Si alguien, por el poso de la inocencia que a ciertas personas les deja la infancia, como la viruela deja señales faciales de por vida, creyó por algún momento que el parné llegado de Europa en forma de fondo de recuperación y resiliencia no iba a generar intereses, ya ha tenido tiempo para entender, y así lo expresamos en otros artículos, que nanay de la China. Y además, altamente leoninos.

Que sin duda, ese caramelo envenenado, pasará factura. No a toda la sociedad. Solo a unos cuantos. Exactamente a quienes componemos la mayoría social.  Muchos más que a los que el fascismo gustaría fusilar y que si no lo hacen, herramientas tiene el capital guardadas en las alforjas para esclavizarnos y someternos.

En otra ocasión atajamos las consecuencias que el Plan de rescate traería a medio y largo plazo para las capas populares en forma de renuncias y contraprestaciones; en concreto en un artículo titulado “Sobre el Plan de rescate y sus consecuencias”, publicado en Unidad y Lucha digital el 3 de septiembre de 2020.

Hoy debemos abundar en el reparto de esos fondos para darnos cuenta del carácter de clase de su gestión.

Los Pactos de la Moncloa, ingeniería política para la continuidad del franquismo.

El bloque oligárquico-burgués y sus partidos políticos en España, ya sea la derecha más rancia de PP o Vox, o la socialdemocracia de PSOE y Unidas Podemos, convienen en mantener un discurso de consenso más o menos sólido del proceso de la denominada “Transición”, cada uno con sus matices, por supuesto. La construcción de ese discurso sobre una Transición pacífica y modélica, está fuertemente sustentada no solo por los partidos burgueses, sino principalmente por el complejo mediático e institucional en manos del poder económico, para no alterar la dominación actual por parte de la misma oligarquía que ostentaba el poder en el franquismo. Una oligarquía enriquecida a través del expolio a la República, la corrupción sistémica franquista y la explotación brutal de la clase obrera como fuerza de trabajo sometida a su dictadura, llevando a cabo un proceso de adaptación de su forma de dominación, para mantenerse en el poder a toda costa, y “modernizar/actualizar” el sistema de dominación.

Una cuestión central para abordar el estudio del concepto “valor” es el comienzo de la disección del valor, a través de la mercancía, tal como lo situó Marx en El Capital. Es decir, comenzar partiendo de la mercancía, entendiendo a la misma como la célula básica y esencial de la sociedad capitalista, el verdadero punto de inicio para las relaciones sociales generales. Esto tiene su importancia metodológica porque partiendo de la mercancía se puede ir señalando las determinaciones que emanan de esta relación.

Lo absolutamente determinante en el tema del valor es que parte del trabajo privado e independiente que efectúa el miembro de la sociedad mercantil. Al ser un trabajo privado e independiente y, por tanto, realizado con pleno conocimiento y voluntad individual, la forma que adquiere en la conciencia esa relación es una forma de conciencia libre. Es un trabajo privado e independiente efectuado por una conciencia libre con pleno dominio de las potencias individuales del trabajo pero que, por contra, no tiene ningún dominio sobre las potencias sociales de ese producto del trabajo individual. Al realizar el producto de su trabajo, el productor de mercancía no puede saber qué producto es útil socialmente, en qué cantidad y qué necesidades sociales va a cubrir, es decir, es un trabajo individual plenamente consciente pero materializado como trabajo social, en el cual el productor no tiene ningún dominio sobre el carácter del mismo.

Empecé a ver The Boys porque un amigo comentó en alguna de sus redes que era la serie perfecta para explicar qué es el fascismo a la «chavalada». Pero el fascismo hoy, aunque, como veremos en un segundo artículo, el fascismo y el nazismo de toda la vida también tienen su importancia en la trama de la serie. La premisa de la que parte es la existencia de superhéroes, pero que, en lugar de ser justicieros solitarios (emprendedores románticos contra la sociedad y por ella), están a sueldo, millonario como estrellas del deporte, de una empresa, Vought, que tiene múltiples intereses.

Si comenzamos por lo último, Vought (empresa que oscila entre CocaCola, Disney y la producción de armamento) obtiene beneficios de toda una serie de merchandising de los superhéroes. Aquí parece casi un trasunto de Disney, desde platos y pósteres a grandes producciones cinematográficas. Por otro lado, comienza una campaña para conseguir que el Estado le alquile sus superhéroes para el ejército, como la privatización del sistema de represión tras la invasión de Irak. La referencia que hago a Irak no es fortuita; no obstante, para llegar a ella, he de dar un pequeño rodeo.

