En El Puerto de Santa María, cerca del mar, existía hace mucho tiempo un lugar lleno de arbustos y retamas blancas y amarillas llamado La arboleda perdida, al que Rafael Alberti acudía en su niñez. Tras 39 años de lacerante exilio, el gran poeta gaditano volvió, en 1977, a aquel añorado lugar acarreando en sus alforjas intactas sus ideas, indelebles sus recuerdos y fogosos todavía sus inextinguibles deseos de cabalgar hasta hundirlos en el mar.

 

Sólo en la revolución socialista los artistas podrán encontrar la libertad que necesitan, y, sobre todo, la libertad que necesita la humanidad en ellos. Foto: Ariel Cecilio Lemus

Además del secuestro capitalista de los mercados, del monopolio para la producción, para la distribución y para el consumo…, además de la crisis de «contenido», además de la saturación formal producida por el empobrecimiento de la capacidad creadora, por el plagio, la imitación y la suplantación…, además de la reducción de espacios para la enseñanza, la reducción de espacios para la crítica, y de los espacios para el debate…, además, si no fuese suficiente, está en crisis la capacidad que alguna vez se pretendió para el arte, como fuerza crítica y como fuerza emancipadora. ¿Descansa en paz?

La gran emboscada radica en deslizar como inocentes las manías burguesas.  Foto: PC World

Hace rato que Disney se consolidó como una de nuestras más grandes derrotas ideológicas en la política, la ética y la estética. Como con otras muchas mercancías hiperventiladas publicitariamente, un «público» masivo y mundial decidió sepultar toda razón crítica frente al discurso Disney y le cedió territorios nodales, haciéndolo carne de sus ilusiones y de sus afectos.

Los hijos son las primeras víctimas. Hasta los más recalcitrantes socialdemócratas visten a sus niñas de princesitas. Y hay que oír las no poco irresponsables justificaciones.

 

“Y una mañana todo estaba ardiendo, / y un mañana las hogueras / salían de la tierra / devorando seres, / y desde entonces fuego, / pólvora desde entonces, / y desde entonces sangre. Bandidos con aviones y con moros, / bandidos con sortijas y duquesas, / bandidos con frailes negros bendiciendo / venían por el cielo a matar niños” (…) “Preguntaréis  por qué su poesía no nos habla del sueño, de las hojas, de los grandes volcanes de su país natal? / Venid a ver la sangre por las calles…”

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