Apenas el día 1 de junio del 2020, se dio el banderazo de la obra insignia del gobierno de López Obrador el llamado “Tren Maya”. Dicho proyecto transitará mediante 15 estaciones en 5 estados del sureste mexicano: Chiapas, Campeche, Yucatán, Tabasco y Quintana Roo con una extensión de vía de 1,440 kms y con una inversión de 139 mil millones de pesos, unos 6 mil 43 millones de dólares, de los cuales 90% de esta inversión será privada y sólo 10% pública. Según el proyecto presentado por el Gobierno Federal, se considera que salgan 1 millón de personas de la pobreza, generando 80 mil empleos en la construcción del mismo, movilizando a cerca de 3 millones de pasajeros al año.

La zona del sureste mexicano representa el 4% del total del oxígeno mundial, por su diversidad de flora y fauna. En la construcción del proyecto del Tren Maya a pesar que se menciona que se construirán caminos de tránsito para animales y se respetará el entorno ecológico. Lo cierto es que peligran 2 mil jaguares, además de monos, guacamayas, cocodrilos, murciélagos, loros o manatíes que habitan en la zona. Pero además se verán afectados con la llegada de millones de turistas, cerca de 3,024 sitios arqueológicos provocando riesgos arqueológicos y geológicos.

Se tiene la experiencia de la Riviera Maya, Los Cabos, Mazatlán, Acapulco o Vallarta donde grandes consorcios hoteleros nacionales pero sobre todo extranjeros, se hicieron de grandes extensiones de territorio, de igual manera, se crearon zonas residenciales a orilla de la playa privatizando las mismas y cancelando el libre acceso a la población.

Además en estas zonas el “gran turismo” provocó el consumo de drogas y fortaleció las redes de trata de personas y explotación infantil. Para llenar la demanda de los “turistas” que venían de diversas partes del mundo, políticos y empresarios se vieron favorecidos del negocio. Estos problemas aún siguen, a pesar que diversas investigaciones y denuncias fueron públicas, buena parte de la clase política sobre todo en Cancún goza de cabal impunidad y salud.

El proyecto del Tren Maya, es la continuación del Plan Puebla Panamá promovido por la Casa Blanca y la derecha mexicana en voz del expresidente Vicente Fox. Este proyecto fue denunciado desde hace más de 15 años por organizaciones políticas de izquierda y académicos comprometidos, sin embargo para muchos de ellos, la amnesia política de tener un gobierno de “izquierda”, les provoca apoyo y justificación para promover consignas del necesario “desarrollo y crecimiento” que impulsa el Tren Maya.

Para los comunistas, dicho proyecto tiene el objetivo de atravesar la zona mesoamericana del continente, rica en recursos naturales, flora y fauna, y dotar de mano de obra barata a empresas nacionales y trasnacionales que se verán favorecidas con concesiones y contratos. Como la construcción de un tramo de autopista (244 kms) a ICA, empresa de Carlos Slim, el hombre más rico del mundo quien es también es aliado del actual gobierno, esta concesión durará hasta el 2054.

En conclusión tenemos que el gobierno continúa con el neoliberalismo en México ahora con otro nombre, que es la “lucha contra la corrupción” o “la austeridad republicana”. Sin embargo, el actual gobierno no le ha cambiado ni una sola coma al proyecto imperialista en la región, genera las condiciones necesarias para la reproducción del capital, sobre todo nacional. Por ello podemos entender su alianza con las cámaras empresariales donde “simbólicamente” se les vendía boletos de sorteo para el avión presidencial, ello demostrando la alianza con el capital nacional, que antes eran los principales críticos al personaje de “izquierda”. Se puede entender entonces la alianza que tiene con uno de los mayores capitalistas del país, quien es dueño de TV Azteca la segunda televisora más importante de México, quien tiene además tiendas departamentales y bancos. Estos últimos sirvieron para la entrega de “apoyos sociales” a ancianos o jóvenes.

