El pasado 11 de noviembre se cumplieron 10 años del asesinato de Carlos Palomino en el metro de Madrid a manos de Josué Estébanez, un militar fascista. Carlos y un grupo de antifascistas acudían a una manifestación convocada para mostrar su rechazo a una movilización organizada por la extrema derecha en la capital. Han pasado 10 años y las imágenes de su asesinato aún siguen grabadas en la retina de miles de personas.

Tras el asesinato del compañero Carlos Palomino, seguramente se dieron las movilizaciones antifascistas más grandes de los últimos años. Unas manifestaciones que volvieron a sacar a la palestra los crímenes del fascismo y la impunidad con la que venía actuando desde hacía muchos años, por mucha “Transición” que nos quisieran vender.

Los homenajes al compañero se han ido sucediendo durante estos años, tanto en Madrid como en diferentes pueblos y ciudades, los cuales siguen sacando a la calle a miles de compañeros y compañeras.

El pasado 25 de septiembre, en otro día más de lucha por el soterramiento de las vías que parten la ciudad de Murcia y contra la construcción de un muro para el AVE, los vecinos marcharon por las calles manifestando el derecho a decidir sobre sus barrios y la voluntad de impedir que intereses empresariales marginaran a los barrios del sur. Durante la manifestación, de forma espontánea se procedió a la ocupación de las vías, pero la policía cortó el paso y solo unas cincuenta personas quedaron dentro, a las que estos cuerpos represivos desalojaron de forma violenta, causando heridos. El siguiente poema es el relato que vivieron unos camaradas de la Juventud.

 Me lo arrancó la zarpa del traidor

que quiso enterrarnos bajo la piedra;

tú, compañero mío, te abrazaste a mí

cubriendo mi desnudo y tu promesa

Las y los comunistas no pararemos de repetirlo: el capitalismo no acepta reformas, es un sistema completo, con sus propias leyes y que aplasta todo aquello que no esté del lado de los intereses del grupo dominante (en la actualidad el gran capital monopolista). Como murciano, hay un asunto que ejemplifica perfectamente esta situación: la construcción de un muro de casi 10 kilómetros de largo y 5 metros de alto que, literalmente, divide en dos mitades todo el área metropolitana de la ciudad de Murcia para la construcción de un tren de Alta Velocidad a precios impopulares y que servirá para mover mercancias a un coste mucho menor del que resultaría de enviarlas por carretera. Fruto de esto, los barrios al sur del muro -habitados principalmente por familias trabajadoras y pequeños propietarios, aunque también alguna mediana empresa- se quedan marginados en beneficio de unas pocas grandes empresas.

La revolución de octubre de 1917, como toda transformación social fue una obra de las masas. El protagonismo y la fuerza fundamental de aquel proceso estuvo en la clase obrera a la que se sumaron otras clases sociales. Sin embargo, uno de los actores poco referenciados en la etapa prerevolucionaria y durante el triunfo de la revolución, es la juventud, pero ésta tuvo un significativo accionar.

Los primeros grupos marxistas aparecieron a inicios del siglo XX entre los obreros, pero también en las universidades y colegios. En ambos espacios los más entusiastas y enérgicos activistas fueron los jóvenes, Lenin y Stalin fueron ejemplo de aquello.

Desde que nacemos se nos bombardea constantemente con lemas como que “vida solo hay una” o a “vivir que son dos días”. Y es una idea terriblemente cierta, poco hay más humano que saber que la vida tiene millones de cosas para ofrecernos y no podremos conocerlas todas. Esta realidad no pasa desapercibida por los equipos de publicidad de las diferentes empresas, que nos atiborran de falsa ilusión por vivir con campañas centradas en el consumo, el optimismo radical y una apariencia de eterna juventud. Los anuncios veraniegos de cerveza son un ejemplo excelente de este tipo de propaganda, la juventud somos su principal objetivo; pero -como suele ocurrir- los capitalistas suelen contarnos historias que chocan frontalmente con la realidad de la juventud obrera.