No cabe duda: si perteneces a la clase burguesa, a la oligarquía, a la familia real, si tienes a niñas y niños trabajando en Bangladesh a euro el mes, delinque lo que quieras, sale barato. Ahora bien, como seas una pringada o un pringado trabajador, no robes ni una gallina que acabas con años de prisión a tus espaldas.

Y es que, tampoco cabe duda, la justicia burguesa castiga al pobre y exime a cualquiera que tenga un buen puñado de euros en el banco. Y ni decir si se te ocurre criticar y denunciar a este sistema opresor o a cualquiera de sus esbirros, ahí sí que lo pagarás caro.

El Pacto de Toledo  nace  con el objetivo de proveer de recomendaciones efectivas  para el fortalecimiento  del sistema de pensiones públicas del Estado Español.

Las múltiples reformas que ha sufrido a lo largo del tiempo, destacando la última en  Noviembre 2020, no han servido para dicho objetivo.  Tal y como  denuncian organizaciones como COESPE o Marea Blanca de pensionistas, las recomendaciones que se establecen facilitan cada vez más la privatización y la precarización del poder adquisitivo de los jubilados y con mayor incidencia  de las jubiladas.

El Informe Forum de Política Feminista (2018)  denuncia que en los últimos cuarenta  años en las pensiones,  la brecha de género  continúa prácticamente inalterable. También señala que ninguna de las pensiones medias cobradas por las mujeres alcanza el salario mínimo interprofesional. La cuantía media de las pensiones contributivas otorgada  a los hombres  en  2018 era de 1.491 euros,  mientras que la otorgada a las mujeres era  de 622 euros.

Este próximo 27 de febrero desde el PCPE hemos decidido sumarnos y apoyar la convocatoria de la Coordinadora Antiprivatización de la Sanidad, aportando el trabajo de nuestra militancia en numerosos territorios del estado.

La progresiva privatización de la sanidad en las últimas décadas llevada a cabo tanto por gobiernos neoliberales como socialdemócratas, ha mostrado una sanidad pública muy debilitada y falta de medios y personal ante la pandemia actual. La ganancia de los monopolios privados dictó orden y los partidos de la burguesía obedecieron.

Es necesario revertir toda la legislación que ha permitido la privatización de la sanidad y el debilitamiento del sistema público de salud, así como exigir un modelo sanitario donde los trabajadores y trabajadoras de la sanidad tomen más protagonismo en la gestión de los centros.

Por ello es necesario que fomentemos toda iniciativa de movilización y organización obrera y popular para la defensa de la sanidad, de los servicios públicos y los derechos generales de la clase obrera. Porque solo el pueblo organizado salva al pueblo.

Redacción UyL

Nuestro camarada Francisco Ferrer Gálvez, militante del PCPE en la provincia de Cádiz y de la Plataforma Andaluza contra las Bases y la Guerra, describe de una forma magistral la situación de las bases militares americanas en Rota y Morón desde el prisma de la clase obrera y las capas populares en una entrevista que gira entorno a las respuestas que dió el ministro de Consumo del gobierno de España, Alberto Garzon, andaluz y del Partido Comunista de España, en el programa "El objetivo" sobre las bases militares de la OTAN.

 

 

Más de 33.000 personas no tienen hogar y viven en las calles españolas, según datos de la fundación Hogar Sí. Estas personas ven reducida su esperanza de vida en 30 años con respecto al resto de la población, debido a que a menudo les resulta imposible empadronarse y conseguir su tarjeta sanitaria y no cuentan con las condiciones de salubridad necesarias para recuperarse eficazmente de una enfermedad. El 47 % han sufrido un delito de odio y el 44 % lleva más de tres años en la calle. Es evidente que las personas sin hogar no están en la calle porque quieren, sino que llegan a esta situación a través de una sucesión de experiencias traumáticas encadenadas (muerte familiar, desahucio, separación o divorcio, falta de recursos económicos, etc.) y a la falta de una red de apoyo familiar y afectivo. Estas vivencias provocan que pierdan sus habilidades sociales, sus recursos económicos, su estabilidad emocional y la capacidad de revertir su situación, desembocando  en el impedimento de ejercer sus derechos más básicos. 

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