Escuchad: Hubo una vez un planeta llamado Tierra, donde en un medio con frecuencia inhóspito vivieron muchos millones de seres humanos, cuya principal ocupación a lo largo de los tiempos fue currar y hacer lo indecible por subsistir. Al principio, es decir, desde que se tuvo conocimiento de presencia humana en lo que fue el quinto mayor planeta del Sistema Solar, la gente vivía en grupos, no creaban excedente alguno después de cubrir sus necesidades más perentorias y, en consecuencia, no acumulaban bienes. Repartían lo que producían, ¡así, sin más! Y como el desarrollo de las fuerzas productivas era insuficiente como para que el trabajo excedentario de unas personas liberara a otras de la necesidad de trabajar, la explotación era imposible. Tenían, por tanto, relaciones sociales comunitarias y, al no existir clases sociales, no era necesario ningún tipo de Estado para regularlas. A aquella forma de organizarse y vivir, Carlos Marx (¿recordáis a aquel tenaz y perspicaz economista, filósofo e historiador, que elaboró una teoría científica para superar el capitalismo?) la denominó Comunismo primitivo, una sociedad en la que la propiedad privada brillaba por su ausencia. Fue precisamente la apropiación, más tarde, de bienes por una codiciosa y desaforada minoría lo que jodió el invento a quienes con su trabajo los producían, en las sociedades que la lucha de clases impuso a través del desarrollo dialéctico de la Historia: plebeyos y esclavos en la Roma antigua; vasallos y siervos de la gleba en la Edad Media y proletarios en la sociedad capitalista burguesa. Antagonismos de clase que, como veis, perduraron durante muchos siglos.
Nada es eterno
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- Escrito por José L. Quirante
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Conozco una sorprendente canción popular francesa llamada “Vladimir Ilitch” que al escucharla me eriza el vello y aviva mi entusiasmo revolucionario. Compuesta en 1983 y cantada espléndidamente por Michel Sardou, un reconocido cantante de derechas del país vecino, en principio para vituperar el deterioro político y la deriva contrarrevolucionaria que se manifestaban con los últimos suspiros de la Unión Soviética, no sólo reivindica integralmente la figura de Lenin y su legado revolucionario por insólito que parezca, sino que asimismo clama con desgarro su retorno a este mundo en el que el capitalismo perdura (cien años después de su fallecimiento) explotando a la clase obrera y expoliando al Planeta. Una de sus impactantes estrofas en v.o dice así: “Toi Vladimir Ilitch, au soleil d’outre-tombe / Combien d’annes faut-il pour gagner quatre sous / Quand on connaît le prix qu’on met dans une bombe / Lénine relève-toi ils sont devenus fous”. Que traducida al castellano podría quedar así: “Tú Vladimir Ilitch, desde el sol del más allá / ¿Cuántos años son necesarios aún para ganar cuatro perras? / Cuando sabemos el dinero que se invierte en una bomba / ¡Lenin levántate se han vuelto locos!”. Y así hasta interrogarse sobre “¿Adónde han ido los caminos de la esperanza? / ¿En qué noche profunda, en qué espesa niebla están? / Nada ha cambiado para los parias de la Tierra / Todavía no han hallado la salida del Infierno / ¡Oh! Vladimir Ilitch, tú que has luchado por la igualdad de los Hombres, ven de nuevo a hablarnos en pleno corazón de Moscú”. Y todo ese enaltecedor y sublime texto revolucionario envuelto en una música épica a la altura (es lo que me evoca) de la polifonía compuesta por Sergéi Prokófiev en la admirable obra cinematográfica “Alexander Nevsky”, del genial Eisenstein. ¿Extraordinario, no? Claro que sí. Porque al final la verdad subsiste.