No es nada nuevo para la juventud tener la necesidad de desconectar del estrés que vivimos a diario. Todas y todos sabemos lo difícil que puede llegar a ser tener que compaginar los estudios con un trabajo de mierda. ¿Y ante eso que oferta de ocio nos ofrece el capitalismo? Podemos elegir tranquilamente en gastarnos lo poco que cobramos en droga para olvidarnos de toda la mierda que llevamos encima, o pagar 10€ para entrar en una discoteca con una consumición y gastarnos el resto del sueldo en cubatas hasta acabar ciegos un sábado a las 5 de la mañana en cualquier esquina vomitando, eso si eres hombre, si eres mujer añádele ser usada como reclamo sexual entrando gratis (y que algún machito ofendido aun te lo recrimine) para tener que soportar manadas de babosos que parecen no entender un “no” por respuesta.

Entrevista a Cristina, 22 años, graduada en Psicología y camarera en el centro de la ciudad de Murcia para la cadena de restaurantes 100 Montaditos.

- UyL-.Muy buenas, Cris. Cuéntanos un poco quién eres y cuál es tu experiencia laboral.

-Cris-. Muy buenas, tengo 22 años, soy graduada en Psicología, y bueno, empecé a trabajar antes de ser mayor de edad ayudando a mi madre a limpiar. Luego, pues lo típico que hemos hecho de dar clases y cosas de esas, para ganarme un dinerillo. Y ya pues en la playa ayudaba en un chiringuito, pero eso no era legal; porque yo simplemente iba a echar una mano.

Mi primer trabajo legal y regulado fue en IKEA, estuve un año. Empecé echando 16 horas, me lo ampliaron a media jornada e iba compaginándolo con los estudios. Las condiciones eran buenas, te respetaban las vacaciones y te daban de alta todas las horas que echases, lo único es que las horas extra te las pagan en el finiquito, que a toda persona empleada en IKEA le acaba llegando.

Este verano la Juventud Comunista vuelve a la carga después de un curso intenso tanto a nivel interno donde hemos sufrido ciertos contratiempos derivados de la situación fraccional dada en el Partido, como a nivel externo con dos huelgas estudiantiles donde los y las Jóvenes Comunistas hemos estado en primera línea de combate.

Y no vuelve de cualquier forma, sino recuperando el discurso que los y las jóvenes comunistas nunca debimos perder, diciendo claro a nuestros compañeros y compañeras de trabajo, a nuestros vecinos y vecinas del barrio… que no hay salida en el capitalismo, que no hay otra alternativa que no sea organizarse y luchar por nuestros derechos.

Hemos vuelto para decir claro también que estamos hartos de falsas ilusiones, tanto de la nueva o vieja socialdemocracia que ha demostrado en estos dos años que solo es una cara más del sistema capitalista que nos oprime, como de aquellos oportunistas charlatanes que tratan de edulcorar nuestra lucha bajo consignas ambiguas y alejadas de nuestra clase.

El 13 de Mayo comenzaba una nueva etapa para la Juventud del PCPE en el estado español. Tras meses de batalla contra las desviaciones ideológicas del Consejo Central de los CJC, el proceso fraccionario explotaba asestando un duro golpe contra la juventud leal al PCPE. Es entonces cuando se comienza a organizar un plenario estatal, con la militancia que ha sido firme ante esos postulados que ya rozan la socialdemocracia. Una militancia que ha sufrido durante mucho tiempo los boicots y el autoritarismo de un CC que se proclamaba por encima de las y los demás por el mero hecho de ser el comité superior.

Sin embargo, esto no sirvió para aplacar a la militancia comunista. El 13 de Mayo se convoca un plenario del que se elige un Comité Estatal de Dirección, nomenclatura en honor al que hubo durante el proceso fraccionario de 1993. Es aquí donde la militancia decide renombrarse como Juventud – PCPE, para evitar la relación con el discurso diluido y su identificación en las siglas de CJC, a pesar de la pérdida de una nomenclatura histórica de 30 años de trabajo comunista. Hoy por hoy consideramos más importante que la juventud obrera tenga claro la diferenciación entre quién es la juventud del PCPE y quién se hace llamar como tal con unas siglas que pertenecen a la historia comunista, echándola totalmente por la borda. Lo esencial no es el nombre, sino los principios, y no podemos permitirnos que la clase obrera dude de un mensaje de lucha clasista por aferrarnos a unas siglas. Nuestra lucha no es esta.

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