiente, no puede desligarse del modelo económico y social que lo destruye.  Si no es rojo, no puede ser verde.

 Los monopolios imponen su ley y son ellos los que determinan la legislación en el sentido de imponer la prevalencia de sus beneficios y aprovechar su posición privilegiada para liquidar a la competencia.  Defender lo contrario es ir contra la realidad del capitalismo.  La única alternativa realmente social en este sentido, es defender un modelo económico fundamentado en el interés general y en la planificación, en definitiva, un modelo social y económico SOCIALISTA.

 

[1] De los 4.000 millones de € de la PAC, el 80% acaba en manos de grandes empresas.  Como ejemplo, señalar que Telefónica, recibió 5.499.907€  o El Pozo 4.000.000€.  En Andalucía el 83% de las subvenciones recaen en grandes propietarios.

[2] El volumen de exportaciones del sector primario en España en 2023 fue de más de 70.000 millones de €.  Casi el 60% de la producción se destinó a la exportación.  En cambio las importaciones fueron solo  37.143.000 €

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