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- Escrito por José L. Quirante
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El pasado 4 de diciembre 331 diputados de los 577 que conforman la Asamblea Nacional francesa tumbaron el Gobierno derechista de Michel Barnier después de tres meses sin aliento. Por primera vez desde 1962 - siendo presidente de la República francesa Charles de Gaulle - un Gobierno del país vecino caía (¡y de qué manera!) por una moción de censura; en esta ocasión, presentada por el Nuevo Frente Popular (NFP), una coalición de izquierdas (comunistas, socialistas, insumisos y ecologistas) formada bajo presión popular en las últimas elecciones legislativas (junio-julio 2024) para frenar a la extrema derecha de Marine Le Pen y aplicar un programa de reformas económicas, sociales y políticas que asusta discretamente a la burguesía. Pero ¿cómo se llegó a aquella inapelable patada en el trasero del sobrevalorado negociador del Brexit? Todo empezó cuando al megalómano presidente Emmanuel Macron (en el poder desde 2017 y, teóricamente, hasta 2027) se le cruzaron los cables y consideró que, después de la debacle de su partido Ensemble (Juntos) en las elecciones Europeas del 9 de junio de 2024 y el avance notable de los fascistas de Le Pen, lo mejor era convocar elecciones legislativas anticipadas a continuación para, según sus propias palabras, “clarificar la situación política francesa”. Sin embargo, el tiro le salió por la culata, y todo se oscureció. No solo su formación política no obtuvo la anhelada mayoría absoluta, perdida desde 2022, sino que los resultados alcanzados la sitúan detrás del verdadero vencedor de las elecciones, el NFP, y de los fachas de Reagrupamiento Nacional (RN). Configurando con esos partidos una Asamblea Nacional compuesta finalmente por tres grupos políticos en principio irreconciliables, y, para más escarnio, sin mayorías absolutas. Lo que conlleva inestabilidad política, chanchullos a granel e ingobernabilidad. Máxime cuando el egocéntrico Macron, haciendo uso del poder excepcional implícito en el régimen presidencialista de la V República, ignora el resultado de la urnas y persiste en cargar sobre las espaldas de los currantes la aguda crisis capitalista que ha generado, como en otros países de Europa, una economía de guerra y de subordinación a los intereses imperialistas de EE.UU.
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- Escrito por José L. Quirante
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Mientras el Ministro de Relaciones Exteriores cubano, Bruno Rodríguez Parrilla, denunciaba el pasado 30 de octubre en la Asamblea General de la ONU el criminal bloqueo económico, comercial y financiero que con total impunidad EE.UU impone a Cuba desde hace más de 60 años, y refutado por abrumadora mayoría desde 1992, en el litoral mediterráneo español tenían lugar unas devastadoras inundaciones que provocaban centenas de muertos y desaparecidos (cuando redacto esta crónica se desconocen las cifras exactas), el arrasamiento de pueblos enteros y la carencia de lo más indispensable para subsistir. Una situación, la cubana, y una tragedia, la española de aquellos angustiosos días, más relacionadas entre sí de lo que parece. Veamos someramente primero las similitudes de ambos países. Cuba y España son dos Estados soberanos, aunque con serias reservas en el caso hispano; sus pueblos respectivos gozan de pasados históricos valiosos y de culturas ricas y diversas. Asimismo, disponen de parlamentos y gobiernos elegidos según sus propias leyes, y las dos naciones se vertebran a partir de poderes legislativos, ejecutivos y judiciales. No es superfluo precisarlo. Además, sus clases trabajadoras quieren vivir en paz y en libertad. Analicemos ahora con mayor profundidad las diferencias que les caracterizan y distancian. Por ejemplo, en lo referente a las ruinosas inundaciones que ha sufrido España. Mientras la República Socialista de Cuba, periódicamente sometida a violentos ciclones y huracanes, enfrenta esos desastres desde un posicionamiento básicamente humano, es decir, poniendo los medios necesarios para, evacuando a la población en riesgo, evitar al máximo el número de muertos y desaparecidos (ha sido el caso recientemente de los virulentos huracanes "Oscar” (6 muertos) y “Rafael” con cero fallecidos), en lo que respecta al sistema capitalista español no ha sido esa la prioridad del ejecutivo. Al contrario, sólo se advirtió de las importantes precipitaciones y se ignoró por completo la prevención. Después, cuando centenas de muertos y desaparecidos se apilaron en barrancos, calles y otros lugares, las “autoridades” empezaron a rasgarse las vestiduras. Sobre todo, cuando los reyes y los presidentes del Gobierno y de la Generalitat valenciana fueron abucheados y embarrados por la población de Paiporta enfurecida por tanta desidia. ¡Qué no habrían bramado los medios de comunicación burgueses de acá y acullá, si el presidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel, su esposa y el primer ministro Manuel Marrero, hubiesen sido increpados de igual manera por el pueblo cubano!
