Es la última frase del filósofo austríaco Ludwig Wittgenstein en su “Tratado Lógico-filosófico” y parece muy apropiada para los significativos silencios del acuerdo de gobierno entre Unidas Podemos y PSOE. A veces, los silencios son más expresivos que las palabras y, en este caso, señalan claramente cuáles son los límites que el bloque de poder oligárquico-burgués impone al nuevo gobierno.

No son límites sólo sobre aquello que puede hacerse o cómo hacerlo, sino también sobre aquello que no debe ser sometido a debate. Podemos hablar sobre temas como Cambio Climático, Políticas Feministas, Despoblación o Política Fiscal, pero otros temas son tabúes.

 

El primer punto del acuerdo de gobierno es: Consolidar el crecimiento y la creación de empleo de calidad. Combatir la precariedad del mercado laboral, garantizar trabajo digno, estable y de calidad y unas pensiones justas. Impulsar la productividad y competitividad de la economía, con el objetivo de modernizar el sistema productivo.

Parece, que ni tan siquiera la extrema derecha parlamentaria o la patronal más reaccionaria podrían mostrar un rechazo a esta propuesta. Pero claro, no es así, la Patronal insiste en que todo siga igual, en la necesidad de flexibilizar el mercado laboral, como si no viniésemos de amplias y variadas reformas laborales que han conllevado recortes en los derechos laborales y también recortes en los costes patronales, tanto en las cotizaciones como en las indemnizaciones.

Elecciones de Noviembre de 2019, las quintas elecciones en cinco años; víspera del Roscón de Reyes, en pleno periodo de las vacaciones navideñas, sesión de investidura como Presidente del Gobierno de Pedro Sánchez; 13 de Enero, promete el Gobierno su lealtad al Rey y a la Constitución y se forma el primer gobierno de coalición en España desde 1939; Pablo Iglesias Vicepresidente del Gobierno y cuatro ministros más son propuestos por UP..., y así podríamos seguir rellenando folios y folios con la cascada permanente de noticias que se suceden a diario y que, superando en muchos casos la ficción, nos demuestran que lo que está pasando en España se escapa de la deseada y necesaria estabilidad que, los verdaderos poderes del Estado, demandan a sus gestores políticos.

Uno de los mayores logros del capitalismo es como ha sido capaz de alienarnos y hacernos dóciles a sus intereses de clase, hacernos ver que no hay otra manera de vivir que la actual sociedad burguesa basada en el consumo masivo y cómo el ocio inútil nos ha despojado de toda conciencia de clase. Ya no somos capaces de reconocernos como clase obrera, nos han borrado a través de su propaganda mediática y medios de control de masas, la capacidad de reconocer a nuestra enemiga de clase, la burguesía como clase explotadora que, a través de su sistema corrupto, nos explota diariamente en nuestros centros de trabajo con jornadas laborales inaguantables y salarios miserables.

En 1985, el programador neoyorkino Richard Stallman publicó un manifiesto, el “Manifiesto GNU”, que sentaría las bases del software libre. El software libre es un conjunto de programas que pueden ser copiados, modificados y distribuidos libremente, que no están sometidos a las restricciones habituales de la propiedad privada aunque, eso sí, pueden estar limitados en sus formas de uso en función de la licencia que se les ha incorporado.

Alrededor de estas aplicaciones creció un movimiento polarizado con cierta carga filosófica y basado en “el procomún” y la denominada “ética hacker”. Se trataba de una nueva moral basada en el solucionismo tecnológico y en un profundo idealismo de carácter esencialmente individualista que pretendió oponerse a las dinámicas capitalistas y a la “ética protestante del trabajo”. Sin embargo, por carecer de análisis material, se convirtió irremediablemente en su versión actualizada y fue rápidamente subsumido por el capital. Detengámonos a explicar por qué y de qué modo.

Ante la ilegal e ilegítima ampliación unilateral de las aguas territoriales de Marruecos

AUTODETERMINACIÓN Y SOBERANÍA NACIONAL PARA EL SÁHARA Y CANARIAS

Los gobiernos de la socialdemocracia suelen ser como oxígeno para el sistema capitalista. Cuando las dificultades aprietan, y las cosas se ponen feas, el recurso a un gobierno de la socialdemocracia salva al capitalismo de la asfixia. La experiencia histórica se inició en 1914, y hasta la fecha el recorrido está lleno de ejemplos, y siempre con el mismo resultado. Cuando en 1981 el Partido Comunista Francés entró en el gobierno con el Partido Socialista, las privatizaciones, que en ese momento eran una necesidad imperiosa para el capitalismo francés, se aprobaron una detrás de otra. En nuestro país Felipe González fue un ejemplo paradigmático, incluyendo una brutal reconversión industrial a golpes de porra y gases lacrimógenos.

 

Como no recordar, porque la situación actual así lo exige, aquel 15 de enero de 1936 en que se creó el llamado Frente Popular como un proyecto de coalición electoral de esencias antifascistas y republicanas que abarcaba desde sectores republicanos pequeño burgueses hasta sectores revolucionarios de carácter clasista. Tenía varios objetivos en función de su composición, pero sobre todos destacaban sus objetivos antifascistas y antioligárquicos. El golpe de estado fascista agregó a estos objetivos iniciales un fuerte contenido de clase debido a la participación directa política y militar de la clase obrera y de los sectores populares afectados por el golpe.

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