Los manifestantes muestran una pancarta en Es Born. | Pilar Pellicer

Al igual que en otras ciudades turísticas, el movimiento contra el exceso de turismo se está manifestando en Baleares.

Hace años en reuniones de los responsables inmobiliarios y promotores de Baleares se decía que la meta era convertir a Mallorca en un nuevo Mónaco. Una ciudad de ricos y para ricos.

Los movimientos “espontáneos” contra el turismo masivo van siendo copados poco a poco por el establishment, donde está representado lo más granado de la sociedad mallorquina.

Y es que, quien más sufre es la clase obrera, siempre la carga va contra los mismos, pero los burgueses quieren paraísos privados.

Alquileres por las nubes, empujados por el alquiler vacacional; precios de viviendas por las nubes, empujados por la compra de extranjeros pudientes; precio de los alimentos, por las nubes, empujados por los turistas y por los extranjeros pudientes que ya copan los mercadillos agrícolas en busca de los productos ecológicos o, al menos, de la tierra.

Salir de copas o a restaurantes o a simplemente desayunar se limita a los polígonos industriales, el último reducto de los bares de antaño donde la clase obrera que trabaja en ellos puede “berenar”.

Electricidad, agua potable, Impuesto sobre bienes inmuebles, tasas miles: todo pensado para el residente pudiente, y así, poco a poco, el trabajador se va arrinconando en lugares alejados de la costa, alejados de los centros de trabajo, alejados del paraíso de los turistas y de los nuevos residentes.

¿Mucho hincapié en estos nuevos residentes? Enlacemos con la idea del principio: el nuevo Mónaco del Mediterráneo, una isla paradisiaca para uso y disfrute de los millonarios occidentales: suecos, noruegos, alemanes, daneses, ingleses, norteamericanos y curiosamente ucranianos de esos a los que no se recluta fácilmente para ir al frente.

Y estos millonarios quieren el paraíso para ellos, no quieren tampoco una isla masificada. Quieren disfrutar de sus montes privados, sus calas privadas, sus playas privadas. Quieren explotar los recursos acuíferos para tener sus piscinas llenas y sus campos de golf. Quieren sus clubs privados, sus restaurantes de lujos, “sus” carreteras despejadas para ir de un sitio a otro. A ellos también les molesta la turistificación, quieren un parque temático pero a su manera. Eso sí, necesitan esclavos para mantener sus mansiones y sus lugares de ocio, sus administradores y albaceas, sus hombres de paja y sus policías y servicios de seguridad, no sea que como cantara Ángel Parra, “que algunos rotosos que se revientan de hambre por envidia de seguro quisiera que esto cambie”

Y para esto, los fondos buitres compran y compran propiedades, cada vez a precios más altos, mientras que la población “aborigen” tiene que emigrar, y la vivienda cada vez más alta y los alquileres imposibles.

Y entonces surgen entre los movimientos espontáneos, a los que ya se han sumado PP y PSOE, las propuestas para frenar la turistificación, las siguientes las recoge Hosteltur en su página:

  • Tasas más altas para los turistas. Con esto se aseguran que sólo vendrán los de su clase y que los pobres, que ninguna culpa tienen de querer tener vacaciones en “su paraíso”, no puedan venir.

  • Restricción de horarios para la venta de alcohol. Como si el problema fueran sólo los que se emborrachan y no las carreteras atestadas de coches de alquiler o las playas inundadas de microplásticos y de pis de turistas.

  • Más control a los party boats. Hasta aquí podríamos llegar, que los turistas pobres molesten a los clubs náuticos, por favor, que queréis convertir esto en una Venezuela cualquiera.

Pero hay más y aquí se cuelan propuestas de ecologistas (jardineros de lujo) y nacionalistas de derecha, que quieren su trocito de pastel. Así, el diario Ultima Hora recogía el día 24 de mayo las siguientes medidas:

  • Prohibición de jets privados

  • Reducción de cruceros

  • Reducción de coches de alquiler a 25.000

  • Prohibición de alquiler turístico en edificios plurifamiliares

  • Decrecimiento de plazas turísticas

Por su parte el GOB (los jardineros de lujo) pedía que no se regularizaran las casas ilegales en suelo rústico. Curiosamente acaba de aprobar el Consell de Mallorca (del PP) la legalización de esas viviendas, pero para que no haya legalización de casas de pobres, tendrán que pagar un buen pellizco, pero eso sí, tendrán un casoplón en fincas rústicas enormes que les costaron una milésima parte de lo que valdrán ahora. Así que una cosa es participar en las manifestaciones y otra modificar el modelo de monocultivo empresarial: TURISMO hasta en la sopa.

Curiosamente ninguno habla de la cantidad de prostíbulos que hay en Baleares, ni de la droga que se vende con lugares conocidos por todos, ni de la tasa de abandono escolar, ni de tantas otras cosas que dan muestras de cómo el turismo de sol y playa (y alcohol) envilece a la población. Tampoco hablan del turismo de salud, de aquellos que se montan en un avión con un preinfarto porque en sus países no hay sanidad pública y como la privada no la cubre, vienen a Baleares y de camino se arreglan el problema.

Y entre tanto la culpa de todos los males, azuzados por Vox y sus secuaces, es de los inmigrantes sin papeles a los que se amenaza de muerte delante de la Policía sin que ninguna fiscalía de ninguna clase tome ninguna medida. Porque, obviamente, estos irregulares también molestan en el paraíso de los ricos y más si son argelinos y no sumisos marroquíes. Y no culpamos al pueblo, que hastiado de precios altos, de turistas borrachos, de falta de vivienda, acaban mirando hacia los que son más pobres que ellos, porque contra los ricos no pueden. ¡Manda narices!

Desde el PCPE apostamos desde ya por un cambio que acabe con el turismo como único modelo económico del país:

  • Reindustrialización, aunque las fábricas y sus ruidos y sus trabajadores sudados molesten a los millonarios en su paraíso.

  • Recuperación de la agricultura y creación de montes públicos.

  • Prohibición de construir inmediata mientras haya viviendas vacías en manos de especuladores. Solo se deberían hacer obras de mantenimiento.

  • Eliminación de pisos turísticos, que solo suponen que los fondos de inversión suban el precio para acaparar estas viviendas. Las viviendas son para vivir, no para especular.

  • Expropiación de viviendas a precios antiguos a los grandes tenedores para que no puedan aprovecharse del incremento que ellos mismos provocan.

  • Reforestación y creación de corredores verdes en las ciudades.

  • Limitación de las plazas turísticas. La sobrepoblación turística agota todos los recursos naturales.

  • Adecuación de los convenios colectivos a los precios actuales de las zonas saturadas.

Porque apostar contra el turismo sin cambiar el sistema económico no vale para nada.

Porque todo el país pertenece a la clase obrera, también las zonas turísticas, donde también la clase obrera tiene derecho a descansar y disfrutar.

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