Las condiciones de trabajo en nuestro vecino Marruecos se asemejan a la esclavitud, que más de 28 personas mueran por un corto circuito en el sótano de un edificio, donde trabajan hacinadas unas 80 personas, la mayoría mujeres, sin ventilación y sin espacio para moverse, es la tónica general en ese país, de las ya confirmadas 28 personas, 18 son mujeres.

El Estado Español junto con Francia son los países que consumen los productos fabricados en Marruecos. Que los países de la U.E. mantengan relaciones comerciales o de cualquier tipo con la monarquía dictatorial de Marruecos, les hace cómplices de los asesinatos ocasionado a miles de personas, la mayoría mujeres. Las condiciones infrahumanas y de precariedad los hace cómplices de estos asesinatos. Casi todas estas empresas son clandestinas, por lo que no existe ninguna seguridad en los puestos de trabajo, el 80/100 son mujeres, con sueldos de miserias y de esclavitud.

Estimado (por cortesía) Señor (también es cortesía, no se haga ilusiones):

Desde hace tiempo comenta la gente de mi clase, la obrera, que solo dice gilipolleces. Ni usted ni ninguno de sus antecesores ha roto una lanza a favor de la mayoría de habitantes de este país.

Lo más curioso es a que a usted lo elige el gobierno y su cargo dura 6 años. O sea que a usted lo eligió M. Rajoy (ese que nadie sabe quién es), aunque nos consta que tampoco mejoraría si lo hubiese elegido Pedro S. (para que vaya investigando la fiscalía y al final tampoco se sepa quién es).

Todas las medidas que usted propone son una sarta de ataques a la gente pobre, a la clase trabajadora: De alguna manera propone igualar a trabajadores temporales con indefinidos, y la única manera es rebajar los derechos de los indefinidos. Sería usted el que, para igualar un equipo en altura mataría a los más bajitos.

También se repite como el chorizo (el de comer…lo otro lo dejaremos para más adelante) con la mochila austríaca (o mochila pinochetista, que fue el país liderado por tan gran visionario el que la puso en marcha).

En un momento de su guía de lectura de los libros II y III de El capital David Harvey distingue entre dos tipos de enfrentamientos a las clases dominantes según el enemigo en la lucha de clases. Si el enemigo lo constituye el capital industrial –la fábrica–, el movimiento obrero gana enteros y es capaz de atraer a clases cercanas –campesinado y pequeña burguesía asalariada–; pero, si el enemigo es el capital financiero –capital ficticio, bancos…–, tiene muchas posibilidades de cuajar el populismo. David Harvey no ignora que el populismo es un movimiento ambiguo que incorpora la reacción declamatoria del capitalismo en forma de fascismo. De todos modos, no es nuestra intención dirimir la corrección de las tesis de Harvey, sino utilizar su distinción para comprender la composición y los rasgos de ambigüedad de la resistencia al poder de Vought en The boys.

Como ya resumí la trama en un artículo anterior, en este hablaré de quiénes luchan contra la explotación, manipulación y dominio de la multinacional. La serie comienza con la aparición de la clase obrera. Jack Quaid trabaja de dependiente en una tienda de electrodomésticos. Es representado sin voluntad ninguna, movido por el mangoneo de su jefe, mientras que toda la resistencia que opone es inculcada en él por su novia. El asesinato de su novia por uno de los supers lo lleva a ser reclutado por la resistencia. Por el jefe de ella, Carnicero. Es cierto que la relación entre ambos está siempre al borde de la ruptura, pero el ejercicio de la dirección –la hegemonía– vuelve siempre a Carnicero. Carnicero, antiguo miembro del servicio secreto, casado con una científica, un pequeño burgués en toda regla que participa en la lucha por odio y deseo de venganza, significa todo lo contrario que Jack.

Cuando Marx se enfrentó, en su principal obra de economía política, al análisis esencial de la sociedad capitalista, comenzó por lo que él consideraba su núcleo fundamental: la mercancía. Lo hizo, porque la mercancía se coloca como el elemento fundamental en que se organiza el trabajo social en el capitalismo. ¿Qué quiere decir esto?, pues que en la sociedad capitalista se parte de una relación social básica, que a lo largo de los años se ha convertido en la relación social general: la basada en el trabajo individual que crea un producto, un valor de uso, que tiene que ser intercambiado en el mercado, por otro producto que se convierte en un equivalente del mismo. Este producto se convirtió en el dinero como expresión del equivalente universal de las mercancías. Para que exista un intercambio generalizado de mercancías producto del trabajo individual tiene que haber un reconocimiento social de que el producto de ese trabajo es la consecuencia de un individuo libre y que voluntariamente realiza dicho trabajo; es decir, libre de cualquier dependencia personal con otra persona. Por tanto, el desarrollo del trabajo personal, libre y voluntario de la sociedad de productores de mercancías, tuvo una conciencia libre que se reflejó en el reconocimiento formal de la igualdad de las personas; el concepto de ciudadanía y la consecuente conciencia burguesa de ser una persona libre y con voluntad propia y natural.

Entrevistamos al compañero Víctor de la Asamblea Popular de Elda-Petrer para denunciar la represión que viene sufriendo el movimiento popular de Elda-Petrer de manera sistemática.

