“Cuando me jubile voy a leer, pasear, viajar, voy a disfrutar de la familia, de los amigos, voy a tostarme bajo el sol y no dejar que el tiempo me tiranice más”. ¿Quién, no ha manifestado estos deseos durante su vida laboral? ¿Quién no ha cifrado en la jubilación la posible realización de aparcadas aspiraciones? Sin duda muchas personas. Algunas, quizás, como los delegados que acudieron con entusiasmo juvenil a Barcelona los pasados 4, 5 y 6 de febrero a celebrar el Primer Congreso Mundial de Sindicatos de Clase de Pensionistas y Jubilados de la Federación Sindical Mundial (FSM). Toda una novedad en la materia. Personas en general mayores de 60 años venidas de los cinco continentes, conscientes de su explotación y de que el disfrute de ese derecho social, “de ese tiempo necesario para saborear la vida antes de morir”, como decía un delegado, peligra hoy más que nunca en el mundo capitalista. “Porque el capitalismo es insaciable y, en crisis sistémica, hasta la “tercera edad” y sus pensiones públicas son objeto de codiciosos intereses privados”, denunciaba el Presidente del Comité Preparatorio, Quim Boix, en la sala Pompeu Fabra del Colegio de Ingenieros Industriales, la mañana inaugural del evento. Una sala a rebosar de jubilados y pensionistas: 70 delegados procedentes de 21 países, más otros tantos invitados (sindicatos y asociaciones) venidos del estado español; satisfechos todos de encontrarse reunidos para hablar de sus reivindicaciones específicas, y dispuestos a fundar durante el congreso la Unión Internacional de Sindicatos de Pensionistas y Jubilados (UIS) de PyJ. “Será la única organización sindical mundial de pensionistas y jubilados, una herramienta imprescindible para luchar por la defensa de nuestros intereses de clase”, concluía en su informe preliminar el presidente. Unos intereses que se desvelaron efectivamente comunes durante los debates que tuvieron lugar los días 5 y 6 en Can Fulló, una esplendida masía del siglo XVIII situada en plena naturaleza entre las localidades de Òrrius y Argentona, y que el colectivo de abogados laboralistas Col-lectiu Ronda puso a disposición de los delegados. “En Bolivia, gracias a la lucha sindical, la edad de la jubilación ha pasado de 60 a 55 años, 49 años para las mujeres de 3 o más hijos. (…) En Ecuador, las impresionantes luchas de los jubilados en 2004 consiguieron, al precio de 20 sindicalistas muertos en huelga de hambre, que las exigencias del FMI de reducir las pensiones a la mitad no se satisficieran. (…) En Cuba, país bloqueado por el Imperio durante más de 5 décadas, hemos conseguido que la esperanza de vida aumente sustancialmente y que la jubilación no sea una carga para la sociedad socialista sino un acicate por su potencialidad”, apostillaba la delegada, Lázara Santiago, de la Central de Trabajadores de Cuba (CTC). Y así, contrastando las diferencias entre políticas solidarias y socialistas y otras totalmente opuestas, los delegados desgranaban la necesidad de unirse para combatir los ataques del sistema capitalistas a los derechos de los jubilados. “Queremos una jubilación a los 60 años, menor para las profesiones a riesgo y para la mujer, queremos tener acceso gratuito a la salud, a la cultura y al ocio, y una pensión pública digna y que evolucione mínimamente con el IPC”, clamaban finalmente los delegados blancos, negros, amarillos y mulatos, mientras clausuraban el congreso con el puño en alto y entonando emocionados la Internacional.

“Ahora todo dependerá de nuestra capacidad para desarrollarnos, organizar y movilizar a los jubilados por sus derechos, dentro de la lucha global de clase obrera”, resumían en esencia el griego Dimos Koumpouris, del frente de trabajadores PAME y el catalán Qim Boix, del sindicato unitario CSU de PyJ, presidente y secretario general de la recién nacida Unión Internacional de Sindicatos de Pensionistas y Jubilados de la FSM. Todo un reto y un estímulo.

José L Quirante

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