La crisis general del capitalismo ha dejado un panorama desolador sobre el mundo del trabajo; Madrid, lógicamente, no ha sido una excepción.

La concentración de grandes masas trabajadoras en la región, con aún importantes concentraciones proletarias en amplios centros de trabajo y empresas que emplean por sí solas a cientos y miles de trabajadores, ha vuelto muy visible el conflicto existente entre la ínfima oligarquía y las grandes masas obreras –contradicción fundamental en el capitalismo– depauperadas y atacadas en todos sus derechos en el territorio que ocupa la capitalidad y centralidad del Estado.

La respuesta obrera se ha visto también condicionada por la característica general que ha determinado las luchas clasistas en el resto del país: una situación de desarticulación gravísima de la conciencia y en consecuencia de la organización obrera, tanto a nivel sindical como político. No obstante, las luchas se han articulado y han ido haciendo madurar las condiciones en el seno de la propia batalla.

Ejemplos de triunfos, han sido la gran victoria de los trabajadores y trabajadoras de limpieza viaria y parques y jardines de Madrid, la lucha del alumbrado público, el reciente y combativo conflicto de recogida de basuras en Alcorcón, o la paralización y resistencia parcial a la privatización completa de varios hospitales madrileños, que si bien ha sido una lucha que ha trascendido lo laboral, no olvidemos que contenía una defensa de puestos y condiciones de trabajo que bajo la privatización quedaban en serio riesgo. Entre los ejemplos menos exultantes y más tristes, hay que citar inexcusablemente la lucha de la Lavandería Central Hospitalaria de Mejorada, que tras un mes y medio de huelga indefinida vio cómo un determinado sector de cierto tipo de sindicalismo pactista volvía a cometer uno de sus apuñalamientos por la espalda. Tampoco podemos olvidar el fracaso que la huelga de Panrico en Santa Perpetua no se extendiera a la planta madrileña de Paracuellos del Jarama.

Veamos a continuación varios ejemplos, de las diferentes realidades y desarrollos de la lucha de clases en Madrid. En todos la conclusión es la necesidad de la organización y unidad de clase y la unificación de luchas.


Huelga de limpieza viaria y jardines, no cesar la movilización hasta la victoria final

Tras dos semanas de huelga indefinida, con un eco mediático y una solidaridad por parte del pueblo trabajador de amplio espectro, la huelga se cerraba conscientes de que una vez más se podían haber logrado más cosas de las finalmente obtenidas. Desde el PCPE y los CJC valorábamos esta huelga como una victoria parcial de la clase obrera. En el actual marco de luchas, haber impedido los despidos de 1140 trabajadores y cero euros de rebaja salarial, no puede ser tenido más que como un éxito. Y lo más importante, se había demostrado al conjunto de la clase obrera que la lucha y la unidad hacen posibles las victorias, por muy poderoso que sea el enemigo.

Sin embargo, no podíamos ser acríticos y faltaríamos a nuestro compromiso con la clase obrera y los sectores populares si no analizáramos los fallos que se dieron. La convocatoria de una huelga indefinida requiere un enorme nivel de organización previa. La unidad de acción casi total que se alcanzó en los cantones no fue correspondida con la misma planificación desde las secciones sindicales. Más grave, en las últimas horas y jornadas de huelga, ante la amenaza por parte del Ayuntamiento de reventar la huelga mediante la contratación de TRAGSA se deberían haber roto negociaciones de inmediato. Finalmente, el centro de Madrid fue limpiado y las plantillas desmovilizadas. Ante esta situación, la patronal volvió a la mesa reforzada. In extremis, se firmó un acuerdo que si bien no rebasaba las líneas rojas, se quedó corto para los logros que podrían haberse alcanzado.

Una huelga que nos enseñó cuáles son los elementos para vencer en el enfrentamiento clasista: unidad, organización y lucha. Y no confiar ni desmovilizar las propias fuerzas hasta haber vencido plena y seguramente a la patronal. De ella salen reforzados, precisamente por estos principios, los CUO de Madrid, integrando a sus filas a bastantes compañeros de la limpieza.


