En fechas recientes (agosto de 2024), se ha conformado el nuevo Govern de la Generalitat, el cual ha de regir y dirigir los intereses del país. Un Govern dirigido por el PSC, con el apoyo de ERC y els Comuns.

Una vez examinados los miembros rectores, representados en las Conselleries, pareciera -tan solo pareciera- que las intenciones de este Govern sean seguir fiel, ordenada y educadamente las reglas, los intereses, las gestiones presentes y futuras del gran capital.

Efectivamente, y a modo de ejemplo, la recién nombrada Consellera de Sanitat, la Doctora Olga Pané, muestra en su perfil una línea continuista en el ámbito de la gestión profesional; unas intenciones nada ocultas en sus intervenciones públicas de reducir y “optimizar recursos”, de proseguir “reformas para mejorar el servicio”, fomentar la “colaboración público-privada”, etc. Una sencilla búsqueda en los archivos existentes nos permite encontrar las fuentes de estas nada exageradas afirmaciones[i].

No es casualidad, por tanto, que tan abstractas -o indefinidas, más bien- ideas se concreten en la intención de Pané de subsanar anomalías como “la existencia del servicio de pediatría en la atención primaria”, la necesidad acuciante de la sanidad pública de acudir al enorme recurso que representa “el capital privado que posee la sanidad privada” para ayudar “al sostenimiento de la pública” y evitar que esta mengüe el presupuesto público de forma “desorbitada”. Tampoco es menospreciable la crítica indiscriminada a las condiciones laborales de los trabajadores sanitarios, unos privilegiados según Pané, podríamos entenderlo así, al afirmar que los profesionales “trabajan pocas horas según el convenio”.

No se malinterprete al escriba de estas palabras. No estamos hablando de una persona liberal de per se que además se hubiera levantado ese día con el pie izquierdo. Esto no va de personas a título individual que a capa y espada defiendan su idea de cómo ha de funcionar una determinada materia, en este caso, ni más ni menos que la Salud pública y el sistema sanitario que ha de velar por ella. Esto va de proyectos determinados de una clase que necesita al gestor más capacitado para llevarlos a cabo. Y en este momento Pané, como anteriormente los Consellers Boí Ruiz, Argimón o Balcells, por poner solo unos ejemplos recientes, sirven a la causa de los grandes intereses del sector empresarial sanitario.

¿Cómo si no entender la propuesta implícita de desmantelar un servicio ya esencial como la pediatría? ¿No merecen nuestros hijos e hijas ser visitados en la atención primaria por profesionales especializados en su edad e idiosincrasia? ¿Qué importa que tan solo en Bulgaria y España atienda la pediatría en atención primaria? ¡Tanto mejor ese avance! Es tan peregrina esa excusa que ni merece ser replicada: esconde la idea subyacente de la infrafinanciación crónica de la sanidad pública, de la falta endémica de profesionales para atender la enorme demanda de servicio y la nula respuesta de las administraciones públicas para solventar tales hechos. ¿Por qué hemos de ofertar un servicio si no queremos atenderlo? Quizás esta sería la pregunta que debería haberse auto adjudicado nuestra nueva Consellera.

La solución -o una de ellas- de la insigne Doctora Pané para salvar y/o mejorar la sanidad pública es dejarla caer en brazos del capital privado, eficiente gestor de recursos y generador de grandes servicios, según la teoría económica liberal. Volvemos al viejo paradigma thatcheriano según el cual lo “privado funciona mejor”. Se ha demostrado por activa y por pasiva lo falaz de esta afirmación, pero a nuestros gestores esto les es indiferente: pretenden regalar el negocio a la privada. CAP’s, CUAP’s, Centros de Salud, Áreas Básicas enteras están siendo gestionados por entes público-privados (de titularidad privada siguiendo un esquema organizativo determinado por la administración); Hospitales, centros residenciales y similares están en manos de consorcios privados realizando funciones públicas; centenares de miles de euros públicos se están regalando a fundaciones, laboratorios, farmacéuticas y hospitales privados en base a derivaciones de análisis, intervenciones quirúrgicas, rehabilitaciones, ayudas asistenciales domiciliarias, revisiones periódicas, …

En paralelo, y degradación de la sanidad pública mediante, decenas de miles de catalanes engrosan año tras año los listados de clientes de empresas aseguradoras de salud privadas, en manos de grandes multinacionales bancarias y grupos aseguradores internacionales, consorciadas con fundaciones hospitalarias, farmacéuticas y centros de salud creados para tal fin. Un goteo constante que, en los últimos años, dado el importante nivel de la depauperización de la sanidad pública catalana, se ha tornado en un chorro social abocado a buscar la “seguridad sanitaria” que la Seguridad Social pública es incapaz de proporcionarle.

