Entre el 22 y el 24 de octubre se reunieron en la ciudad rusa de Kazán 30 representantes y jefes de Estado en el marco de la cumbre de los BRICS. La reunión concluyó con una declaración en la que se reivindicaba la multipolaridad, la resolución pacífica de los conflictos, la oposición a las sanciones y bloqueos, la oposición a la política israelí y la lucha contra la desinformación entre otros aspectos.
Pero más allá de la declaración oficial, lo más destacable es el nuevo mundo que perfila esta reunión, que, a pesar de sus contradicciones internas como las existentes entre la India y China o el veto de Brasil a la membresía de Venezuela, discute el liderazgo de los EEUU y el occidente imperialista de los últimos 500 años.
Los 9 países miembros de los BRICS, representan el 37 % del PIB mundial y el 46 % de la población mundial, mientras que el G7 (EE. UU., Japón, Alemania, Francia, Gran Bretaña, Canadá e Italia), representa el 26 % del PIB mundial y representa apenas el 10 % de la población mundial.
Si a estas magnitudes, sumamos los países asociados a los BRICS (Argelia, Bielorrusia, Bolivia, Cuba, Indonesia, Kazajistán, Malasia, Nigeria, Tailandia, Turquía, Uganda, Uzbekistán y Vietnam), y otros, como las potencias petroleras de Venezuela o Arabia Saudí que se están vinculando a los BRICS, es fácil visualizar como la inmensa mayoría de la humanidad en términos demográficos, económicos, técnico-científicos, en potencial militar, en recursos naturales y energéticos… se está desenganchando y empezando un camino alternativo al que dicta el occidente colectivo, y, especialmente, los EE.UU. y el bloque atlantista.
Un cambio civilizatorio que discute la hegemonía occidental de los últimos 500 años. Este hecho no puede considerarse como anecdótico ni intrascendente. A la crisis sistémica del capitalismo en su fase imperialista se le suma la configuración de una alternativa en todas las esferas descritas. Si la inmensa mayoría de la humanidad opta por un modelo alternativo al dictado occidental, es fácil explicar el recurso de la guerra por parte de la OTAN y el bloque económico que representa. Guerra económica, comercial, monetaria, cultural y militar.
Que más de la mitad de la humanidad y del comercio se quieran independizar del dólar estadounidense y desarrollen sus propias reglas comerciales y económicas es, desde la óptica de los monopolios occidentales, una declaración de guerra.
Hoy el imperialismo occidental alimenta el fuego de la guerra, y ya empezamos a ver como los aparatos de propaganda del imperialismo hablan abiertamente de guerra mundial. Nos preparan para que asumamos la guerra como algo inevitable y necesario, ocultando que son ellos quienes la provocan y alimentan.
Los BRICS, más que una alternativa, representan el ocaso del imperialismo occidental. Es difícil hablar de bloque en un conglomerado tan diverso en el que se mezclan modelos sociales y políticos tan diversos y con, a veces, profundas contradicciones. Un ejemplo es el veto de Brasil a Venezuela. Un veto originado en las profundas contradicciones internas del capitalismo brasileño, de sus pretensiones regionales y, cabe decirlo, de las profundas enemistades existentes entre las dirigencias de ambos estados.
También existen contradicciones entre la India y China, o ente China y Vietnam, o entre Irán y Arabia Saudita. Sólo el tiempo dirá si estas contradicciones se vuelven insuperables, o si por el contrario dan paso a un objetivo superior y superador.
Ferran N.