¿Cuéntanos Marina cuáles fueron los comienzos de esta lucha?

Nuestra lucha comienza hace ya más de dos años y medio, en marzo de 2015. Durante ese mes de marzo comenzamos las primeras movilizaciones que dieron lugar a la huelga que finalmente duró 370 días, de la que podemos decir que es la huelga más larga protagonizada por mujeres en nuestro país.

El trabajo de cuidados y reproductivo se ha cargado históricamente en las mujeres de clase obrera, cuando estos trabajos se profesionalizan en el capitalismo, éste se encarga de considerarlo un trabajo menor, de no darle valor a estas tareas y los salarios que se pagan son miserables. Por otro lado, la privatización de los servicios de cuidados, lleva a las empresas concesionarias a mecanizarlos con el único objetivo de enriquecerse a costa de la explotación de las trabajadoras, constándole en muchos casos la salud, y del dinero de pacientes y familiares.

COMUNICADO A LA OPINIÓN PÚBLICA

Las mujeres del Partido Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común (FARC) rechazamos la campaña mediática que vienen desarrollando algunos medios de comunicación y que usa el tema de la violencia sexual como un arma contra nuestros compañeros. Las mujeres que formamos parte de la lucha armada y que asumimos la palabra y la acción política, no nos consideramos víctimas de violencia sexual en las filas de la organización en la que militamos.

Somos y fuimos combatientes por la vida y por la igualdad de derechos y deberes. Somos feministas y valientes, hemos defendido con nuestra vida la construcción de un mundo más justo y humano. Apostamos a la creación de una Colombia con justicia social. 

Asumimos nuestro papel de combatientes de una guerra cruel que desangró a nuestra patria. Sabíamos bien los riesgos y las limitaciones de nuestra decisión. En las filas de la organización trabajamos y combatimos hombro a hombro con nuestros compañeros. Empuñamos las armas para defender nuestro pueblo y nuestras ideas, empuñamos las armas para defender a millones de mujeres explotadas, excluidas, marginadas, y violentadas.

La violencia de género es un fenómeno de múltiples causas que está respaldado por diversas estructuras de poder y dominación que conforman el orden social patriarcal y capital. Esto tiene como resultado que las mujeres hayamos sido relegadas a en una condición colectiva de inferioridad tanto en la vida privada como en la pública.

Este tipo de violencia no es una problemática nueva sino que está enraizada en el tiempo. Tampoco se trata de un fenómeno exclusivo del estado español, sino que nos encontramos ante un fenómeno social muy generalizado, que afecta a gran número de mujeres.

La violencia física, sexual y los asesinatos de mujeres es todo lo referente a este tema que tratan los medios de comunicación de este sistema: nos informan del número de mujeres asesinadas a manos de sus parejas o exparejas desde un punto de vista macabro que tiende a criminalizar a la víctima por no haber tomado las riendas de la situación y a desculpabilizar al agresor, con añadidos irrelevantes del vecindario como: “pues eran una pareja muy normal”  o “se les veía muy enamorados” que lo único que logran es desvalorizar la situación de violencia que se daba en la relación.

De las agresiones sexuales poco se hablaba, hasta que se ha dado el resonado caso de San Fermín, que ha confirmado el alto grado de opresión y machismo que hay en las instituciones de este sistema podrido que cuestiona y culpabiliza de manera constante a la joven, desvalorizando continuamente a su persona en defensión de esos cinco hijos del patriarcado.

 

El Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer se denuncia la violencia contra las mujeres en todo el mundo y reclama políticas para su erradicación. La convocatoria fue iniciada por el movimiento feminista latinoamericano en 1981, en conmemoración de la fecha en la que fueron asesinadas las hermanas Mirabal: Minerva, Patria y María Teresa, luchadoras contra de la dictadura dominicana un 25 de noviembre de 1960. En 1999 la jornada fue asumida por la ONU.

En este 25-N de 2017 los datos siguen asustando y dan miedo. Son fríos y parciales, imposible contrastarlos y valorarlos con perspectiva; salen en las noticias y lo único que cuentan es que en la violencia de género no termina de erradicarse no solo en España, sino en el mundo. Señalan que el 35% de las mujeres y las niñas sufren alguna forma de violencia física o sexual a lo largo de sus vidas. Casi en uno de cada dos casos de asesinatos de mujeres el autor era su compañero sentimental o un miembro de la familia.

“¿Quiénes fueron las mujeres que participaron en la Gran Revolución de Octubre? ¿Fueron casos aislados? No; hubo multitudes de ellas: decenas, centenas de miles de heroínas anónimas que marcharon –codo a codo– con los obreros y campesinos, bajo la Bandera Roja y la consigna de los Soviets, pasando sobre las ruinas de la teocracia zarista hacia un nuevo futuro… Si uno mira hacia atrás, al pasado, uno puede verlas: masas de heroínas anónimas que Octubre encontró viviendo en ciudades desfallecientes, en aldeas empobrecidas saqueadas por la guerra… Una bufanda en la cabeza (raras veces una pañoleta roja), un vestido gastado, un abrigo de invierno remendado. Jóvenes y adultas, obreras y campesinas esposas de soldados y amas de casa pobres de la ciudad.