Sanidad pública madrileña, victoria momentánea en los tribunales por lo luchado en la calle

Seis hospitales públicos que ya son en buena parte de gestión privada, pretendían ser abiertos por completo al capital privado también en lo sanitario; finalmente, gracias a la movilización popular, permanecen bajo titularidad pública.

Esta pequeña victoria que ha refrendado el Tribunal Superior de Justicia de Madrid se ha arrancado luchando, desde los centros de trabajo, hospitales y ambulatorios, protagonizando los trabajadores de la sanidad la lucha y con el enorme apoyo del pueblo trabajador madrileño, alzándose en cada barrio y municipio de nuestra región para rechazar el plan privatizador.

Miles de puestos de trabajo se ponían en riesgo con el plan privatizador de la sanidad madrileña, así como las propias condiciones laborales de muchas categorías profesionales. La lucha de la sanidad pública, entendida desde un inicio como mucho más que un conflicto laboral –que también lo era– se dirimió en métodos de lucha que combinaban la acción de masas manifestante, la reclamación de solidaridad del pueblo en su conjunto, con las herramientas históricas principales de lucha de la clase trabajadora: los paros y las huelgas. Varias jornadas de huelga tuvieron lugar a lo largo del verano y el otoño. Sin embargo, esta combinación de factores derivó en muchos momentos en una cierta confusión donde los sectores directamente afectados laboralmente no encontraron nunca una poderosa unidad de acción. Fue la movilización popular, en este caso, la que salvó dicha falla y consiguió que a día de hoy la burguesía tuviera que recular en su plan.


Lavandería Hospitalaria Central, contra el pactismo y la traición, unidad y organización

Después de 45 días de constante y dura huelga, se dio por finalizada la misma de forma brusca. Llegado a un acuerdo entre el comité de huelga (compuesto únicamente por el presidente de la asociación de trabajadores de la Lavandería y dos asesores del sindicato CCOO) y ratificado de forma nada clara en asamblea por dos votos de diferencia, vimos cómo la impotencia recorrió el cuerpo de gran parte de los y las trabajadoras, que se sentían fracasados y vendidos por una situación que no conseguían comprender en ese primer momento.

La tardía organización de una asamblea de trabajadores/as en huelga, como órgano máximo de decisión y democracia obrera, puso en bandeja de plata a los elementos más bajos de un sindicalismo entendido burocráticamente y comprometido con prácticas de conciliación y no de lucha con el patrón, todos los recursos para manipular a sus anchas y llevar la negociación con la empresa, FLISA, propiedad de la ONCE, a espaldas de las y los trabajadores.

El PCPE y los CJC, que estuvimos hasta el final, justo cuando se empezaba a dirigir la lucha de una forma más decidida, junto a los/as compañeros/as de la Lavandería, no pudimos sino resolver que no es posible llevar adelante la lucha sin unidad ni organización, e hicimos el llamamiento a ingresar en los Comités para la Unidad Obrera (CUO) de Madrid a todos/as trabajadores/as de la lavandería que quisieran continuar la lucha, felicitando a todas y todos aquellos que con total determinación enfrentaron este combate, y que tuvieron que aprender en sus propias carnes que el enemigo en muchas ocasiones se encuentra también disfrazado entre nuestras propias filas.


Coca Cola, la respuesta obrera a los monopolios multinacionales

En el momento actual, la huelga de Coca-Cola es el gran conflicto que refleja la lucha de clases en Madrid. El desarrollo y la consecuencia clasista y combativa será lo que determinará el éxito o el fracaso de esta nueva “escuela de guerra” para la clase obrera madrileña.

Hasta el momento, el PCPE y los CJC han estado desde el minuto uno en los piquetes, en las manifestaciones, la marcha de Fuenlabrada a Sol, haciendo charlas informativas con trabajadores de la fábrica, y extendiendo todas las labores de agitación y propaganda en solidaridad con los/as trabajadores/as a gran parte de los barrios y municipios de Madrid, bajo lemas como “Madrid no produce, Madrid no consume. ¡Solidaridad!”

uyl_logo40a.png