La política del actual gobierno parecería que vive bajo la ocurrencia del día, sin embargo la alianza irrestricta que tiene con los militares demuestra que el proyecto militarista neoliberal avanza. Al siguiente día de la toma de posesión de López Obrador, éste se reunió con los máximos generales del ejército, dándoles certeza que dicha institución no sería investigada por sus crímenes de lesa humanidad, como Tlatlaya o Ayotzinapa. Escenarios que han llenado de rabia e indignación a la población mexicana y que en el caso de éste último, los generales a pesar de ser denunciados y señalados en su participación en diversas investigaciones periodísticas como “La verdadera noche de Iguala”, no hay averiguaciones ni carpetas de investigación iniciadas al respecto. Cabe señalar que el ejército está a cargo de la construcción del nuevo aeropuerto.

Algo que generó bastante preocupación y enojo, fue la aprobación del decreto firmado por el presidente para que militares salgan a las calles a realizar trabajos de seguridad pública y combate directo contra grupos del narcotráfico, hasta el año 2024. La militarización en la etapa de Obrador, tiene un antecedente con el despliegue de la Guardia Nacional en la frontera sur de México para “contener” y apresar a las caravanas de migrantes, a propósito de la petición del Gobierno de Donald Trump. Recordar que el gobierno mexicano fue amenazado con cerrarles las vías comerciales hacia los Estados Unidos, si no hacia algo al respecto con esos “delincuentes centroamericanos” lo que deja en entredicho la independencia política y económica del actual gobierno.

Para los comunistas mexicanos, concebimos al gobierno de López Obrador como una válvula de escape del sistema capitalista y la continuidad del neoliberalismo, que mediante el combate a la corrupción, se ha justificado el adelgazamiento del Estado, recortando la salud, la educación o la ciencia. Reproduciendo prácticas del antiguo régimen gobernado por el PRI durante 70 años y que buena parte de su gabinete proviene de ese grupo político. Se puede entender entonces, la añoranza por las viejas glorias del pasado, fortaleciendo a viejos y nuevos capitales nacionales para hacer frente a los monopolios extranjeros, que sin embargo han sido respetados, ya que siguen explotando y despojando de grandes territorios en selvas, bosques o playas.

La militarización del país, solo ha servido para generar más violencia, darle más poder e impunidad a las fuerzas castrenses, y echarle más gasolina al conflicto que lleva más de 14 años en este país, dejando más de 250 mil muertos y 30 mil desaparecidos.

Parece que no hemos aprendido nada de la guerra, se sigue combatiendo el efecto y no el origen, pero no podemos esperar menos del sistema capitalista que se beneficia con el caos, la muerte y la guerra. Mientras, se seguirá derramando sangre en este país y justificando la política militarista en la región. Cabe resaltar que en el primer año de gobierno de López Obrador, del 1 de diciembre del 2018 al 30 de noviembre del 2019, se registró 34 mil 579 muertes violentas relacionadas al narcotráfico. En promedio en este país se asesinan 95 personas al día, de igual forma se desparecen a 4 personas y existen 10 feminicidios.

El Tren Maya no es un proyecto aislado, es una pieza más del proyecto de despojo y entrega de recursos naturales y explotación de mano de obra. Este gobierno tiene como meta, fortalecer los capitales nacionales para competir con capitales inter-imperialistas, continuar con el despojo de territorio y recursos naturales para la reproducción del capital y mediante la militarización amedrentar poblaciones enteras, como se ha visto en los últimos meses donde se ha intensificado la muerte de luchadores por el medio ambiente.

Bajo estas condiciones, el Partido de los Comunistas y la Juventud Comunista de México, en conjunto con el Ejército Zapatista de Liberación Nacional, el Congreso Nacional Indígena y las organizaciones suscritas a la Sexta Declaración de la Selva Lacandona, seguiremos luchando por la vida, el territorio, contra el neoliberalismo y el capital.

Diego Hernández. Miembro del Comité Central del Partido de los Comunistas, México.

 

 

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