El caso de M. A. Ramírez es quizá sobresaliente, pero no atípico del comportamiento de la oligarquía caciquil canaria. Su hagiografía nos habla de un self made man, al más puro estilo yanqui, un hombre hecho a sí mismo, que empezó de la nada y que gracias al tesón y al trabajo duro dirige hoy uno de los imperios económicos más pujantes de las Islas Canarias… y la U.D. Las Palmas. Hasta aquí el cuento de hadas.

La verdad es otra. Sus buenas relaciones con las altas instancias, para lo cual la presidencia de la Unión Deportiva es un trampolín inmejorable, ha coincidido misteriosamente con una cascada casi infinita de contratos públicos, extraordinariamente lucrativos, por toda la Comunidad Canaria. De hecho, su empresa original, Seguridad Integral Canaria, controla el 80% de la seguridad privada en las islas (es la séptima de todo el estado). Hoy su imperio, Ralons S.L., se dedica no sólo a cuestiones de seguridad, también a limpieza de entidades públicas, mantenimiento, lavandería, gestión de centros deportivos…

Nuestro héroe, flamante representante de BMW en las Islas, también aparece en los papeles de Bárcenas como uno de los financiadores del PP entre 2010 y 2011 a través de su empresa Gestiones y Asesoramientos 3000 S.L. Casualmente, poco después empezó a recibir concesiones de vigilancia y seguridad en el Valle de los Caídos, San Lorenzo de El Escorial, los Reales Alcázares de Sevilla, la Granja de san Ildefonso de Segovia, varias de las zonas del Metro de Madrid y otros negocios en Baleares, Castilla La Mancha, Extremadura o Andalucía.

Su suerte no es sólo económica, sino también judicial. En 2010 un juzgado de lo penal le condenaba por violar la ley de medioambiente levantando una construcción ilegal en su finca de 30.000 m2; la Audiencia Provincial confirmaba sentencia a 3 años y un día de cárcel y una multa de más de 40.000 euros. El TSJ de Canarias anuló la sentencia, pero como eso no era suficiente, el PP, que tiene su corazoncito, como el PSOE, lo indultó en noviembre.

Las amistades no lo son todo.

Pero no es sólo por las amistades como se construye un imperio. El hombre que se ufana de no haber leído un libro en su vida, sabe muy bien cómo explotar a sus trabajadores y trabajadoras.

Su afán por cortar de raíz cualquier tipo de lucha de sus trabajadores y trabajadoras es muy conocido en Gran Canaria. Las prácticas mafiosas de amedrentamiento ejercidas por sus subalternos, ente ellos su hermano, son habituales.

Pero también sus ataques a cualquier tipo de organización sindical que él no controle. Por ejemplo, en octubre del año pasado se anulaban unas elecciones sindicales en su empresa de seguridad (Seguridad Integral Canaria) por violaciones manifiestas de la L.O. de Libertad Sindical: aunque correspondía crear dos colegios, uno para los administrativos/as y otro para los vigilantes de seguridad, M.A. Ramírez sólo conformó uno, en el que colocó una candidatura formada por personal afín a él, y en las que no cabían más que empleados/as de dirección. No había trabajadores/as de base, que son quienes realmente sufren la mayor explotación con contrarios precarios, salarios de auténtica miseria o cambios de turno a gusto del Jefe.

Con esa sobreexplotación de la fuerza de trabajo, especialmente escandalosa en el personal de seguridad o en su empresa de limpieza, es como ha construido un imperio que factura más de 150 millones de euros al año y que le ha permito expandirse no sólo por la península, sino desembarcar en Perú y, próximamente, en Miami, México, Colombia o Chile.

Pero la oligarquía siempre es así; él es sólo un ejemplo destacado.

Armiche Carrillo

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