A nada de esto es ajeno nuestro Govern, tanto el actual como los anteriores, y a cada normativa aplicada, profundiza la herida: blinda el espacio de la sanidad privada, escatima recursos de la pública (cuando la realidad es que cada vez necesita más), cede más espacios de gestión y explotación públicos a la sanidad privada (en forma de “conciertos” o “fundaciones”), permite la creación de más y más nicho de empresas y modelos aseguradores privados (los cuales restan profesionales y equipamientos al sector público, que sufre un male endémico de falta de recursos y profesionales como la misma Consellera reconoce), deriva servicios provenientes de la pública a la privada (colaboración público-privada), destina presupuestos públicos a centros privados, se fomenta la sanidad privada y tendemos a recortar servicios públicos por “innecesarios” (¿para qué queremos pediatras en la primaria?, por ejemplo), etc., etc.

Y por si esto fuera poco, y permítanme informar que el resumen es muy escueto, porque este tema da para mucho más, pero dado que no es mi objetivo agobiar al sufrido lector, la Dra. Pané no olvida atacar a sus compañeros y compañeras profesionales sanitarios acusándoles de “bajo rendimiento “y “de hacer pocas horas por el Convenio”, entre otras veladas insinuaciones. No es casual, es causal. Para privatizar la sanidad pública, otra de las piezas necesarias, aparte de dejar degradar los servicios, asfixiar vía falta de personal los existentes, colaborar con la sanidad privada (y que a su vez, esta crezca y sea cada vez más potente), fomentar la sanidad privada entre cada vez más sectores sociales, universalizar su existencia como algo normal y lógico (“complementario”)…también es forzosamente necesario destruir las condiciones laborales de las cuales disfrutan, cada vez menos, como es fácilmente demostrable, los profesionales públicos.

Evidentemente, las condiciones laborales de los profesionales públicos no son “competitivas” en el sector privado: en un “mercado sanitario” (y no un servicio público concebido como científico, universal, gratuito, de calidad y 100% público, ¿recuerdan esta histórica consigna de la sanidad pública?), decíamos en un mercado sanitario donde el principal objetivo es la acumulación de capitales en forma de beneficio de las empresas del sector, las aceptables condiciones laborales de los profesionales públicos son un escollo a esta guerra por la acumulación. Es más que evidente que el interés de las empresas será precarizar las condiciones laborales, aumentar los ritmos y tareas asignadas, para así “optimizar costes” y ser más “competitivos” en la fratricida guerra que entre empresas sanitarias (como decimos, en manos de bancos y aseguradoras la inmensa mayoría) van a disputar por un sector social aún no muy susceptible de entrar al mercado, pero si en vías de hacerlo.

Como en otros espinosos asuntos, por ejemplo, las pensiones y la educación, la sanidad es parte de este triángulo que supone un importantísimo caladero económico por explotar. La hasta hace pocos años aceptable calidad de la sanidad pública se va viendo deteriorada y mercantilizada, en vías de privatización, por un sector empresarial que coloca piezas en los Gobiernos de turno y en puestos clave de gestión para profundizar en esa herida de la que hablábamos.

A las pruebas nos remitimos, e insisto en una idea central: la Dra. Pané no es una “exaltada iluminada”. Es la punta de lanza de una necesidad gestora en pos de la destrucción/desguace del sistema público de salud catalán y avanzar en su cesión al sector privado utilizando las formas que les favorezca económicamente.

Es urgente la reacción social bajo la bandera (olvidada ya por algunos) de uu único sistema de salud: científico, universal, gratuito, de calidad y 100% público. No es concebible un espacio al sector privado, porque la sanidad, como las pensiones o la educación, es un derecho público a preservar, cuidar y financiar como corresponda a sus necesidades.

Estemos vigilantes, y luchemos por lo público.

Alex FG

 

[i] Olga Pané, la consellera de Salut de Illa que dice que los sanitarios trabajan poco, quiere quitar los pediatras de la atención primaria y defiende la privatización - https://www.diario.red/articulo/actualidad/olga-pane-consellera-salut-illa-que-dice-que-sanitarios-trabajan-poco-quiere-quitar-pediatras-atencion-primaria-defiende-privatizacion/20240812180255033871.html?utm_medium=social&utm_source=whatsapp&utm_campaign=share_button

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