Alejandra Kollontai (1927)

Las mujeres comunistas, como parte de ese sector de la clase obrera y los sectores populares, que, también seguimos sojuzgadas por una doble situación de explotación como clase y de dominación como género, decidimos intervenir para hacer avanzar la política partidaria atrayendo cada día a más mujeres a nuestras filas e incorporándolas a la tarea de la Revolución Socialista. Profundizando en cuestiones teóricas que, como Partido, los y las comunistas necesitamos resolver. ¿Por qué los cuidados reproductivos son responsabilidad única de las mujeres? ¿Qué incidencia tiene esta doble jornada en la incorporación de mujeres al movimiento obrero organizado (partido y sindicatos)? ¿Por qué los maltratos crecen año tras año? ¿Por qué las estadísticas demuestran un repunte del machismo entre la juventud?

Las mujeres trabajadoras estamos sometidas a una doble opresión, pues a  la sobreexplotación, (como sabemos  no existe otro elemento flexible de acumulación capitalista que la sobreexplotación de la clase obrera)  hay que sumársele el trabajo gratuito que venimos realizando en el hogar, asumiendo la mayoría de las tareas de crianza de los hijos, limpieza etc. 

La participación femenina en el trabajo familiar doméstico, sin retiro mientras las condiciones de salud lo permiten, tiene como  característica importante que su realización no es lineal, sino que sigue el ciclo de vida y se intensifica notablemente cuando se cuida a personas dependientes: niñas, niños, personas ancianas o enfermas. De ahí que la intensidad de participación de las mujeres en trabajo familiar doméstico dependa en una parte importante de su situación en el ciclo vital: lo habitual es que aumente cuando se pasa de vivir sola a vivir en pareja, continúe aumentando cuando se tienen hijos o hijas, disminuya –aunque sigue siendo elevada– cuando éstos crecen y vuelva a aumentar si se tiene la responsabilidad de una persona mayor.

Desde la creación en 1984 del PCPE, siempre el Partido ha tenido presente la necesidad de intervenir, decididamente, en este aspecto de la lucha política del que el movimiento comunista, por ausencia, ha dejado un amplio campo de trabajo y desarrollo a las más diversas corrientes ideológicas.

Un proyecto revolucionario -en las condiciones de nuestro país, donde siempre se hizo de la opresión de la mujer un elemento de la lógica del sistema de dominación de la burguesía, con una especial colaboración de la Iglesia Católica-, que no desarrolle una clara y potente política por la liberación de la mujer trabajadora tendrá seriamente limitada su capacidad de intervención política con, al menos, la mitad de la clase obrera.

El trabajo no es fácil, y se trata de hacer avanzar en la práctica el trabajo del Partido en dos sentidos: en el campo de la liberación de la mujer trabajadora, y en la reivindicación natural y sin límites de la totalidad de derechos civiles básicos que les corresponden a las mujeres, y en la profundización teórica de las causas que todavía impiden la igualdad de la mujer con el hombre y que, en lo más inmediato, nos afecta en nuestras filas con una muy baja presencia de mujeres militantes. Ambos campos están íntimamente ligados, y sin uno u otro resultará imposible avanzar en ninguno de ellos.

El nivel de sobreexplotación de la clase obrera de nuestro país ha llegado a cotas insostenibles, y si observamos, concretamente, la situación de las mujeres trabajadoras, nos encontraremos ante realidades que recuerdan al esclavismo. Sin embargo, partiendo de un análisis marxistas de lo que está ocurriendo, sabemos que el sistema capitalista no va a parar aquí, somos conscientes de que no se trata de una situación transitoria, fruto de la última crisis financiera, como enmascaran los analistas del sistema, de la que saldremos adelante si todos y todas nos “apretamos el cinturón”, si “arrimamos el hombro”; se trata de una crisis sistémica del ya putrefacto capitalismo en su fase imperialista, que seguirá robando derechos a la clase obrera hasta que no le quede nada, hasta un nivel de sometimiento que le permita mantener su tasa de ganancia, al mismo tiempo que expolia el planeta a través de la guerra y la destrucción.

Las trabajadoras, por nuestra condición de mujeres obreras sufrimos, además, la opresión del patriarcado que nos enfrenta a toda una serie de discriminaciones e incluso vejaciones que es necesario erradicar y dejar de aceptarlas como lo normal y común en nuestro día a día. Los ejemplos son múltiples:

- Recepcionistas, dependientas, conserjes, que son obligadas a utilizar falda o minifalda y tacones y a maquillarse cada día para acudir a su puesto de trabajo y quiénes se niegan son despedidas de manera fulminante, aunque existen varias sentencias que declaran estos despidos nulos, y obligan al empresario a readmitir a la trabajadoras, muchas lo asumen, como decíamos, por considerarlo lo más normal del mundo.

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