¿En qué pensamos cuando hablamos del alto coste de la educación universitaria hoy en día?

Normalmente nos vienen a la cabeza las sucesivas subidas de tasas que encarecen las carreras, la disminución y detrimento de las becas para estudiar y otras muchas cosas. Sin embargo, esto no es más que la punta del iceberg en lo que a gastos de un estudiante se refiere. Existen otros muchos gastos que, normalmente, se pasan por alto o son obviados.

El término “nini” (ni estudia ni trabaja) se ha ido haciendo un hueco entre los jóvenes prácticamente desde el inicio de la crisis capitalista. Muchos son los que se han quedado anquilosados en una situación que, a pesar del baile de cifras, cada vez es más común: haber terminado los estudios, o no poder hacer frente a éstos, y no encontrar trabajo.

Al contrario de lo que se suele creer, el profesorado de las universidades no es homogéneo, sino más bien lo contrario. Encontramos dentro de este grupo trabajadores en situaciones muy dispares: unos con condiciones laborales paupérrimas y un elevado grado de explotación; otros, con prebendas notables y un estrecho contacto con las autoridades de la universidad y las empresas privadas que la controlan.

El injusto modelo organizativo de las universidades, natural en el sistema capitalista, condena a los docentes a una desigualdad vergonzosa. En las aulas podemos encontrar a profesores cansados, cargados hasta arriba de trabajo, obligados a trabajar los siete días de las semana, destinando horas a la enseñanza en clase y más horas a la elaboración de exámenes, a la corrección de ejercicios, a la tutorización de trabajos finales de grado, etcétera.

Según las últimas estadísticas del Ministerio de Empleo y Seguridad Social el paro bajó en 74.028 personas durante el pasado mes de julio (descenso del 1’8%), coincidiendo así con el periodo estival en el que se registran menores índices de desempleo que durante el resto del año.

Uno de cada dos puestos de trabajo generados en el estado español, son en la hostelería, un sector jóven, desorganizado y explotado

Un año más, después de un curso político lleno de trabajo y de lucha, de esfuerzos por organizar a la juventud obrera y popular para defender sus intereses de clase, los CJC afrontamos, en este mes de agosto, una nueva edición de nuestro II Campamento de la Juventud bajo el lema "Unidos somos fuertes, organizados, invencibles", esta vez en la sierra de Madrid.

Piso, tasas, reducción de becas… la clase obrera se asfixia económicamente para que sus hijos puedan estudiar.

Durante el siguiente mes de septiembre, miles y miles de jóvenes estudiantes de clase trabajadora nos encaminamos hacia nuestro próximo destino: la universidad.

Cada día son más y más los jóvenes que aprovechan el periodo estival para buscar un trabajo temporal, siendo el de socorrista un claro ejemplo de ello. En este artículo desgranaremos algunos de los pros y contras de este oficio.

Para mucha gente, el trabajo de socorrista es de aquellos trabajos “chollo”. Cómodo, bien pagado, en un buen lugar de trabajo… No obstante, tanto los requisitos de formación como el desempeño de la actividad son más complicados de lo que a priori parece. El trabajo de socorrista está considerado uno con los de mayor riesgo de padecer estrés laboral, pues trabajas en constante riesgo de intervención ante una situación de peligro y necesitas estar concentrado cada minuto de trabajo.

Desde su implantación en 1972, Inter Rail se ha convertido en uno de las formas de viaje más populares entre los jóvenes europeos. En su 40 aniversario, en 2012, fueron casi 250.000 los “mochileros” que compraron este tipo de billete. Porque aunque el Inter Rail se venda como “una forma de vida” no debemos olvidar que no deja de ser básicamente eso, un billete de tren, que aunque sea relativamente barato conlleva una serie de gastos paralelos.

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