El caso más aberrante de «crimen organizado» a nivel mundial, se llama capitalismo. En sus más de tres siglos, organizó la destrucción del planeta, la depredación de la condición humana, pobreza, miseria y hambrunas. Foto: Tomada de El Periódico

Yo he preferido hablar de cosas imposibles porque de lo posible se sabe demasiado.

Silvio Rodríguez

Una y otra vez, Phil Connors se despierta en el mismo lugar, a la misma hora y en el mismo día. Es una metáfora fílmica (1993) traducida al español como «Día de la Marmota». Puede aplicarse, con algunos retoques, a la pesadilla ideológica burguesa, espesa y esclerotizada, en la que despertamos diariamente sin aparente cambio… ni escapatoria. Son los vestigios del «empiriocriticismo» que Lenin desmenuzó (1908), pero estirados por décadas para esconder las tensiones entre clases sociales; para ocultar el pensamiento emancipador y enjaular las mejores tesis maduradas en las luchas recientes. No es la Filosofía, como actividad productora de pensamiento crítico, lo que está en decadencia, son las ideas de la clase dominante. Funérea.

Se sabe, desde siempre, que un modo (entre muchos combinados y desiguales) para derrotar a un enemigo u oponente, radica en hacerle perder todo lo que de confianza hubiere podido abrigar respecto a su victoria. Arrebatarle su certeza, su dignidad y sus destrezas convenciéndolo (antes, durante o después de la batalla) de su insolvencia, su pequeñez, sus complejos y su inferioridad: desmoralizarlo pues. Y para ese fin se han estudiado, y se estudian, mil modos de precipitar la derrota del oponente desde las más cotidianas, y aparentemente intrascendentes, burlas, desprecios, calumnias… hasta las más sofisticadas agresiones, verbales o simbólicas, entrenadas en laboratorios de guerra sicológica. Aquí se entiende la moral como la entendía Adolfo Sánchez Vázquez.

Leyendo el artículo publicado en Público el 6 de Diciembre por el Vicepresidente segundo del Gobierno de España y, a la vez, líder de la cada vez más Partido y menos coalición bicéfala Unidas Podemos, uno llega a diversas conclusiones que, no por esperadas, dejan de clarificar su proyecto político. Lo deja claro, sin espacio de duda para nadie que sepa leer no ya entre líneas, sino sobre la literalidad de lo escrito.

El PCPE, ante la última maniobra del rey emérito Juan Carlos Borbón para eludir sus responsabilidades fiscales y judiciales, expresa el siguiente comunicado:

Asistimos a un nuevo episodio de corrupción y fraude a manos de la monarquía. En esta ocasión el rey emérito pretende, a través del pago a Hacienda de más de 678.000 €, lavar su imagen y eludir un delito fiscal por beneficiarse, tanto él como su familia, del uso de tarjetas con fondos opacos, más conocidas como tarjetas black.

En 2012 el gobierno de la democrática monarquía española, entonces representado por M. Rajoy (el desconocido) y su gabinete, con el famoso Cristóbal Montoro, lanzó una amnistía fiscal, que el Tribunal Constitucional anuló en 2017, con nulos efectos prácticos, porque la sentencia no invalida las regularizaciones que se presentaron para preservar la “seguridad jurídica” de los amnistiados, ni siquiera se puede conocer el nombre de todos (pobrecitos, no vayan a señalarlos). Y de los pocos que se han podido conocer, curiosamente, el 99,9% de ellos son de banderitas en la muñeca y mucho viva España…la mayoría de los que se conocen también han participado en los numerosos casos de corrupción. Blanco y en botella.

La pandemia de la COVID-19 nos está haciendo ver la importancia de una sanidad pública, gratuita y de calidad, pero más aún de un modelo de sanidad centrado en la comunidad, centrado en la población y la atención primaria.

Una sanidad de calidad no es solo tener camas en hospitales, es una fuerte campaña de prevención y promoción de la salud, estudiando los factores que hacen enfermar en las distintas zonas de salud. Tampoco es sinónimo de una sanidad de calidad solo el disponer de la mejor ingeniería biomédica, es también tener una buena planificación central sanitaria en la que se trabaje en la salud comunitaria, con la existencia de profesionales sanitarios o aumento de estos en por ejemplo centros educativos para fomentar la educación sanitaria, en lugar de estigmatizar a los jóvenes como si fuesen los únicos causantes de los rebrotes.

Canarias es tierra de migración. El pueblo canario en momentos de hambre y miseria se vio obligado a emigrar masivamente y de forma clandestina a países de Latinoamérica (Cuba, Venezuela, Argentina, …). Al pueblo africano le toca actualmente padecer el mismo sufrimiento. No olvidemos las causas, el continente africano ha sido explotado, saqueado, expoliado y esquilmado de sus riquezas y recursos naturales durante muchísimo tiempo por parte del colonialismo e imperialismo.

A medida que la segunda ola de la pandemia de la Covid avanza y se extiende con fuerza entre la población dejando al descubierto la ineficacia de la gestión socialdemócrata de la crisis sanitaria y económica, las movilizaciones, también se incrementan en todo su paralelismo.

En la calle como en ningún otro lado, se escenifican las expresiones más claras de la lucha de clases. Las protestas de sectores de la pequeña burguesía se mezclan o trascurren junto con la presencia de la ultra derecha negacionista en contra de las restricciones al grito de “libertad”. Esa concepción de la libertad en que la ultra-individualidad se antepone al más básico tejido de los derechos colectivos que la mayoría social pretendemos afianzar frente a los de una minoría que pierde privilegios por mor de la propia crisis capitalista y de su tendencia a la centralización de capitales, en el que la oligarquía monopolística es capaz de salir ganando y además mantener como aliados a parte de los perdedores sociales de este proceso.

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