Cuando la evidencia demoscópica demuestra que el giro social favorable a posiciones de derechas que se viene produciendo en el último lustro afecta sobre todo a la juventud y, muy especialmente, a los jóvenes varones, se impone hacer un análisis y una valoración del hecho, más allá de los recurrentes: “eso ya lo sé yo” o “la juventud está echada a perder”.
Un recorrido que, a nuestro entender, debe partir de aquel 15M que en 2011 llenó las plazas de consignas huecas por otro mundo posible con más pan y menos chorizo, pero que, necesariamente no puede quedarse ahí, pues para entender las razones por las que, según el CIS, en las últimas elecciones europeas un 20 % de la juventud entre 18 y 25 años ha votado a Vox o a Albise1, hay que remontarse a otros acontecimientos que, como finalmente trataremos de demostrar, acaban produciendo la situación que analizamos:
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La traición eurocomunista de un todopoderoso y multitudinario PCE que, tras las elecciones municipales de 1979, decidió desmontar el movimiento vecinal e institucionalizar su acción sociopolítica.
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Interpretar por qué nació Podemos del 15M y por qué acabó gobernando con el PSOE, qué razones y qué consecuencias conllevó volver a institucionalizar la acción de las masas.
- <p">Valorar lo que ha supuesto en la conciencia de las masas, el tránsito de una realidad marcada en los últimos 50 años por experiencias colectivas de organización y lucha a otras situada en la individualidad de las redes sociales. De la vivencia de unas asociaciones vecinales que determinaban la vida de los barrios obreros, un movimiento anti OTAN que movilizaba a cientos de miles de personas, un movimiento sindical que era capaz de paralizar el país, la radical lucha juvenil por la insumisión y, finalmente, las movilizaciones de millones de personas contra la guerra de Irak ya en este siglo, a la realidad en la que un 64 % de la juventud dice informarse políticamente mediante Instagram, hay mucha distancia y muchas cosas a tener en cuenta.
Podrían ser más los elementos que situásemos, pero ya solo estos que acabamos de mencionar nos permiten definir dos factores interrelacionados que entendemos cruciales y, por considerarlos fundamentales, son los únicos que trataremos en estas pocas líneas de las que disponemos:
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La integración de la “izquierda” en el Sistema, asumiendo el papel de gestor del mismo y limitando todas sus aspiraciones transformadoras previas a esa realidad. Una situación en la que interesadamente, se mete en el mismo saco de las diversas socialdemocracias a todo el campo de la izquierda y, consecuentemente, anula la voz y el mensaje del campo revolucionario.
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La dominación ideológica a través de la individualización de las personas y la destrucción de sus espacios comunitarios de socialización.
Sin duda, el primero requiere el esfuerzo de deslindarse totalmente del campo de la socialdemocracia, de su discurso alejado de la realidad y las necesidades de las masas, que responde en exclusiva a las claves políticas e ideológicas que se desprenden de su aceptación de las reglas del Sistema. Mientras la “gauche divine”2 instrumentalizaba las ansias de justicia y libertad de las masas para situarse en el poder y reproducirse parasitariamente, en una realidad distante de la de los barrios y los trabajos precarios, se abría la grieta por la que la reacción penetraba en ese mismo campo que abandonaba la izquierda.
Consecuentemente, la tarea de un partido comunista ante esta realidad debe ser la de una intervención política comprometida, pegada a las reivindicaciones concretas desde una posición de clase. Un trabajo orientado a levantar referencias diferentes que se sitúen nítidamente en el campo revolucionario.
Solo desde esa experiencia de trabajo en estructuras de base y unitarias del movimiento obrero y popular, en el que el desarrollo del nivel de conciencia de las masas, progresivamente, les haga comprender que únicamente en un cambio radical del Sistema hay un escenario favorable para sus intereses, es como se puede y se debe romper la identificación de la izquierda revolucionaria, de las y los comunistas, con toda esa masa de “gestores” que, desde el PSOE a Podemos, pasando por IU, Sumar, etc., no hacen más que instrumentalizar a las masas para tratar de perpetuarse en el poder y desacreditan la palabra “izquierda”.
Igualmente, este propósito que cumple la función de defender los espacios comunitarios como los propios para el desarrollo de las experiencias de participación del pueblo trabajador saca a las personas de la individualización desde la que el algoritmo, convertido ya en ideología dominante, las instrumentaliza y las lleva a posicionarse conforme a los intereses del Poder.
No se trata de ningún “efecto generacional”, ni de ciclos inevitables de ida y vuelta, simplemente es la consecuencia de una política destinada a preparar a la juventud para lo que le depara el Capitalismo. Una juventud “patriótica” y reaccionaria que esté dispuesta a ir a la guerra para defender el Imperialismo.
Sin embargo esta juventud que naturaliza la guerra y la pobreza de los otros, ¿estará dispuesta a asimilar la pobreza propia y a servir de carne de cañón en el frente del Este? No, sin duda, no. No están preparados para ello porque siguen pensando que ellos, si se lo proponen, son capaces de sobrevivir en la jungla. Sin duda, son más víctimas que verdugos.
En consecuencia, el reto es seguir trabajando para lograr que acaben viendo lo evidente, lo objetivo que hoy la ideología dominante les oculta, y asuman que su futuro solo será favorable, incluso solo será, si es Socialista.
Julio Díaz
1 En las elecciones al Parlamento Europeo de 2014 crecieron la izquierda y los verdes, y en las de 2019 una mayoría de la juventud seguía declarando que su mayor interés para participar en las elecciones era la acción climática, la justicia social y la reforma democrática.
2 Pienso que es mucho más riguroso este término —incluso el más coloquial de “izquierda chaletera”—, que no el tan popularizado en determinados ámbitos de “izquierda woke”, que más que clarificar, confunde análisis y genera coincidencias indeseables con opciones reaccionarias.