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- Escrito por José L. Quirante
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A bote pronto este Edmundo González Urrutia, excandidato de la ultraderecha a la presidencia en las elecciones venezolanas del pasado 28 de julio, da ganas de reír, o de llorar, que una cosa puede traer la otra. Alicaído, cabizbajo, de mirada lánguida, titubeante y tembloroso cada vez que forzado interviene en público; así veo yo a este carcamal de 75 tacos y de larga trayectoria política al servicio del amo del patio trasero latinoamericano. Medroso, espantadizo, como si estuviera cogido por los cojones en permanencia. Después, profundizando en el examen del pájaro en cuestión, uno comprende que se trata del nuevo pupilo del Tío Sam para desbancar, o literalmente defenestrar si pudieran, al presidente electo por seis años más (hasta 2031) de la República Bolivariana de Venezuela, Nicolás Maduro Moros. Contra quien, todos los exabruptos e improperios valen. Y entonces, “la cosa” adquiere un cariz más solapado, más perverso. Sí, el de la intolerable injerencia yanqui en los asuntos internos de un país soberano, cuyos problemas - que los hay - deben resolver los venezolanos y nadie más. Mangoneo corroborado por el fiel lacayo Pedro Sánchez, quien tras conceder asilo político al referido discípulo del Imperio, lo elevó, sin avergonzarse, al rango ilustre de “héroe”. ¿Y por qué no?, al fin y al cabo sabía perfectamente que nadie del “gobierno más a la izquierda de la historia de España” iba a disentir. Faltaría más. Pero ¿quién es realmente Edmundo González Urrutia más allá de la humillante sumisión de Sánchez a la Doctrina Monroe de “América para los americanos (del norte, claro)”?
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- Escrito por José L. Quirante
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El Partido Comunista de los Pueblos de España (PCPE) ante los salvajes atentados perpetrados por las SS sionistas al mando del criminal Yoav Galant, alumno aventajado de Heinrich Himmler, contra el pueblo libanés, CONDENA, sin paliativos, el terrorismo indiscriminado que las “hienas” de la entidad sionista está ejecutando, provocando hasta ahora centenares de muertos y miles de heridos.
La farsante “comunidad internacional” continúa mirando para otro lado (Venezuela principalmente) para evitar lo inevitable: ¡su complicidad con el terrorismo sionista! Este conglomerado de estados que orbitan en el imperialismo organizándose en torno a la OTAN, son los que alimentan a la fiera para que sus garras descuarticen al pueblo palestino y los pueblos que, sin retórica, muestran su solidaridad más activa, como es el caso del Líbano. ¿Qué hace el Tribunal Penal Internacional?, ¿por qué no se cursa ya una orden de detención contra Netanyahu?
Una “comunidad internacional” otanista de la que también forma parte el estado español, con el gobierno tan progresista de Pedro Sánchez que “progresa” sobresalientemente en el rol de la guerra imperialista que Washington le asigna para resaltar su dependencia, es decir, su complicidad con el criminal. Complicidad que deben estar asumiendo las otras organizaciones que, o forman parte o mantienen al gobierno., ¿para qué?, ¿para defender la democracia? ¡Cinismo e hipocresía sin límite de todas ellas!
