Hace años, muchos años, en un reino muy lejano vivía una chica. Esa chica, por el mero hecho de serlo tuvo que jugar a las muñecas y a las cocinitas. Tuvo que cuidar a sus hermanas y hermanos. Tuvo la suerte de poder estudiar, con trabajo y esfuerzo. Trabajó sin contrato de sol a sol. Luego tuvo hijas e hijos y tuvo que compatibilizar su cuidado y el trabajo, porque tenía que pagar un alquiler. Limpiaba, cuidaba, cocinaba… y finalmente se jubiló. Pero como se había encargado del cuidado y de su casa, la jubilación no le permitió seguir pagando el alquiler de la choza donde vivía y el malvado rey la echó.

Pero como hemos dicho, eso pasó hace muchos muchos años en un reino muy muy lejano… ¿o no? ¿Es esta realidad un cuento anticuado de años pasados? ¿Hemos conseguido la igualdad real? ¿Somos las mujeres en las sociedades capitalistas algo más que sujetos subalternos? ¿Es nuestra la lucha feminista algo obsoleto? ¿Necesitamos, entonces, seguir luchando o ya hemos alcanzado la emancipación como género? Las preguntas, por desgracia, tienen claras respuestas. Esta historia no es pasado, es presente, y, aunque nos digan que pasó de moda, como no continuemos colocando las reivindicaciones del feminismo de clase en los debates de los frentes de masas, será futuro.

Pero si es real, si es presente la discriminación que vivimos, ¿por qué parece que el feminismo ya no se lleva? Echemos la vista un poco atrás. Un poco, no mucho. Volviendo a modo cuento. Recordemos cuando en el Gobierno del gran comediante, Mariano Rajoy estaba dirigiendo el Congreso. Las ratillas autoproclamadas socialistas salían por doquier, en los medios de desinformación, llenándose las bocas con la palabra feminismo, llamaban a la movilización contra ese Gobierno retrógrado que aseguraba la continuidad del sistema patriarcal opresor. Daba gusto salir un 8 de marzo a la calle. El feminismo se llevaba. Bueno, era un feminismo muy burgués, muy sistémico y de mucha institución, ocultando debidamente que la clase nos separaba, ¡pero la talla 38 era el burka de las mujeres!

¿Y ahora? El gobierno del cambio sí que ha cambiado, pero no nuestra realidad, sino su discurso. Ya no llaman a llenar a las calles, parece que porque ya no es necesario, ya no mola. ¿Por qué? Pues, parafraseando a Bergamín, porque muerto el perro no se acaba la rabia, se acaba el perro. Ahora son ellos las perras y perros con el mismo collar del capitalismo patriarcal. ¿En qué ha mejorado la situación de la mujer de la clase trabajadora? Alguna ley se ha sacado, con algún mínimo derecho (baja por mestruación e interrupción del embarazo, algún cambio mínimo en cotizaciones a la seguridad social, alguna reformilla para las empleadas del hogar y una ley sobre agresión sexual que no hizo más que reflejar el machismo del poder judicial) promovida por un Ministerio de Igualdad que algo intentó, pero que poco consiguió.

Y entonces, si seguimos igual, si seguimos haciéndonos cargo de la reproducción de la fuerza de trabajo, si seguimos trabajando de forma sumergida, con peores salarios, jornadas y bajas pensiones, si continuamos siendo violadas, agredidas, asesinadas; si la pobreza sigue teniendo nombre de mujer, si la historia nos sigue olvidando o apartando, si se nos sexualiza, cosifica, ¿por qué el feminismo ha quedado a un lado para algunos sectores? Porque parece que solo se mueven al son de elecciones e intereses propios. Jamás se mueven ni se moverán por nosotras, las mujeres de clase trabajadora. No les importamos, somos única y exclusivamente votos que pedir cada cuatro años, mano de obra barata a la que explotar, cuidadoras que siguen asegurando que la clase obrera siga produciendo. Nada más.

Mujeres, tomemos conciencia de que nadie va a hacer nuestra lucha por nosotras. Concienciemos de que el feminismo burgués no se preocupa por nosotras, pues se ocupa más de desviar el movimiento a debates absurdos, clasistas e incluso retrógrados. Luchemos, organicémonos por nosotras, para que nuestra realidad sea un cuento que contar de nuestro pasado, porque habremos conquistado el presente y el futuro. Porque el camino de la emancipación lo será como clase, ineludiblemente, pero también como mujeres de esa clase obrera, constituida en clase para sí, que mandará al basurero de la historia el sistema dominante.

Alba AK

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