La represión contra la organización obrera y popular nunca es casual dentro del capitalismo, los cuerpos y fuerzas de represión del estado y las organizaciones fascistas tienen como objetivo reprimir toda forma de resistencia popular que ponga en peligro la acumulación de capital por parte de la patronal.

El PCPE y la JCPE no ponemos precio a la solidaridad, y por ello, nos solidarizamos con todas aquellas personas que han sufrido la represión por luchar.

La infección por SARS-CoV-2 mata, pero mata más en el capitalismo.

Este año el 28 de abril o Día Internacional de la Seguridad y Salud en el Trabajo viene marcado por la pandemia de COVID-19, causada por la infección del nuevo coronavirus SARS-CoV-2. Si bien es cierto que la exposición a dicho virus es la responsable de las más de 3 millones de muertes y aproximadamente 150 millones personas contagiadas en todo el mundo [1], también es cierto que buena parte de las muertes y contagios hubieran podido haberse evitado mediante la puesta en marcha de medidas que protegiesen al pueblo trabajador, en vez de los intereses del empresario.

Sería engañoso plantear que los efectos devastadores de esta pandemia eran inevitables puesto que se conoce lo que ocurrió durante la pandemia de la gripe española que causó entre 50 y 100 millones de muertes entre 1918 y 1919 en todo el mundo [2], así como por los brotes del síndrome respiratorio agudo grave (SARS) informado por la Organización Mundial de la Salud en 2003 y el síndrome respiratorio de Oriente Medio (MERS) identificado en 2012, entre otros. Históricamente, es conocido que las infecciones respiratorias son una fuente de efectos devastadores en la salud del pueblo trabajador. Asimismo, queda patente que la clase social es un determinante principal de las grandes desigualdades en los resultados de salud. Cabe señalar la marcada diferencia en las muertes por 100.000 habitantes en diferentes estados: 0,35 en la República Popular China o 5 en la República Socialista de Cuba frente a las 164 en el Estado español, las 137 en Suecia o las 175 Estados Unidos, por citar algunos.

Si alguien, por el poso de la inocencia que a ciertas personas les deja la infancia, como la viruela deja señales faciales de por vida, creyó por algún momento que el parné llegado de Europa en forma de fondo de recuperación y resiliencia no iba a generar intereses, ya ha tenido tiempo para entender, y así lo expresamos en otros artículos, que nanay de la China. Y además, altamente leoninos.

Que sin duda, ese caramelo envenenado, pasará factura. No a toda la sociedad. Solo a unos cuantos. Exactamente a quienes componemos la mayoría social.  Muchos más que a los que el fascismo gustaría fusilar y que si no lo hacen, herramientas tiene el capital guardadas en las alforjas para esclavizarnos y someternos.

En otra ocasión atajamos las consecuencias que el Plan de rescate traería a medio y largo plazo para las capas populares en forma de renuncias y contraprestaciones; en concreto en un artículo titulado “Sobre el Plan de rescate y sus consecuencias”, publicado en Unidad y Lucha digital el 3 de septiembre de 2020.

Hoy debemos abundar en el reparto de esos fondos para darnos cuenta del carácter de clase de su gestión.

Los Pactos de la Moncloa, ingeniería política para la continuidad del franquismo.

El bloque oligárquico-burgués y sus partidos políticos en España, ya sea la derecha más rancia de PP o Vox, o la socialdemocracia de PSOE y Unidas Podemos, convienen en mantener un discurso de consenso más o menos sólido del proceso de la denominada “Transición”, cada uno con sus matices, por supuesto. La construcción de ese discurso sobre una Transición pacífica y modélica, está fuertemente sustentada no solo por los partidos burgueses, sino principalmente por el complejo mediático e institucional en manos del poder económico, para no alterar la dominación actual por parte de la misma oligarquía que ostentaba el poder en el franquismo. Una oligarquía enriquecida a través del expolio a la República, la corrupción sistémica franquista y la explotación brutal de la clase obrera como fuerza de trabajo sometida a su dictadura, llevando a cabo un proceso de adaptación de su forma de dominación, para mantenerse en el poder a toda costa, y “modernizar/actualizar” el sistema de dominación.

Una cuestión central para abordar el estudio del concepto “valor” es el comienzo de la disección del valor, a través de la mercancía, tal como lo situó Marx en El Capital. Es decir, comenzar partiendo de la mercancía, entendiendo a la misma como la célula básica y esencial de la sociedad capitalista, el verdadero punto de inicio para las relaciones sociales generales. Esto tiene su importancia metodológica porque partiendo de la mercancía se puede ir señalando las determinaciones que emanan de esta relación.

Lo absolutamente determinante en el tema del valor es que parte del trabajo privado e independiente que efectúa el miembro de la sociedad mercantil. Al ser un trabajo privado e independiente y, por tanto, realizado con pleno conocimiento y voluntad individual, la forma que adquiere en la conciencia esa relación es una forma de conciencia libre. Es un trabajo privado e independiente efectuado por una conciencia libre con pleno dominio de las potencias individuales del trabajo pero que, por contra, no tiene ningún dominio sobre las potencias sociales de ese producto del trabajo individual. Al realizar el producto de su trabajo, el productor de mercancía no puede saber qué producto es útil socialmente, en qué cantidad y qué necesidades sociales va a cubrir, es decir, es un trabajo individual plenamente consciente pero materializado como trabajo social, en el cual el productor no tiene ningún dominio sobre el carácter del mismo.

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