El Comité Ejecutivo del PCPE hace un llamamiento para que la clase obrera y los sectores más avanzados de la sociedad, enfrenten las políticas belicistas de todos los partidos y organizaciones que sostienen al régimen monárquico-burgués de la dinastía borbónica, porque a la vez que con el tono “educado, democrático y responsable”, lloran con lágrimas de cocodrilo, los asesinatos en Palestina, Siria y el Líbano, son responsables directos de los mismos por su pertenencia a la OTAN y por seguir defendiendo la existencia de la entidad colonial sionista..
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- Escrito por Comité Ejecutivo del CC del PCPE
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Los medios de comunicación burgueses solían repetir en el pasado (ahora, al parecer, menos) que en los meses de verano y, especialmente, en el sofocante mes de agosto, no pasaba nada relevante en el mundo y que, por ello, el aburrimiento informativo era la nota predominante. Sin embargo, en ese tiempo estival el mundo preñado de acontecimientos ineluctables también sigue su marcha, en muchos casos, de manera implacable. Por tanto, aquella falaz afirmación mediática de apenas velados intereses capitalistas tenía (y tiene) por objetivo impedir que el pueblo piense y, a cambio, dedique su tiempo vacacional a consumir desaforadamente. En suma: intentar desvirtuar el tiempo con fines capitalistas. Ahora bien, la realidad material y dialéctica, esa filosofía marxista-leninista que hizo cambiar la visión del mundo, es tan jodidamente tozuda que no existe fuerza humana capaz de conseguirlo. Y así, en este largo estío, han tenido lugar tantos acontecimientos políticos, unos preocupantes y otros, incluso, aterradores, que esos intentos han sido baldíos pese a tanta intoxicación olímpica, playera o turística. La realidad se ha impuesto porque los sucesos referidos ocurren y ocurrirán independientemente de nuestra voluntad y únicamente obedeciendo a intereses económicos y geoestratégicos bien precisos. En el mundo capitalista que nos ha tocado sufrir: los del imperialismo yanqui y su lacaya Unión Europea. Acontecimientos, además, imposibles de encubrir hoy día por mucho empeño que pongan en ello esos medios de desinformación.
Tú decides
¿Cómo ocultar el abominable e impune genocidio palestino a manos del sionismo israelí, que, amamantado militarmente por el imperialismo norteamericano, ha cometido ya, según la reconocida revista médica británica The Lancet, el asesinato de 186000 palestinos? ¿Cómo ocultarlo o ningunearlo, señores de la pluma servil y rastrera? Son crímenes de lesa humanidad totalmente imputables a Estados Unidos, que, a cualquier precio, quiere dominar toda la región de Oriente Medio para que su capitalismo decadente y asesino recupere su perverso vuelo.
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- Escrito por José L. Quirante
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Hace algunas semanas dos publicitadas fotografías me provocaron – y me siguen provocando todavía – insufribles náuseas. Es decir, me produjeron – y me siguen produciendo cada vez que las veo –enormes deseos de echar la mascada por sotavento. Una de ellas es la repulsiva instantánea en la que se ve al dirigente fascista de Vox, Santiago Abascal, abrazando apasionadamente al presidente argentino, el energúmeno, y no menos fascista, Javier Milei, más conocido como el “psicópata de la motosierra”. La otra foto repugnante, es la que deja constancia gráfica de la patética reunión del nostálgico franquista con el carnicero de Gaza, Benjamin Netanyahu, apodado por sus insaciables adeptos de sangre palestina, “el rey Bibi”. Naturalmente los dos vergonzosos encuentros del avezado discípulo de Franco responden a intereses, por ahora, de una parte del capitalismo hispano que, ante el hecho incontestable de la crisis estructural del sistema capitalista, vería con buenos ojos un cambio en el sentido señalado por el facha vizcaíno; no sólo en lo referente a la política domestica, sino también en cuanto a las relaciones internacionales. Unas relaciones, por otro lado, que van inscribiéndose cada vez con más nitidez en la deriva fascistona de la situación política europea e internacional. En un caso, solidarizándose con el arbitrario trabajo del pibe de apariencia majareta en su alucinante tarea de desmantelar lo público en beneficio de lo privado, y que tanto ambiciona el voraz capitalismo en todo el planeta. Y en el caso de la ignominiosa visita al genocida sionista, situándose sin ambages en el camino que sella con sangre, dolor y lágrimas en Oriente Medio (y no sólo en esa región del globo) el criminal imperialismo norteamericano. Cosa, sin duda, para que todo continúe “atado y bien atado”. Un señalamiento político, confirmado recientemente en los resultados de las elecciones europeas del 9J, donde el avance de la extrema derecha es innegable, así como su gobernanza en países como Italia, Hungría, Polonia, República Checa y Finlandia; al tiempo que en otros (Austria, Bélgica y Francia) está a punto de lograrla. Además de su nutrida y amenazadora presencia en casi todos los parlamentos europeos, como es el caso, por ejemplo, de los neonazis en el Bundestag alemán, para quienes “no todos los agentes SS de la Segunda Guerra Mundial fueron criminales”. Por consiguiente, en un contexto de alarmante oleada parda que también unta a España, un poco hoy “el garbanzo negro” de la UE.
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- Escrito por José L. Quirante
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Admito que desde la “crisis de los misiles en Cuba”, que enfrentó Estados Unidos a la Unión Soviética en octubre de 1962 y puso al mundo al borde de una hecatombe nuclear, no había sentido tanto pavor. ¡Qué va!, lo de Pedro Sánchez deshojando la margarita para decidir si continuaba o no al frente del gobierno “más de izquierdas de la historia de España” no tiene parangón. ¡No, no!, lo ocurrido con el líder socialdemócrata lo supera todo. Sólo había que ver a los miles de militantes y simpatizantes del PSOE en las puertas de su sede madrileña en la calle Ferraz gritando desaforadamente ¡Que se quede! ¡Que no se vaya! ¡Que se quede! para percatarse de la trascendencia y gravedad del asunto. Aunque, si me apuran, lo más conmovedor, lo que más me impactó de aquellos cinco días que estremecieron al mundo, fue ver por televisión a una nutrida representación de la izquierda caviar, los intelectuales progres del régimen, desgañitarse suplicando que el reverenciado presi no les dejase huérfanos. Hasta los tétricos dirigentes de Comisiones Obreras y UGT, tan suspicaces ellos a la hora de movilizar a los trabajadores para organizar cualquier lucha obrera, salieron enardecidos pidiendo a las masas que pateasen las calles del Estado rogando a Sánchez que no dejase La Moncloa. Sí, sí, lo nunca visto en estos tiempos postmodernistas, ¿verdad?; sobre todo después de lo circunspectos que unos y otros se muestran, por ejemplo, con dramas tan horribles como el genocidio palestino. Pero bueno, deben existir causas y causas. Y esta de la continuación de Pedro Sánchez gestionando el capitalismo en España no era moco de pavo. Al contrario. Y se comprende, ¡claro que sí! Porque, vamos a ver, ¿Qué habría ocurrido si el maltrecho presidente hubiera preferido quedarse en casa? Seguro que el caos. Fíjense, lo mismo al suplente le hubiera dado por meternos de lleno en la organización terrorista OTAN; o quizás, por aquello de que invertir en guerra mejora la salud, el reemplazante se habría encabronado aumentado el gasto militar en detrimento de la sanidad pública. Sí. O, puestos a aumentar, lo mismo hubiera maquinado subir la edad de la jubilación a los 67 años. ¡Vaya usted a saber! Podría haber pasado de todo. Inclusive que la Iglesia Católica no pagara impuestos y recibiera tela de millones de euros del Estado al año. ¡Menos mal que no se fue!
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- Escrito por José L. Quirante
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